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España España · Valencia
Críticas de brassneck
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Críticas 16
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
28 de noviembre de 2023
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En estos tiempos de películas de tres horas y series de ochenta temporadas, reconforta encontrarse maravillas como esta: breve pero densa, precisa, sin lugar para lo accesorio pero al mismo tiempo repleta de detalles. Igual que hay quien sostiene que la verdadera gran literatura se da en los relatos cortos y considera estos como el genero más difícil, es fácil deducir que su equivalente -grosso modo- en el cine debería ser revisado desde esa óptica.

Filmin está proporcionando estos días acceso a muchos de los cortometrajes que competirán por los Goya de este año. Aunque la calidad oscila entre lo fútil y lo maravilloso, lo cierto es que abundan las sorpresas y tras más de uno se intuye la mano que en años venideros ofrecerá alguna, si no obra maestra, si películas decentes, sinceras y con oficio, lo cual ya es.

Uno de los mejores es sin duda este "Paris 70". Rodada en interiores y solo con tres actores, consigue emocionar sin caer en la sensiblería ni lo blandengue. Y eso que la temática (Alzheimer, cuidados paliativos) es prácticamente una invitación a la lágrima fácil. Pero no. Es una mirada hacía esos rincones que intuimos oscuros e inevitables y que pretendemos obviar hasta cuando ya no hay remedio. Una mirada breve pero realista que, y ese sin duda es su mayor mérito al margen de cualquier consideración de técnica y oficio, consigue revertir una situación penosa en toda una celebración de la vida, asumiendo que las cosas no pueden ser de otra manera e instándonos a que disfrutemos y hagamos disfrutar a los demás todo lo que podamos de este milagro hasta el último segundo.
brassneck
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4
15 de julio de 2023
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo lo que había leído sobre este documental eran maravillas, que si era el retrato definitivo, el documento más completo sobre su trayectoria, la filosofía de Fripp explicada como nunca, con todos los implicados exponiendo su particular punto de vista. Pues bien, todo mentira.

Estamos ante un rutinario recorrido sobre las últimas giras de la bestia, una especie de access-all-areas pero menos. ¿Qué sentido tiene documentar la gira de una banda que vive actualmente instalada en la nostalgia, tocando prácticamente solo música con medio siglo a cuestas? KC fueron grandes en su primera etapa, descomunales en la segunda, curiosos en la tercera y absolutamente prescindibles en la cuarta y última. Por desgracia, el 95% del documental pivota sobre esa última etapa: musicazos de nivel indiscutible sometidos al yugo Frippiano, que empezaron ofreciendo música arriesgada pero aburrida y sin propósito y han acabado revisitando el catalogo más legendario de grupo casi nota por nota, reincorporando incluso antiguos miembros que acabaron a tiros y que han vuelto al redil intuyo que no precisamente por compromiso artístico. Miembros que expresan su opinión curiosamente conciliadora ahora después de años de incomunicación. Solo Belew se suelta la melena un poco dejando entrever el peculiar carácter del amigo Robert.

Y es ahí donde me hierve la sangre. KC fueron uno de los grupos de mi vida durante décadas, y siempre fueron lo contrario a este sinsentido aséptico y vacío. Más que una mera banda de rock, fueron ejemplo de compromiso y riesgo, enfrentándose a la industria, sin concesiones y con una filosofía propia que iba años por delante del statu quo del momento. Siempre fueron el vehículo de expresión de Robert, un personaje de complejo carácter pero (casi) siempre coherente y admirable, y no pasa nada por reconocer que todo, absolutamente todo, orbitaba a su alrededor. Entonces, ¿qué es esto? Conciertos impecables en salas solo al alcance de gente adinerada, despliegue técnico que convierte en secundario lo que debería ser primordial, un enfoque crítico inexistente más allá de un par de excusas rollo "es que yo soy así".

Y no. Pretender que este documental es un reflejo mínimo de lo que fue KC es tan risible como absurdo. Ni documenta su trayectoria, ni explica el porqué de sus cambios de dirección y formación, sus aparentes contradicciones, lo que supusieron esos discos en el devenir del rock, la importancia del pensamiento de Fripp sobre los mecanismos de la industria (los de entonces y los de ahora)... Había tanto que contar y explicar y nos vienen con esto. Que con cualquier otra banda no dejaría de ser anecdótico, pero con KC solo podemos tildar de traición. Si es verdad que es la coda de su existencia, la cosa va a ser más triste todavía.
brassneck
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7
4 de julio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen documental sin duda, que funciona a dos niveles. Por un lado, revisa la vida y carrera de Ziva Postec, cuyo CV profesional como montadora acumula maestro tras maestro, pero es cuando nos adentramos en su faceta más humana y personal cuando de verdad deslumbra y fascina. Sin dejar al lado ninguno de los momentos más oscuros y (casi) siempre con una sonrisa en los labios, acabas cayendo rendido a sus encantos, tanto intelectuales como humanos. No niego que llegué a él por la necesidad de saber más sobre la génesis de esa bestialidad conocida como "Shoah" (Claude Lanzmann, 1985), pero he acabado fascinado por la persona. Un maravilloso descubrimiento.

Y luego está la otra lectura del documental, que funciona como una coda imprescindible para entender lo que significa "Shoah", a la que me atrevo a calificar como una de las mejores películas, documentales o no, de la historia. Y es que Ziva dedicó nada menos que seis años, que se dice pronto, a montar las 350 horas de material que había rodado Lanzmann. Un trabajo de héroes que acabó convertido en una obsesión para todos los implicados, a los que acabó pasando factura tanto a nivel físico como emocional, destrozando nervios y familias. Como ella reconoce, Lanzmann no era precisamente un encanto de persona, pero tenía una misión y todo lo demás devino accesorio. Ziva se embarcó a muerte en el proyecto, que solo finalizó cuando, agotados, vieron que era imposible añadir nada más. Y pese a todo (recordemos la anécdota del día del estreno, cuando Lanzmann le dice que deje de seguirla como un cachorrillo), comenta con orgullo que él había hecho su película pero ella también sabía que había realizado su mejor trabajo.

Otro de los puntos fuertes es como este documental ayuda a comprender porque “Shoah”, un documental de casi diez horas, sin apenas música ni imágenes antiguas, “solo” entrevistas y paisajes es tan enorme como fascinante, como a pesar de su duración y aparente aridez es posible someterlo a varios visionados sin aburrirte nunca y apreciando nuevos detalles cada vez. Sería tontería que un analfabeto como yo tratara de explicarlo en unas pobres líneas, cuando en este documental que ahora reseño hay varios expertos que dejan meridianamente claro los mecanismos del mismo, como no hay nada dejado al azar: las voces, los paisajes, los silencios, las lágrimas… Te ofrece nuevas pistas, nuevos enfoques, que enriquecerán cualquier revisión de esa obra maestra. Y gran parte del mérito de ello es precisamente de Ziva, que organiza y sabe buscar en cada momento la lata que contiene ese pedazo de película, a veces unos breves segundos, que da sentido a todo ese monumento y homenaje. En resumen, un entretenido documental que es un acto de justicia más que cualquier otra cosa.
brassneck
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6
10 de septiembre de 2022
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
No, esta no es una serie más o menos documental sobre los Sex Pistols. Como deja claro desde el título (“Pistol”, en singular) y créditos, es más un biopic sobre Steve Jones, que da la casualidad que fue fundador y guitarra de la banda. Así, es la persona sobre la que pivota el argumento y sobre la que más información nos proporciona la serie, siendo el resto lo que ÉL recuerda de los convulsos tiempos en los que el grupo en cuestión estuvo en funcionamiento. Quizá por eso Lyndon/Rotten ha despotricado sobre la misma, acostumbrado como está a que todos los focos se centren sobre él y su supuesto y demostrado carisma y magnetismo.

Estéticamente, Boyle juega con el formato y calidad de la imagen, dándole apariencia de ser casi un documental grabado en aquellos años y haciendo casi indistinguible lo que el ha filmado de las grabaciones de la época que utiliza para poner en contexto la historia en un momento nada fácil para los británicos. El ritmo es perfecto, con subidones y paradas como las mejores canciones punk o no punk; la ambientación sobresaliente y pocos peros pueden ponerse a las interpretaciones.

La historia parece ajustarse con bastante exactitud a lo que ocurrió realmente: como el grupo fue una marioneta en manos de un listo que se dio cuenta de lo que podía ganar convirtiéndoles en altavoz de la rabia, desesperación, aburrimiento y desgana que atenazaba a la juventud británica de entonces, siendo al mismo tiempo la semilla que cambió el rock y la industria musical para siempre. Cierto es que fue aparentemente desactivado y asimilado por el sistema en unos pocos meses, tal como presagia la pintada que vemos en una de las paredes de la boutique Sex: “Does the passion end in fashion?”, pero también es cierto que fue lo que enseñó a miles de chavales que no hacía falta tocar bien para expresar todo lo que llevaban dentro, que propició la aparición de cientos de fanzines que hablaban de grupos y músicas que no tenían cabida en la prensa mainstream, que alumbró los primeros sellos independientes al margen de todo.

Es una pena que no se ilustre mejor ni se identifique a muchos de los participantes que aparecen en los clubs o acompañando a la banda, ya sean del contigente Bromley o no. Uno reconoce fácilmente a Siouxie o Billy Idol, pero hay que recordar como en aquellos conciertos para apenas cuarenta espectadores estuvieron presentes personas que se vieron impelidos a formar bandas luego tan decisivas e impresionantes como Buzzcocks o Joy Division.

Como pero solo se me ocurre alguna historia paralela que uno no sabe exactamente qué pinta, como lo de la mujer negra y su bolso, pero en conjunto me parece un retrato más que disfrutable y bastante preciso de las personalidades de todos los que fueron miembros de la banda, McLaren y Westwood; y como entre todos ellos dieron forma a ese huracán que tuvo aterrada a la industria y desconcertada a gran parte de la sociedad de Reino Unido unos cuantos meses.
brassneck
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6
26 de diciembre de 2021
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un poco de hype con "No Mires Arriba", ¿no? No pasa de ser una peliculilla entretenida, repleta de lugares comunes, una crítica política previsible e infantil, con un sarcasmo de andar por casa e ironía de baratillo para todos los públicos. Pero (casi) se redime en el tramo final merced a dos cosas. Una, esa última cena en la que un soberbio DiCaprio suelta eso de "en realidad, lo teníamos todo". Una obviedad tan obvia pero que deberíamos repetirnos a nosotros cada día en vez de ir lloriqueando por los rincones: sí, lo tenemos todo y no sabemos apreciarlo.

Y la segunda, que es casi más importante, la reivindicación de los maravillosos Mills Bros., un trío que no escuchaba desde hace diez mil años y cuyo único disco que tengo de ellos he debido rebuscar para celebrar como Dios manda este segundo día de Navidad. Felices Fiestas. Ahora, sí.
brassneck
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