Se ha dicho aquí que qué admirable que un país tan pequeño sea capaz de una producción como esta.
Pero es que en Islandia, con una población como, por ejemplo, Bilbao, tienen pasta para todo. Un pib per cápita de más de 50.000 $. Nosotros no llegamos a los 38.000. Más que un país es un municipio. Y con pasta se puede contratar a buenos técnicos.
Muy interesantes algunos temas, pero como es política ficción quedan muy en la superficie. Lo que podría haber sido una buena serie de política va descarrilando cada vez más hacia un problema mental. O sea que en lugar de primer ministro, el hombre podría haber sido cualquier otra cosa.
Todo se mantiene bien gracias a la maravilla de actuación de Ólafsson, a pesar de que, como serie, tiene que ir proponiendo algunas subtramas que no tienen mucho interés.