Por eso no me gusta el género de terror. No porque me siga asustando, sino porque vencí mis terrores irracionales a base de racionalismo y cuando veo una historia de estas, con intervenciones sobrenaturales, simplemente no me creo nada. Puedo sentir algo de desasosiego por los recursos cinematográficos empleados para crear tensión o me pueden dar un susto, pero no puedo evitar una actitud escéptica. Por mucha voluntad que ponga, no puedo vencer la incredulidad. En definitiva, no puedo tomarme en serio el terror sobrenatural.
En esta película se utiliza al monstruo como metáfora del dolor de la pérdida y la subsiguiente depresión. Al principio, el niño está desquiciado. Después, la madre está desquiciada. Se sacan de quicio el uno al otro. Pero eso es algo que pasa en muchas familias todos los días y en todas partes sin necesidad de presencias sobrenaturales. La vida de muchas familias puede ser un drama con tintes de thriller psicológico y el monstruo y sus víctimas tener lazos de consanguinidad. Hace poco que hemos visto "Mommy", que va también de hijo y madre desquiciados, en la que no había nada de sobrenatural y sí mucho de "sobreartificial".
Igual es esto lo que nos quiere contar la guionista-directora. No voy a decir que le falte talento, pero hubiese preferido que contase esta historia como un drama, sin recursos a lo sobrenatural, porque en cuanto aparece este elemento yo me salgo de la película. Tal vez la peli sea tan buena como dicen algunos críticos, pero yo me declaro incapaz de sentir emociones con este género.