No es la magia de Disney, ni la de Harry Potter. Es la magia de una bonita historia contada con unas ilustraciones preciosas y una música maravillosa que desgraciadamente, resulta bastante complicado encontrar actualmente.
Al igual que muchos otros de los que hemos venido corriendo a ver esta película, yo ya me quedé prendado con "El secreto del libro de Kells" y puedo decir que la espera ha merecido la pena.

En un mundo tan digital, tan artificial y cada vez menos humano, hace falta un poco de magia, un poco de esa magia en la que la gente ya no cree pero necesita creer. Esta película irlandesa te transporta con su música a un mundo antiguo en el que todo era mucho más mágico, las piedras podían cobrar vida y los bosque conservaban su esencia. Cada fotograma de la película podría ser un cuadro, una pintura realizada con un cuidado extremo.

La historia, la de dos hermanos que obligados a crecer sin su madre, no son lo suficientemente mayores como para comprender que solo se tienen el uno al otro. En muchos momentos te puedes ver a ti y a la gente que quieres reflejados en este cuento que habla de la pérdida, de la superación, el perdón y el olvido. Pero sobre todo de la familia, de lo difícil que puede ser intentar avanzar sin ellos, de que los necesitas a tu lado más que nada. Por eso la mejor compañía para ver esta película son ellos, tu familia.

Por desgracia, (o por fortuna), no creo que podamos ver nunca una joya así en el cine, al igual que tampoco podemos encontrar un plato de alta cocina en cualquier bar. Una película para ver y para tener en casa, guardada y lista para ver cuando necesites volver a creer en la magia de verdad.


(Joder, ¡Qué bonita es!)