El principal problema de REC es que en seguida vienen comparaciones con La Bruja de Blair, y aunque sea defensor acérrimo de la segunda más que de la primera sólo debo decir que lo único en lo que se parecen las dos es en el modo de estar rodadas. Mientras La Bruja de Blair se centra en dar miedo, en meter al espectador de lleno en un bosque solitario y repleto de extraños ruidos, REC se encarga de provocar una asfixia que en ocasiones llega a comerse la película; de modo que si quitas los sustos y la ambientación sólo ves a gente subiendo y bajando escaleras sin parar de chillar, mientras que a La Bruja de Blair no le puedes quitar nada, ya que no hay efectismos, ni sustos, ni bichos, ni litros de sangre, ni litros de sudos, ni gritos; sólo insinuaciones. De hecho, el planteamiento de REC no es nada original, pero sí la forma de contarlo, que aunque ya usada un par de veces, apunta a retratar una película de zombies desde otra perspectiva, de modo que el déjà vu es menor que el habitual en este tipo de películas.

El segundo problema de REC es que no es una película de miedo; de hecho es una película de suspense, tensa y llena de sustos. El miedo no aparece en ningún lugar; la película impacta pero no por ella misma, sino por los sustos y el gore de que está repleta. Más que aterrar, impacta. Volviendo a la obligatoria comparación, La Bruja de Blair tan sólo insinua, no muestra nada, y quizás no hay más terror que el que la mente es capaz de imaginar.

Pero aun así, pese a ser floja y bastante mecánica, REC es meritoria, porque, si más no, busca innovar, y eso en el cine español de hoy en día es algo digno de alabar. De todas formas, de Balagueró me quedo más con Fragiles.