La película más insoportable y cansina del pasado Festival de Sitges fue sin ninguna duda este título. Un intento de inquietar al espectador con continuas escenas repetidas en un ritmo totalmente lento que aburrió a todos los asistentes ávidos de ver historias de terror.

Estamos en 1973, en una isla desierta muy pequeña. Allí vive solo una mujer con un chubasquero rojo que tiene la única tarea de observar un manojo de flores silvestres y tirar una piedra a un profundo hoyo. Su rutina diaria es invariable, pero el progresivo aislamiento hace que su sentido de la realidad se comience a alterar a medida que pasa el tiempo.

El director Mark Jenkin, filma esta historia en celuloide de 16 milimetros para intentar parecer un film antiguo. Ya su anterior film "Bait" que pude ver en el festival de Sevilla me pareció un horror, por lo que ya fui con algo de miedo a la proyección.

La verdad es que este tema de volverse loco ante un aislamiento ha tenido títulos muy interesantes como "El resplandor" o "El faro", no es este caso, ya que el repetir lo mismo durante todo el metraje intentando de vez en cuando meter alguna inquietante escena sobrenatural no hace más que entorpecer un ritmo totalmente aburrido.

Me pareció un film totalmente vacío, que igual como performance vanguardista de arte podría colar, pero como película desde luego que no.
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