Haz click aquí para copiar la URL
España España · Huelva
Voto de theo56:
5
Drama Ruby (Emilia Jones) es el único miembro oyente de una familia de sordos. Ella es una CODA -child of deaf adult-. A sus 17 años, trabaja por la mañana con sus padres y su hermano en Gloucester, Massachusetts, antes de ir a clase, tratando de mantener a flote el negocio pesquero familiar. Ávida de encontrar nuevas aficiones, Ruby decide probar suerte en el coro de su instituto, donde no sólo descubre una latente pasión por el canto, sino ... [+]
8 de septiembre de 2021
27 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
CODA es un remake de la película francesa La familia Bélier (2014). CODA ha ganado los mejores y más grandes premios del Festival de Sundance. CODA es una historia que se ha contado mil veces antes, y sigue siendo bonita por momentos, aunque no por eso deja de transmitir un tóxico mensaje.

La película no destaca ni en su dirección ni en su fotografía. La simpleza invade la pantalla porque el público al que la película va dirigido es uno alienado, amaestrado. El público de CODA no busca grandes artilugios en la dirección; busca que le cuenten la historia a través de los diálogos de los personajes. Este público busca entretenimiento, y CODA ofrece entretenimiento. Uno repetido en mil películas anteriores, pero entretenido al fin y al cabo.

La magia de la película es la unicidad que reside en la comunicación de sus mensajes. La familia es sorda, menos la protagonista, que además tiene una voz preciosa y quiere explotarla al máximo. La familia es de clase trabajadora, pescadores que se parten el lomo mientras los empresarios del puerto les roban la plusvalía y se quedan con la mayoría de su dinero. La familia protagonista y las familias del pueblo están siendo asfixiadas por el capitalismo empresarial que mira por los beneficios de los de arriba, olvidándose de los de abajo. No solo es el capitalismo quien se olvida de ellos, también la propia protagonista.

Margaret Thatcher y la oleada global neoliberal de los 80 puso encima de la mesa una cuestión infame: el individuo está por encima de la colectividad. El problema que plantea la película no está lejos de los postulados de Thatcher: el problema no es la clase, eso es más que obvio y se puede observar; el problema es el sentimiento de clase. El sentimiento de pertenecer a una clase. La película, al igual que muchas del género, crea esta falsa ilusión de que la ambición del individuo está por encima de los intereses y necesidades de los demás, de los de su clase. La niña tiene una voz preciosa, pero no podrá hacer nada en el pueblo porque hay que ir a la universidad. La película no deja lugar a dudas, a preguntas, a reflexiones. CODA transmite la sensación de que necesitamos huir, coger ese ascensor social más que averiado y sin arreglo, olvidarnos de la clase de la que vinimos, y salvarnos. Debemos hacer eso porque nuestro bien está por encima del de los demás. El enfrentamiento es constante y está basado en falacias: no se trata de elegir.

La película opta por contar un caso milagroso y real de entre los millones de casos que no tienen las mismas oportunidades. Contar la historia de la niña que gana poder y fama no tiene ningún mérito porque se basa en una situación excepcional, improbable estadísticamente, algo irreal y muy poco usual. CODA busca sumergir al espectador en una burbuja de ensueño, pero a su vez obligarlo a intentarlo, y si fracasa.. eso ya no responsabilidad de la película, eso es culpa del individuo porque "no se ha esforzado demasiado". El padre lleva toda su vida esforzándose, pero nunca ha salido de la pobreza ¿Cómo se come eso?. CODA es neoliberalismo porque llevamos décadas mamando de lo mismo.

¡Cómo habría cambiado la película si se hubiera contado la historia del chico con la familia disfuncional, de la amiga de clase trabajadora que todavía es una niña y ya está trabajando en un bar, del hermano sordo que se queda trabajando porque su única ambición es hacer feliz a los demás, a los de su círculo! ¡Qué película habría salido! Pero mejor no, mejor contemos la historia de siempre, la excepción, la fantasía. Mejor nos olvidamos de los de siempre, de los que se quedan abajo porque la pobreza se los come, de los que sufren las consecuencias de una redistribución injusta de las riquezas; de esos nos olvidamos porque no tienen voz, casi de manera literal.

Seguimos edulcorando el neoliberalismo porque nos hemos creído la farsa de su mensaje.
theo56
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow