Una película que no se olvida fácilmente. En absoluto. Se debe tener estómago para poder ver "Martyrs", la obra de culto que lanzó al estrellato a Pascal Laugier, uno de los creadores sumergidos en la corriente francesa «New French Extremity», de la violencia extrema.

Y seguramente, ésta sea una de las que mayor impronta ha logrado en el celuloide, con permiso de "Frontières", otra pequeña joya parida por Xavier Gens.

"Martyrs" es una película muy cruda y visceral, mimada con un inteligente uso de cámara y la minimalista puesta en escena, con una utilización del sonido exquisito y una aberrante BSO. El áspero encuentro con el más allá merece la hora y cuarenta minutos de duración que consiguen, en algunos momentos, elevarte el pulso. Un producto muy compacto y preciso, pensado al detalle, en el que rebosa pasión por los costados (menuda ironía), y es, de los pocos títulos con los que me he topado, que da una presentación digna a una organización oculta.

Precisamente por esto, creo que la gran destacada de Laugier, ha logrado semejante altitud; por estar rodada y narrada con pulso y empaque. Por ser consecuente consigo mismo desde el principio hasta el final.