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Voto de Antonio Morales:
7
Drama Don Lope ha acogido a Tristana en su hogar para cumplir una promesa hecha a sus padres. Pero la joven es muy hermosa y se convierte en la obsesión del anciano, que a fuerza de tiempo y de paciencia consigue sus favores. Sin embargo, cuando ella conoce a un joven pintor que la enamora, decide cambiar radicalmente el rumbo de su vida. (FILMAFFINITY)
20 de agosto de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada libremente en la novela homónima de Benito Pérez Galdós, La película traslada la historia original del Madrid de finales del siglo XIX al Toledo de los años 20 del siglo XX, época que Buñuel conoció en su juventud y en la que se manifiesta una clara agitación social. “Tristana” es la segunda adaptación galdosiana de Buñuel, pues anteriormente había adaptado en México, “Nazarín” con Paco Rabal. La recreó según su concepción del mundo pero sin traicionar el espíritu de la novela, que siendo de estructura epistolar y sin estar entre las mejores del autor a Buñuel le atraía enormemente el personaje de Don Lope, encarnado magistralmente por Fernando Rey, su actor fetiche en la última etapa de su filmografía.

Se evoca una época decadente y se pasea por las calles toledanas, obteniendo una fabulosa ambientación, las secuencias de la tertulia en el café y la del paseo en el parque son un prodigio de buen cine descriptivo en la puesta en escena. Todo ello con gran sobriedad y perfección formal con un estupendo empleo del color y la luz que le dan un aire otoñal en decadencia con gran afluencia de negros y un cierto toque mortecino y medieval. Y como el mejor Buñuel suele deducirse de los pequeños detalles cotidianos (las migas del campanero, los barquillos, el chocolate con azucarillos y picatostes), los pequeños placeres mundanos.

“Tristana” trata de ser la caricatura de un viejo liberal que critica la hipocresía de su época para sucumbir a todos sus principios: Don Lope no entra en la iglesia, manifiesta en voz alta su ateísmo, reniega de la presencia de los curas dentro de su casa, Don Lope se burla del matrimonio, desprecia a su hermana, una acaudalada beata meapilas, Don Lope presume de ser un hombre de honor. Pese al espíritu galdosiano que se respira en el film, están también todos los temas recurrentes del cineasta, desde las referencias a la comida – más explícitas que nunca – hasta el surrealismo onírico, pasando por el humor negro e irónico, ese sarcasmo ambiguo o la crítica social a la burguesía y la religión. Tristana (Catherine Deneuve) tiene una visión errónea de la libertad, de los condicionamientos existenciales, de los sentimientos íntimos y de la moralidad.

El personaje del pintor (Franco Nero) quizás es el menos atractivo, pues no está demasiado bien dibujado o definido en ese triángulo que forman los protagonistas, en cambio la Saturna de Lola Gaos es magistral como siempre. En el fondo, es el ambiente de un retrato de tipos populares que descubre vicios y taras de una burguesía enquistada en sus tradiciones y prejuicios. Buñuel construye un film clásico, indaga en los personajes estableciendo conductas previas que remacha luego en unos contrastes para mostrar su evolución. El diálogo se hace mordiente, el gesto blando y pusilánime de Tristana se vuelve duro y despiadado. Buñuel capta una sociedad vacilante, casi moribunda, agotada en tertulias y murmuraciones, incluso asistimos de soslayo a los primeros conatos de la clase trabajadora. Una película genuina de un cineasta universal.
Antonio Morales
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