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Voto de Harmonica:
9
Drama. Thriller Alterado psicológicamente por los atroces hechos que ha visto en su carrera y alejado moralmente de su esposa, un sargento de policía, mientras interroga brutalmente al supuesto violador de una muchacha, le causa la muerte. A continuación es sometido a un proceso en el que intenta justificar su conducta. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2008
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Em primer lugar, debo reconocer que siento especial debilidad por esta película. Su visionado me produjo un gran impacto, convirtiéndose en una de esas películas que establecemos inmediátamente como de referencia en nuestro particular universo cinéfilo. Tanto es así, que la considero entre lo mejor en la filmografía de su director, y, por qué no, entre lo más destacable de la década de los setenta.

Lumet y su guionista, a partir de una sencilla base argumental, proponen una turbulenta historia de marcado carácter psicológico. "Sacuden" literalmente a sus personajes y los arrojan al borde del abismo, enfrentándoles directamente con sus más temibles sentimientos, aquellos que no pueden detener dentro de su mente, y que les torturan. Ésto, lo plasma Lumet visualmente de forma inmejorable, su planificación es eléctrica, no se limita a filmar correctamente lo que podríamos llamar una "pieza de teatro" (como lo podría hacer, por ejemplo, el Nicholas Gessner de Alguien detrás de la puerta o La muchacha del sendero), sino que utiliza ampliamente los recursos cinematográficas para lograr una intensidad visual acorde con la tensión psicológica de sus personajes a lo largo de la película, consiguiendo un aumento progresivo de la misma hasta llegar a un sublime final, al que por cierto se refirió el director John Houston cuando en su día comentó que la media hora final de este film era lo mejor que había visto en su vida.
Es indudable también, que la propuesta funciona porque los actores están a la altura de las circunstancias. Asistimos aquí a un memorable duelo interpretativo entre Sean Connery e Ian Bannen, ambos soberbios, en papeles muy difíciles; sin olvidar tampoco al veterano Trevor Howard, igualmente magnífico.
Por último, cabe mencionar la fotografía de Gerry Fisher, hermética, de colores frios, ajustándose de forma impecable a lo que la historía pedía.

Una película profunda, que, a mi juicio, merece mayor reconocimiento.

MUY BUENA.
Harmonica
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