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Voto de deivi:
9
6 de julio de 2009
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Cronenberg adaptó esta premiada obra teatral de Broadway, ganadora de tres premios Tony, desligándose, solo en apariencia, de sus trabajos anteriores, pues sus principales inquietudes escénicas fueron intensamente desarrolladas en esta exultante M. Buttterfly que circunscribe la debilidad de Cronenberg por los miedos internos, la transformación corporal del hombre y los oscuros fondos de la mente humana, una de sus creaciones más redondas, bellas y misteriosas, una historia que oprime, asfixia, subyuga el alma haciendo cómplices de su ambigüedad romántica a un espectador aferrado, intrigado por los pliegues de un imprescindible Jeremy Irons en el pellejo de un diplomático francés misteriosamente enamorado, hechizado, por una enigmática diva de la opera de Pekín, Song Liling, una relación tortuosa que llevará a Rene Gallimard a las cloacas del dolor ardiente, el impulso que roza la locura hasta implantarse en la ceguera de un amor indescifrable.
Cronenberg dilata la psicología de sus criaturas sin manipulaciones ni opulencias, trepando por los sentimientos de una manera turbadora, con la atmosfera adecuada y los componentes concretos, encarcelando sus peones con mano elegante, mitificando el entorno de una China nocturna y clandestina, inundada de secretos regados por el comunismo, la histeria internacional de una guerra inmediata, la revolución cultural o el espionaje integrista, el mismo que da encuadre al espacio que Cronenberg aplica a su metamorfosis parasitada, infectando las entrañas de una espiral obstruida por el llanto de una enfermiza necesidad de dependencia.
M. Butterfly es una tragedia con síntomas de embrión operístico, con un equipo exquisito de colaboradores, a los que su director considera familia cinematográfica, la fotografía del genial Peter Suschitzky (El imperio contraataca), contrastada en los lujosos escenarios monumentales de China o Paris con los interiores claustrofóbicos rodados en estudios de Toronto, con la sensual música de Howard Shore en una composición frágil y sugerente perfectamente acompañada de fragmentos de la inmortal ópera de Puccini, y la entregada, mística, interpretación de sus actores, una cinta estremecedora construida en los terrenos virales de un artista desbordado de aptitudes, un Cronenberg apetitosamente purificado.
Cronenberg dilata la psicología de sus criaturas sin manipulaciones ni opulencias, trepando por los sentimientos de una manera turbadora, con la atmosfera adecuada y los componentes concretos, encarcelando sus peones con mano elegante, mitificando el entorno de una China nocturna y clandestina, inundada de secretos regados por el comunismo, la histeria internacional de una guerra inmediata, la revolución cultural o el espionaje integrista, el mismo que da encuadre al espacio que Cronenberg aplica a su metamorfosis parasitada, infectando las entrañas de una espiral obstruida por el llanto de una enfermiza necesidad de dependencia.
M. Butterfly es una tragedia con síntomas de embrión operístico, con un equipo exquisito de colaboradores, a los que su director considera familia cinematográfica, la fotografía del genial Peter Suschitzky (El imperio contraataca), contrastada en los lujosos escenarios monumentales de China o Paris con los interiores claustrofóbicos rodados en estudios de Toronto, con la sensual música de Howard Shore en una composición frágil y sugerente perfectamente acompañada de fragmentos de la inmortal ópera de Puccini, y la entregada, mística, interpretación de sus actores, una cinta estremecedora construida en los terrenos virales de un artista desbordado de aptitudes, un Cronenberg apetitosamente purificado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
LO MEJOR: El juego de identidades que propone Cronenberg en su irracional estudio fisiológico de un Gallimard engañado, esclavo de la atracción por un ser al que contempla embriagado de deseo, de calumnias consentidas hasta un final tremebundo que libere su calvario del peso de la demencia, la trágica desdicha de un Irons impotente y desarmado. La difícil labor de John Lone, toda una estrella en la época después de sus papeles en El último emperador o Manhattan Sur y la partitura musical de Shore, recompensado en la fidelidad de Cronenberg por el compositor canadiense en más de 30 años de carrera.
LO PEOR: Nada, su poder es un enigma fascinante, el cual gana con el paso del tiempo siendo hoy una de las películas mejor completadas de uno de los exponentes más influyentes del terror existencial.
LO PEOR: Nada, su poder es un enigma fascinante, el cual gana con el paso del tiempo siendo hoy una de las películas mejor completadas de uno de los exponentes más influyentes del terror existencial.