Han pasado 50 años desde que Sean Connery diera vida en pantalla por primera vez a James Bond. Tras más de una veintena de misiones de espionaje con villanos míticos, artilugios tecnológicos, cochazos y chicas Bond, es hora de renovarse.
Skyfall es un homenaje al pasado de 007 y una declaración de intenciones de lo que será en el futuro.
Sam Mendes (Camino a la perdición) se encarga de actualizar el estilo "Bond" tomando como referente al Batman de Christopher Nolan, y nos muestra el lado más turbio e imperfecto del espía más famoso del MI6.
El argumento es más ambicioso de lo habitual, rebaja las dosis de acción y adquiere una dimensión más profunda jugando con temas como la lealtad, el deber o el miedo. El ritmo de la película es más característico del thriller de suspense que de una cinta de acción.
También presenta un oponente diferente, más emocional y perturbador, con ciertos detalles que recuerdan al Joker de Ledger.
A pesar de intentar mantener la tensión apoyándose en su Hanszimmeriana banda sonora, Mendes no logra en todo momento ese propósito.
Lo mejor del film llega de la mano del reparto. Empezando por Daniel Craig como protagonista: se ha apropiado del personaje, mantiene su esencia, elegante y seductor, pero lo dota de una maravillosa oscuridad hasta ahora desconocida en 007. Genial.
Craig tiene esta vez un "alter ego" a su altura, un excéntrico Javier Bardem que interpreta impecable un papel que sonaría para el Oscar si Sam Mendes hubiera aprovechado su talento. Al final promete más de lo que da. Mención especial para Judi Dench en su papel de M, sublime.
Después del fracaso de su predecesora, Skyfall resucita al mejor Bond e intenta llevarle al camino del éxito del nuevo cine de acción innovado por Nolan. Aún le queda mucho por recorrer, pero la dirección es la correcta.

Lo mejor: El trío Craig-Bardém-Dench. Localización y fotografía, especialmente en el último tercio.

Lo peor: No consigue llegar al nivel de incertidumbre que persigue. El pretencioso nuevo "Q".