Engañar al personal. No hay otra manera de definir lo que pretende esta película. Una vez más se utiliza el musical para explicar una historia de amor repetida hasta la saciedad y para ello se busca un disfraz capaz de llamar la atención y una época especialmente convulsa para despertar un cierto interés nostálgico.

En esta ocasión el vehículo elegido no es otro que las canciones de los Beatles y la era los agitados años 60. Todo bien teñido de una presuntamente poderosa e innovadora estética visual y un mensaje de buen rollo universal.

Pero no es oro todo lo que brilla, y en esta caso a la Taymor le ha salido el tiro por la culata. Y es que la película no deja de ser un catálogo de buenas intenciones ajado por los tópicos más recurrentes que uno pueda imaginar. Hay denuncias contra el racismo, el individualismo, la guerra, la discriminación sexual...etc. Pero son tan obvias y poco imaginativas como un anuncio de una ONG. Por si fuera poco la elección de los temas de los Beatles se centra en su repertario más blando y poco comprometido, situando cada canción en su entorno más evidente y sín querer arriesgar a darle la vuelta a sus significados. Quizás en este apartado sólo se salve el momento "Strawberryfields for ever" donde si hay un juego de contrastes bien buscado entre la dulzura de la canción y la violencia en pantalla.

De todas maneras hay algo que huele mal en el film, y no es otra cosa que ver como detrás de tanta buena intención no hay más que un tufo conservador que sutilmente situa siempre la inocencia y la bondad en la era más naïf de los Beatles y reduce la época hippy a un conglomerado de jetas, drogadictos y pseudoterroristas trasnochados.

Respecto a su tan cacareada estética tampoco no aporta gran cosa que no sea autoplagiarse de elementos de "Titus", combinado con la estética delirante de un video de Dee-Lite, anuncios de compresas y copias de Zoolander en el momento que anuncia crema para la hidratación vestido de Tritón.

Que los actores son muy monos ellos y cantan bien? Sí, pero incluso a esto le falta sentido del humor. Tampoco es necesario que engolen tanto la voz para mostrar sus emociones. "Todos dicen I love you" de Woody Allen sería quizás el mejor ejemplo para constatar que para hacer un buen musical ni tan siquiera hace falta cantar bien.

Este es, pues, un artefacto cinematográfico que parece más bien un videoclip y que es tan simple como obvio, tan largo como aburrido. Un producto pensado, diseñado y fabricado para emocionar, pero que no puede escapar en ningún momento del aroma a artificial que desprende. Un producto, en definitiva, dirigido a remover algo en el interior del espectador consiguiendo sólo el movimiento labial que precede al bostezo.

Lo mejor: Strawberryfields for ever
Lo peor: Que rezuma sensiblería barata.