El boxeo en Estado Unidos en los años 50 se proyectaba no como deporte sino mas bien como un espectáculo muy unido a las apuestas, era mucho el dinero que se movía y el fraude era mas que la sombra de una sospecha.

Mark Robson da su visión mas completa de este mundo, boxeadores con mucho músculo y poco cerebro y toda la parafernalia de acólitos que acompañaban al púgil, parásitos que no vivían con él sino de él, explotándole al máximo, viéndolo no ya como un esforzado deportista sino como un activo de inversión del que había que obtener el máximo rendimiento en el menor tiempo posible.

Del paisaje de actores del film destaca Bogart como lo haría un monolito en una llanura, nadie le da el contrapunto necesario para obtener una victoria ajustada “a los puntos” por lo que se produce un claro “knock out” o victoria por fuera de combate.

Actores aparte la película resulta un tanto tediosa con un guion sin sustancia y unos continuos y pésimos simulacros de combates de boxeo.