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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
7
Intriga Martha (Doebereiner) y Kyle (Ashley), después de muchos años trabajando solos en una fábrica de muñecas, han llegado a ser buenos amigos pese a su diferencia de edad. Pero su rutinario trabajo se verá alterado por la llegada de Rose (Wilkins), una nueva empleada joven y atractiva. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2006
14 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una fábrica de muñecas, allá en un remoto lugar de la América más profunda.
Dos sujetos, una mujer de mediana edad y un muchacho adulto.
Trabajan y se comunican, en los descansos para comer, preferentemente.
Aparece una muchacha. Conecta con el chico y se empieza a fraguar una relación.
La muchacha da sus primeros pasos en su trabajo. Vemos como el chico la observa.
La muchacha se interrelaciona con ambos, mujer y chico, estableciendo una relación medio-amistosa.
Los tres protagonistas muestran los distintos caminos que precisan tomar en sus relaciones.
Alguien muere, el conflicto se resuelve.

Con un estilo sencillo, se nos muestra el lugar de trabajo. No me sugiere absolutamente nada.
Con dos protagonistas algo inexpresivos, se nos presentan unos personajes no demasiado cuidados en su vertiente más dramática. No siento absolutamente nada.
Observamos impasibles sus lugares de trabajo y como median dicho trabajo. La indiferencia se apodera de mi.
Vemos como diálogos triviales inundan la pantalla. El desánimo se apodera de mi.
Se repiten secuencias que no desvelan nada nuevo. Mi habitación se ve asolada por un poquito de tedio.
Se dan nuevos diálogos, situaciones levemente distintas. Aportan algo, pero no me despegan de la indiferencia.
Abren una nueva senda de interacción al espectador. Esta ya podía ser presupuesta por el mismo mucho antes.
Nos muestran la resolución, el público saca sus conclusiones. Todo se resume en un relato previsible, atípicamente trabajado y minimalista.

Sin embargo, al finalizar la historia, un vestigio queda en mi interior.
Al principio todo era indiferencia y hastio, al final todo es crudeza e incomodidad.
La práctica ausencia de dramatismo se transforma en descarnada realidad.
El minimalista retrato, se convierte en un aguzante punzón.
Los interesantes acordes entre secuencia y secuencia, se tornan duras notas.
Todo ha terminado. La inquietud me atraviesa.
Simple, sí, pero adyacente.

PD: Por cierto, el trabajo de Soderbergh poco o nada tiene que ver con el dogma por distintos motivos (uso de iluminación artificial, suceso criminalógico, etc...). Hablemos con propiedad, por favor.
Grandine
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