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Críticas de Capi Vidal
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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
2
23 de agosto de 2020
108 de 192 usuarios han encontrado esta crítica útil
Animado por una cinematografía siempre interesante, aunque desigual, la de Icíar Bollaín, y también por las buenas críticas, así como por una actriz, a veces excelente, como es Candela Peña, acudo a una sala de cine a ver la última película de la directora. No soy muy dado a escribir reseñas negativas, sobre películas que poco o nada me han gustado, pero creo que en este caso, dada la casi completa unanimidad en los elogios al film, me parece justo y obligado buscar un poco de ecuanimidad en notas tan excesivas. Y ello lo haré, al menos, desde dos ámbitos o puntos de vista.

En el estrictamente cinematográfico, y tal vez es algo indisociable de otros aspectos, me encuentro una película, y lamento mucho decirlo, muy floja, por no decir tremendamente mala; es más, grotesca en algunos aspectos. Se dice que esta obra ha supuesto una vuelta de Bollaín a sus comienzos, imagino que aludiendo a las reivindicables “¡Hola, estás sola!” o “Flores de otro mundo”, tan sencillas, como emotivas. Es posible que, al menos superficialmente, pudiéramos emparentar “La boda de Rosa” en algunas aspectos con las obras mencionadas. Sin embargo, y a pesar de que, efectivamente, nos encontramos con una historia sencilla, tal vez demasiado, aunque ello creo que bien puede esconder cierta irritante pretenciosidad, prácticamente nada funciona en ella desde mi punto de vista.

El argumento es, efectivamente, tremendamente simple, y hay que recordar que no es ningún handicap a priori, ya que sobre muchos de este tipo se han hecho buenas películas. Sin embargo, todos los problemas recaen sobre el guion, coescrito por la propia Bollaín, sonrojante en la mayoría de sus diálogos y en su pretendida tensión dramática, así como en una realización que poco o nada puede hacer frente a semejante material. Los personajes, con escasa profundidad, mal trazados, nada susceptibles de empatía por parte del espectador, y con unas interpretaciones, de unos actores cuyo talento ha quedado demostrado en otras ocasiones, hay que decirlo suavemente, cuestionables.

Frente a estos aspectos cinematográficos, tan sorprendentemente lamentables, siempre en opinión del que suscribe, dado el talento e interés por su obra que Bollaín ha suscitado casi siempre, hablaremos de las intenciones del film. Se le atribuye a Billy Wilder cierta frase, sin ánimo de ser literal, ya que escribo de memoria, acerca de que cuando quería enviar un mensaje, acudía a algún servicio de correos. Bien, no me cabe ninguna duda que el genial realizador, una vez más, quería reírse de nosotros con semejante aseveración; los buenos guiones, como era el caso del también escritor Wilder, contienen a la fuerza un montón de ideas acerca de los diversos ámbitos de la existencia humana. Otra cosa es lo que pensemos acerca de esas ideas contenidas en un film, del supuesto “mensaje”, término con el que yo mismo no me encuentro a gusto por sus connotaciones reduccionistas y doctrinarias.

Sea como fuere, en el caso de “La boda de Rosa”, el mensaje o idea central, una vez más lamento decirlo por aspectos es lo que incidiré más adelante, es, tan infantil, como grotesco y vergonzante. Y afirmo esto a sabiendas de que se ha querido ver la historia, sin sonrojo alguno, como reivindicación feminista e, incluso, como libertaria y emancipatoria. Como todos estos conceptos, efectivamente, en busca de un concepto amplio de libertad para el conjunto de los seres humanos, aunque concretando en luchas de género o, por poner otro ejemplo ajeno al film, de diversidad sexual, me causan un excesivo respeto, no puedo emparentarlos de ningún modo con la propuesta presente el film. Más bien, la historia nos remite a esa filosofía de baratillo, propia de la posmodernidad, que obvia las alienantes estructuras políticas y económicas, y nos repite machaconamente a un nivel estrictamente individual, e insultantemente pueril, que somos maravillosos y que hagamos realidad nuestros sueños. Es muy posible que esta lectura trascienda las intenciones de Icíar Bollaín, o de Alicia Luna, responsable también del guion; estoy casi seguro de ello, lo cual no evita las sensaciones acerca de su obra que, al parecer, ha provocado en un público muy minoritario del que, de forma obvia, formo parte.

Como colofón a esta reseña, y admitiendo una vez más la inevitable subjetividad que todo lo impregna, sin intención justificatoria alguna, pero con alguna inquietud provocadora, lanzaría una advertencia sobre uno de los rasgos más alarmantes de nuestras sociedades posmodernas: la progresiva pérdida de pensamiento crítico.
Capi Vidal
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2
27 de agosto de 2017
31 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como comedia, inefable y de vergüenza ajena. Como historia de terror, indescriptible y patética. Como cuento romántico, la apoteósis del ridículo. Como historia social, no creo que exista. Seguramente, hay películas más estúpidas que esta, pero ninguna creo que esté amparada en la libertad artística y (supuesto) prestigio del director. Le doy un 2, ya que al menos hay (algunos) buenos intérpretes. Al verla, uno se pregunta cómo es posible que alguien haya decidido plasmar en imágenes semejante guión. Al ver que escritor y director son el mismo, y encima con ínfulas de autor, se entiende. Encima, al parecer para algunos críticos somos los espectadores los imbéciles que no hemos comprendido nada. Si es así, bendita la ignorancia, que nos haga huir de semejantes obras.
Capi Vidal
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5
16 de diciembre de 2022
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pasión que suscita el cine de Carlos Vermut (no hay más que ver este foro) me resulta algo incomprensible y esta nueva película, aunque atractiva a priori, me reafirma en ello. Hay veces en que se han hecho buenas películas de meras anécdotas, pero no es el caso de "Mantícora": bastante lenta a nivel narrativo, en espera constante de que suceda algo que despierta el interés, algo tramposa en su desarrollo y, lo peor, morbosa sin profundización psicológica alguna. No obstante, el aprobado de la nota resulta en que, a pesar de todos sus defectos, mantiene la expectativas del espectador durante gran parte del metraje. Eso sí, la conclusión de la historia es de un despropósito tal, que hace cuestionarse el film y deja un muy mal sabor de boca. Creo que un autor, Vermut, demasiado autoconsciente de su (para muchos) talento. Es posible que, para el futuro, no me vea ya tentado por sus "genialidades".
Capi Vidal
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9
14 de julio de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me alegra ver que hay excelentes críticas, que han comprendido las intenciones de la película. Lamentablemente, hace 20 años, cuando se estrenó en España, no entendieron nada, ni la mayor parte del público (recuerdo enconadas discusiones con amigos sobre la película, me resultaba incomprensible que no vieran más allá de la superficie), ni de la crítica (más sorprendente resulta esto; en Cinemanía llegaron a publicar que era una bazofia militarista, a lo que respondí con una entusiasta carta defendiendo calidad e intenciones de la película, que nunca publicaron).
La novela de Heinlein, como ya se ha dicho, sí es ferozmente militarista; a pesar de la calidad e inteligencia del autor, y de su falta de maniqueísmo en la historia (hay que ser justos), no hay lugar para otras interpretaciones. Heinlein era (muy) de derechas.
Que el guionista Neumeier y Verhoeven, repitiendo intenciones al igual que en su también excelente Robocop, utilizaran este material para darle la vuelta y mostrar lo que sería (o es) una sociedad fascista de estilo norteamericano, creando una obra casi perfecta, solo corresponde a los grandes. Parece mentira que a alguien que se considera cinéfilo se le pasen las referencias, reconocidas por Verhoeven, al cine de Riefenstahl.
Dice mucho del escaso nivel intelectual, y profundo analfabetismo político, que no se comprendieran las intenciones de una película casi perfecta, que afortunadamente ha acabado siendo reconocida y convirtiéndose de culto.
Capi Vidal
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8
6 de diciembre de 2020
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que hace año y pico, en este inefable país, se estrenó la última (y más bien mediocre) película dirigida por el prestigioso Alejandro Amenábar, llamada 'Mientras dure la guerra'. Como es sabido, el film se centraba en el momento del golpe de Estado perpretado por el genocida general Franco y sus secuaces, teniendo como localización la ciudad de Salamanca y como protagonista a Miguel de Unamuno. El colofón era los (¿conocidos?) hechos del Paraninfo de la Universidad de Salamanca donde el intelectual se enfrentó dialécticamente a los sediciosos fascistas con la consecuente ira del ridículo matarife Millán Astray. El film, cómo no, al margen de su calidad, que ya digo que me resultaba bastante discreta, a pesar de su impecable factura, molestó a gran parte del facherío patrio, lo cual es de agradecer. Sin embargo, resulta curioso, meses después de su estreno, pude escuchar a cierto bodoque ultrarreaccionario, en un irrisorio medio televisivo de extrema necedad ideológica, asegurar que a la película de Amenábar no se le había reconocido demasiado “por no ser lo suficientemente antifranquista”. Me gustaría, o no, saber lo que pasa por la cabeza de estos tipos ultraderechistas para mantener su repulsivo relato sobre los hechos recientes de este indescriptible país.

En cualquier caso, al margen de su calidad cinematográfica, no hay duda alguna de que 'Mientras dure la guerra' es una película que se mantiene dentro de esa obviedad histórica, para cualquiera que tenga bien oxigenado el cerebro, de que unos militares facciosos dieron un golpe de Estado a una república democrática fundando una dictadura de casi cuatro décadas. Por otra lado, hay un retrato de Franco, también evidente, el de un general asesino, exento de cualquier forma de piedad, dispuesto a acabar con toda una generación de personas que querían transformar un país atrasado, y que se acabaría haciendo con el poder absoluto. Como el film se centra, fundamentalmente, en un hecho muy concreto de la vida de Unamuno, un hombre con unos bandazos vitales algo peculiares, desde el punto de visto histórico e ideológico no creo que se le puedan poder muchos peros. Sin embargo, ahora se estrena un documental, con el estimulante título de 'Palabras para un fin del mundo', que puede verse como una continuidad, y mayor profundización que aquella película, en esas últimas semanas de la vida del autor de 'Del sentimiento trágico de la vida'.

Este nuevo film, especialmente en este inenarrable país, con su maltratada memoria histórica, resulta más que acertado, además de por indagar en hechos concretos de lo que pasó de verdad en el Paraninfo y para tratar de dilucidar si Unamuno fue asesinado, para poner en su sitio al fascio patrio. Porque que, todavía hoy en día, no se llame a las cosas por su nombre dice mucho de que lo tenemos que padecer en España bien entrado el siglo XXI. Como es sabido, Unamuno, alguien al que tal vez sus creencias cristianas le confundieran en algunos momentos, apoyó en primera instancia a los golpistas desencantado con el desarrollo de la república. Muy pronto, con el colofón del discurso del 12 de octubre de 1936 en la Universidad, se desdijo observando la crueldad de los facciosos, lo que supuso su aislamiento vital e intelectual. Ese apartarse del movimiento, que comprobó en sus carnes que era netamente fascista, no impidió que los futuros vencedores se apropiaran de su prestigio como alguien afín a sus propósitos. Ello, hasta el fin de su vida, con la que acabaron de forma más que probable el 31 de diciembre de aquel año en que comenzó la ignominia. De manera minuciosa y brillante, juntando todas sus piezas a su alcance y dejando las conclusiones obvias para el espectador, el film nos narra todas las criminales actividades de militares y falangistas facciosos, que nada tenían que envidiar a las de los nazis de Hitler. Las conocidas proclamas, “¡Viva la muerte!” y “¡Muera la inteligencia!”, del genocida fundador de la legión Millán Astray, cobran sentido en un estremecedor trabajo de investigación. Una pieza fundamental para tratar de paliar la necia amnesia de gran parte de este indolente país.
Capi Vidal
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