En materia visual existen muy pocas ocasiones en el cine en la que uno sale del mismo con la sensación de haber visto algo que tardará en volverse a repetir, con la sensación de que los responsables del film han dejado el liston creativo, estético e imaginativo tan alto que cuesta creer q vaya a superarse durante un largo tiempo; aunque con la escéptica ilusión de ver que será lo próximo. Sin embargo, afortunadamente la facultad de superacion y fascinación que tiene el cine cuando cae en buenas manos es ilimitable. Cierto, nos llegarán infinitos bodrios y despropósitos que hagan que a veces deseemos enterrar y lapidar todas las pantallas azules del planeta y a todos los técnicos de FX. Pero merecerá la pena mientras existan Peter Jacksons o Zack Snayders por ahi sueltos capaces de facturar imagenes, secuencias, películas de tal impacto y belleza que sea hagan ciertamente difíciles desprenderse de la memoria; que hagan que no verlas en una pantalla de cine sea poco menos que un pecado.

Pero no solo el apartado visual merece especial reseña. Particularmente llevo esperando 300 no solo desde que oí que se encontraba en fase de preprodución, llevo esperándola desde que de crio viese el León de Esparta, película que me atrapó por la fuerza de la historia. Gracias a dios que no fui el único, y que también cautivara a un tal Frank Miller que futuramente pusiese todo el ingenio de su pluma al servicio de tan fascinante relato épico.

No lo duden, vayan a verla, no esperen al DVD, que con los años puedan decir: "yo la vi en el cine". Indudablemente 300 contiene muchas de las más bellas escenas jamás filmadas.