The Minister (Serie de TV)

Ólafur Darri Ólafsson es un actor particularmente angelado. Transmite desde muy dentro de sus medios expresivos. Engalana todo aquello que toca desde aquel magnífico primer ciclo de “Trapped” hace ya algunos años. En esta serie la complejidad de su personaje se presenta con un verosímil apabullante. Paladeamos su euforia y lamentamos su depresión. Es, de entrada, un político tranquilo, novedoso y particularmente honesto. Es la cordura personificada, humanizada. Leves indicios, y pequeñas salvas de extraño fuego en su conducta lo llevarán a unas excentricidades que terminarán por devolver un ministro irracionalmente entusiasta hasta tocar de cerca la locura. Ólafsson cubre cada detalle de estas experiencias con una profundidad insólita.

El desarrollo del conflicto no es impecable. A menudo cae en ripios con peligro de aburrimiento. Pero la evolución de los personajes y la entrega del elenco entero nos meten profundamente en la trama. Será además ocioso hablar del paisaje islandés. Solo hay que verlo un rato para saber lo que es tomar contacto con los dioses.

Párrafo aparte, Islandia tiene sólo 350.000 habitantes y, sin embargo, se las ingenia para producir con regularidad series de alta calidad. Y no los detiene que su idioma sea exclusivo de la isla, y que toda su producción deba por fuerza ser subtitulada para el mercado secundario.

Bravo Islandia. Ojalá continúe este camino y nos entregue año a año más trabajos notables.

Una buena producción, de hecho coproducción entre varias de las grandes cadenas públicas nórdicas, localizada y rodada completamente en Islandia sobre las glorias y penas de un recién llegado a la política islandesa. Un Borgen más austral y minimalista que ahonda mucho más en las dificultades del político como ser emocional que en las batallas políticas sofocantes del clásico danés.

Grandes localizaciones, producción muy creíble y trama que sorprende y no decepciona. Mención para el actor protagonista que borda las montañas rusas emocionales que vive el protagonista de la serie.

Muy acertado el tratamiento y enfoque de la enfermedad mental con la muy fantástica interpretación del protagonista

Se ha dicho aquí que qué admirable que un país tan pequeño sea capaz de una producción como esta.
Pero es que en Islandia, con una población como, por ejemplo, Bilbao, tienen pasta para todo. Un pib per cápita de más de 50.000 $. Nosotros no llegamos a los 38.000. Más que un país es un municipio. Y con pasta se puede contratar a buenos técnicos.
Muy interesantes algunos temas, pero como es política ficción quedan muy en la superficie. Lo que podría haber sido una buena serie de política va descarrilando cada vez más hacia un problema mental. O sea que en lugar de primer ministro, el hombre podría haber sido cualquier otra cosa.
Todo se mantiene bien gracias a la maravilla de actuación de Ólafsson, a pesar de que, como serie, tiene que ir proponiendo algunas subtramas que no tienen mucho interés.

Empieza la serie y es casi inevitable que ese aspirante a político, que parece tan poco político y que resulta tan sincero, cercano y campechano nos caiga bien a casi todos.

A lo largo de los ocho capítulos iremos descubriendo que no es oro todo lo que reluce. Es cierto que comparado con casi todos los demás, un poco demasiado cercanos a los políticos a los que no les interesa nada más que el poder, puede seguir sin parecernos el peor. Pero iremos descubriendo que a veces, puede haber un lado oscuro y peligroso en el ser tan poco convencional.

A pesar de algunos estereotipos, el guión funciona bien y los maravillosos paisajes islandeses añaden brilllo a bastantes capítulos. Tanto como serie breve política (en un país donde ha habido movimientos interesantes en las últimas décadas que se reflejan en esa ansia de cambio que está en el inicio de la serie), como pequeña introducción a Islandia y sus contradicciones de cultura muy moderna y muy tradicional a la vez, la serie funciona y se deja ver bien.

Si no me equivoco, "The Minister" es la primera serie o película islandesa que veo. Y lo que nos traen estos nórdicos, es una obra diferente en tanto que trata de acercarnos de forma más bien realista a los entresijos de la política de un país. Aquí hay mucha tela que cortar con un candidato a gobernar Islandia que no se sabe si es radical, populista, progre o medio fascista, en la terminología de ahora. Lo que está claro es que no es conservador, a pesar de que en la serie nos describa de este modo a la oposición, básicamente porque en Islandia nunca ha existido un partido con tal denominación, ni tampoco programa, porque, ¿qué es lo que tendría que conservar cuando te separas de Dinamarca, cambias la monarquía por la república y adoptas el feminismo? Pues nada.

Dicho lo cual, aunque "The Minister" no deja de abordar algunas cuestiones de actualidad, como la adopción del Euro, la unión de Iglesia y Estado, bastante común en los países nórdicos, o el simple funcionamiento de los partidos políticos, desaprovecha una magnífica oportunidad para abordar en profundidad y sin maniqueísmos las cuestiones ideológicas que del arte de gobernar se derivan. Sin embargo, aquí deciden poner a los villanos de siempre, los inventados conservadores, la derecha mala... que no existe en Islandia, y cuando no, deriva en una especie de drama psiquiátrico que si bien permite que su actor principal se luzca, no aporta nada y hace que argumentalmente se desvíe hacia un punto muerto. Si hay segunda temporada, ya veremos si logra mejorar.