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Voto de Cinemagavia:
7
Drama Con su vida personal eclipsada por las exigencias de su trabajo, Philippe Lemesley llega a un punto de ruptura cuando su esposa abandona su matrimonio. Su relación no ha resistido a las presiones del trabajo. Tras décadas como alto directivo en grupo industrial, Philippe ya no sabe cómo responderá las demandas incoherentes de su compañía. Llega el momento en el que tiene que hacer balance, y decidir el sentido de su vida.
2 de septiembre de 2022
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Diferente pero igual

Un nuevo mundo no deja de ser la misma historia que el director, junto a Vincent Lindon y el guionista Olivier Gorce, comenzó a contar en La ley del mercado (2015) y En guerra (2018). Este mundo es tan similar que el título de la nueva película presenta connotaciones siniestramente sarcásticas. Porque no parece existir otro mundo; porque una vez más se habla de dificultades con el capital y de empresas rentables sin rendimiento suficiente, incapaces de aumentar los beneficios. La respuesta de la propiedad, de todo dueño de empresa, es siempre la misma: cortar, purgar y reubicar; pagar menos por trabajar más.

Vincent Lindon ya no es un trabajador, sino un ejecutivo con la tarea de despedir a decenas de empleados. Uno por uno, nombre por nombre, utilizando el mismo rotulador que siempre lleva en la mano y que no se detiene ni para ver el vídeo de cumpleaños que le envía su hija. Una obra en la que el actor ya no es un rostro entre la multitud, sino una figura aislada en prácticamente todos los planos. El dolor de cada despido no debe afectar a nadie más que a él. Pero la esposa ya no aguanta más y el hijo sufre un colapso emocional del que tiene prisa por recuperarse (para no quedarse atrás).

*Encerrados en el plano

En los momentos más tensos, Stéphane Brizé prefiere mantener la distancia y aplastar a los personajes dentro del cuadro. Destaca, por ejemplo, las paredes de la casa o el habitáculo del coche en el que se encuentran. Como contrapartida, los pocos momentos de paz en la familia, en los que sobresalen los campos en general y la cámara en mano, establecen la —momentánea— armonía entre ellos. Si hubiésemos definido el planteamiento del director como "austero, frío y despiadadamente desprendido", aquí se abrirían paréntesis intimistas y líricos, que transmiten con fuerza los sentimientos del protagonista.

El estilo del cineasta francés es sobrio, orientado a conseguir un resultado concreto. Esto es fruto, probablemente, de un largo trabajo documental en el terreno: encuadrar con dinamismo una reunión de empresa, alternando hábilmente primeros platos y planos generales con la cámara en mano, dando una sensación de realismo perfectamente acompañada por la interpretación. Ni un segmento, ni un plano superfluo, en poco menos de una hora y media se alcanza el clímax sin descuidar ningún aspecto.

*Conclusiones

¿Cómo se puede mantener la dignidad en un mundo que parece conspirar para aniquilarla? Un héroe cuyo estatus Stéphane Brizé celebra con orgullo en un final abierto: “Mi libertad me costará cara, pero no tiene precio”. Brizé y Vincent Lindon logran el milagro de hacernos creer que sí, que tal vez otro mundo sea posible.

Un nuevo mundo es una película sencilla y clara. Se construye a través de una serie de diálogos entre familia o entre trabajadores, para marcar la crisis personal de Lindon. Quizás más fino en el lado privado, y ocasionalmente con alguna simplificación narrativa, sin embargo, la película tiene una sinceridad y credibilidad notables, gracias también a las grandes actuaciones de sus protagonistas.

Escrito por Soraya Unión Álvarez
Cinemagavia
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