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Voto de Kauko Mieli:
9
8,1
20.160
15 de abril de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay mucho más qué añadir a lo que ya se ha revelado en críticas anteriores. En mi caso, vi esta película por primera vez en 2006. Es una habitual en las Asociaciones de enfermos alcohólicos junto con 28 días (que no le llega ni a la suela de los zapatos), Cuando un hombre ama a una mujer (ídem Segunda parte) o Leaving Las Vegas (un peliculón del que hablaré algún día y que vi unas ochocientas veces aprox).
Días de Vino y Rosas no es una película sobre el alcoholismo al igual que las dos anteriores. Es un concepto, un concepto que el chicoparatodo de Hollywood, Blake Edwards supo desenvolver con una soltura impropia de una persona que no tiene ni ha tenido ninguna adicción con el alcohol (quizás sí con el chocolate).
Lee Remick está magnífica en su papel y la evolución es brutal. Lástima de actriz desaprovechada ( a partir de los 35 apenas les daban papeles a las actrices en aquella época) y Jack Lemmon que fue co-partícipe de esta maravilla.
La sencillez de la trama contrasta a la perfección con dos destinos entrelazados por la adicción.
Días de Vino y Rosas no es una película sobre el alcoholismo al igual que las dos anteriores. Es un concepto, un concepto que el chicoparatodo de Hollywood, Blake Edwards supo desenvolver con una soltura impropia de una persona que no tiene ni ha tenido ninguna adicción con el alcohol (quizás sí con el chocolate).
Lee Remick está magnífica en su papel y la evolución es brutal. Lástima de actriz desaprovechada ( a partir de los 35 apenas les daban papeles a las actrices en aquella época) y Jack Lemmon que fue co-partícipe de esta maravilla.
La sencillez de la trama contrasta a la perfección con dos destinos entrelazados por la adicción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es impresionante como se retrata lo que la mayoría de personas que padecen alcoholismo y otras adicciones piensan; la vida sin alcohol es aburrida. Esa es la conclusión a la que llega la protagonista y el motivo por el que es casi imposible que abandone su consumo. El gran inconveniente es una falta de motivación - en la que la atrofia de los receptores dopaminérgicos tiene mucho qué decir - pero, sin entrar en temas técnicos, me resulta imprescindible tanto como película como a nivel terapéutico.