Con clara referencia al cine de los 80, desde sus títulos de crédito hasta su banda sonora, ésta película nos sumerje en una historia sencilla donde cómo una historia de amor puede desembocar en violencia y perdición.
Una historia sencilla, bien narrada, que te lleva y te mantiene en tensión, cómo si fueras de copiloto en un coche a toda pastilla sin control. Con unos personajes inolvidables, que los quieres por lo humanos que son, sobretodo a la pareja protagonista, un Ryan Gosling en estado de gracia, que con su parquedad en palabras y gestos, te transmite y dice todo, la chica, Carey Mulligan, que representa la inocencia y la fragilidad en medio de un mundo cruel y violento. Del resto de actores, Bryan Cranston, Ron Perlman y Albert Brooks, geniales, soberbios.
Las escenas de acción son pocas, austeras, bien definidas, sin excesos ni artificios, la violencia, brutal, está bien dosificada, dura, cruel, pero sin recrearse.
Esta es una de esas películas que se te queda grabada en la mente y la recuerdas toda la vida, de esas que volverías a verla otra vez.