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España España · Ávila
Voto de Ludovico:
3
Romance. Drama Lai Yiu-Kai y Ho Po-Wing viven una apasionada relación. Viajan desde Hong Kong a Argentina, pero la llegada al nuevo país parece transformar las cosas y Ho, de repente, abandona a Lai. Éste comienza a trabajar como portero de un bar, con el único afán de reunir el dinero suficiente para volver a su país. Un día Ho reaparece, pero las cosas ya no son iguales... (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2008
39 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta historia, en lugar de a dos hombres homosexuales tuviera como protagonistas a un hombre y una mujer, probablemente parecería un relato más bien insubstancial, mil veces contado, de amores devoradores, posesiones destructivas, celos, etc.: algo que la narrativa del siglo XX ha repetido hasta el aburrimiento. Pero el problema no es la repetición —pues, antes de que surgiera la neurótica manía de la novedad, el arte ha repetido siempre modelos fijados, lo que no ha impedido la aparición de grandes obras maestras—, sino la modalidad de la repetición, la reiteración de actitudes, situaciones y personajes cerrados sobre su propia singularidad, limitados a su más estrecha concreción, y que no reflejan ni proyectan nada que vaya más allá del nivel del suceso, de lo que ocurre aquí y ahora.

Y difícilmente podría ser de otro modo, dado el lenguaje utilizado: planos cortos, movimientos de cámara abundantes y rápidos, contrastes cortantes, ritmo fragmentador: formalmente, estamos ante una mezcla de realismo naturalista y estética del videoclip, dos planteamientos formales aparentemente lejanos entre sí, pero que se refuerzan mutuamente en su tendencia a encerrar cada acontecimiento en su temporalidad específica, en la clausura de toda transcendencia simbolizadora, convirtiendo así cada acontecimiento en anécdota. Una estética violenta y un tanto neurótica que, como un niño impertinente o un adulto inmaduro, reclama constantemente nuestra atención para no decirnos, en definitiva, casi nada. Y el impacto visual, la conmoción del instante, está aquí, como suele ser habitual, en relación inversa con la capacidad de «impregnación»: la película, que se pretende novedosa pero que en el fondo es harto convencional, se olvida al día siguiente de verla para no recordarla más...

Todo esto no quiere decir que el director no tenga «oficio», que ciertamente lo tiene, pero eso no significa mucho: hasta el bombardeo de una ciudad puede realizarse con oficio y de forma técnicamente impecable.

Es de lamentar que los cineastas orientales hayan renunciado a toda integración de su propia tradición cultural con algo tan ajeno —y probablemente tan contrario, es cierto— como el cine. El proyecto era extremadamente difícil por la disparidad de las realidades que había que conjugar, pero eso mismo lo hacía interesante, y algunos directores japoneses como Ozu, Mizoguchi o Kobayashi lo intentaron en su momento con resultados diversos pero en general interesantes. Parece que, por el contrario, nada semejante se ha llevado a cabo desde el cine chino, que se mueve entre el exotismo de bazar pasado por Hollywood —al estilo Zang Yimou y su «Maldición de la flor dorada»— y la adopción de los criterios más característicamente occidentales en el fondo y en la forma, como en el caso de esta película.
Ludovico
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