Esta vigésimotercera película de Bond tiene algo que no me llega a gustar, y eso que iba con buena predisposición después de leer críticas tan positivas. Seguramente sea porque esta es la película menos "Bond" de todas y pierde muchas claves por el camino, lo cual no quiere decir que sea mala.

La intención de profundizar más en los personajes, sobre todo en el pasado de un Bond herido mental y físicamente, no está mal, siempre y cuando se convierta en una tradición y no en una anécdota. Aún así, Mendes aburre a ratos, con diálogos lentos y faltos de interés.

Javier Bardem cobra protagonismo propio gracias a una interpretación muy buena de villano. Su histrionismo es el justo y necesario para no caer en lo cómico, y recuerda vagamente al Joker de Heath Ledger. A pesar de eso, no se explota del todo la rivalidad Silva-Bond, y se centra más en Silva-M, que no termina de cuajar esa relación.

Una pequeña mención a Q, que creo que se ha escogido muy bien su papel de joven informático pero con personalidad propia como para responderle a Bond. Aunque Q esté presente, no se hace notar demasiado por sus gadgets, limitados a una radio en miniatura, bastante deprimente.

Por último, destacar el buen hacer de Sam Mendes detrás de la cámara. Me haya gustado más o menos la película, no quita que sabe muy bien lo que hace y nos deja con secuencias grabadas impecablemente y algunos planos largos muy bellos.

Realmente, reconozco que "Skyfall" es una buena película, pero quizás es que me ha trastocado tanto lo que me esperaba de un James Bond que no me ha terminado de cuajar.