Amelia (Essie Davis) es una mujer viuda que vive junto a su pequeño hijo de seis años Samuel (Noah Wiseman), su esposo y padre del chico perdió la vida cuando él nació porque mientras la llevaba al hospital, tuvieron un accidente de tránsito, este hecho la marcó de tal forma que no ha podido superarlo, se encuentra en una gran depresión, razón por la cual la relación con el niño no es buena.

La película es el primer largometraje de la realizadora australiana, basada en su cortometraje Monster (2005), quien también es la escritora del guion, un trabajo que explora en la psicología de una mujer atormentada, la relación con su hijo, víctima de la incapacidad de su progenitora de no superar la muerte de su marido, retoño convertido en un enorme peso que obviamente no puede quitárselo de encima.

Kent da muy buenas muestras como directora, como escritora y mejor aún, manejando los elementos más primitivos del terror, una obra que da gusto cómo se va desarrollando y constituyendo. Desde los primeros minutos deja claro ese choque entre las existencias de madre e hijo, para posteriormente ir enfocando la obra con elementos paranormales referentes al Babadook, para llegar a unos minutos finales impresionantes.

La atmósfera que va creando el film es genial, la forma en cómo se va constituyendo este espectro es de lujo, un trabajo visual sobresaliente, aquí hay que detenerse un momento para decir que si bien la película cuenta con un presupuesto ínfimo, comparado a otras producciones de terror ($2 millones), para nada hace falta más dinero por lo bien hecha que está, fácilmente deja entrever algo que al menos para mí es obvio, el talento está por encima de cualquier cosa.

Otro de los puntos altísimos son las actuaciones, el dueto Davis-Wiseman está inmejorable, en conjunto están sobresalientes, y cada uno por su parte igual, la transformación que va vivenciando la mujer y la forma en cómo el chico se enfrenta a toda esta situación, sus reacciones muy naturales son tremendas, al punto de que llega a conmover, frente a otros instantes donde su aspecto, un tanto siniestro, ayuda mucho. También a destacar el trabajo de maquillaje.

No tengo quejas para esta gran propuesta australiana, poderosa y sorprendente, que le da vida a uno de los géneros más prostituidos de la actualidad, porque no es solo un monstruo, que apenas se ve, se enfoca más en su protagonista femenina, en su interior, en lo que siente y lo que dejó de sentir, y en cómo todo eso le afectó, sobresaliente.