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Voto de mnemea:
10
7,0
11.068
Drama. Romance
En alguna parte de ese inmenso océano negro que es el cosmos, hay una isla con colinas de tierra roja, a la que llega Ángel para fumigar y exterminar la plaga de cochinillas que produce en el vino un extraño sabor a "tierra". Bajo la atmósfera de unos cielos eléctricos y el contacto con unas gentes sencillas, Ángel encuentra la oportunidad de resolver su desdoblamiento de personalidad por medio de la elección entre dos mujeres. (FILMAFFINITY) [+]
29 de mayo de 2009
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día, con fecha exacta:
Era el año 1998, lo recuerdo porque en los últimos días de verano se estrenó "Los amantes del círculo polar", aunque no la vi hasta varios años después. Era el primer día de clase, al menos el primer día con aquel profesor. Él llevaba una camiseta de Corto Maltés, un maletín rígido, distinto, y estaba nervioso, más de lo normal, hacía largas pausas en su discurso y no nos miraba a nosotros, miraba a la pared del fondo, como buscando un punto de apoyo ante tanta mirada de búho vigilante. Eso me permitió fijarme en sus ojos, eran grises, bueno, un color no definido, pero muy llamativos. No recuerdo las explicaciones básicas que seguramente nos dio aquel día, pero sí recuerdo una idea que tuvo. Nos explicó que ese mismo domingo fue al cine, a ver ese estreno, que le gustó mucho, que Medem era un gran director español y que esa semana iban a retransmitir dos películas suyas en La 2, creo que fue el primer programa de versión española. Colgó en la pared una hoja donde ponía el día, las películas, el director, a disposición de quien quisiera verlas.
Por mi característica curiosidad, no podía dejar pasar aquella oportunidad, compré dos cintas vhs para grabar las películas, así podría verlas cuando quisiera. Recuerdo haber pasado días tras mi hermano para que se acordara de cambiar la cinta cuando comenzara la segunda película. Cuando por fin pude verlas fue una gran experiencia, descubrí algo nuevo, ese tratamiento que tiene Medem en sus metrajes, entre mágico, onírico e irreal.
Se convirtieron en mis dos preciados vídeos, incluso les personalicé las carátulas, siguen conmigo, aunque ya haga muchos años que no pueda reproducirlos, desde la última muerte tecnológica. Les tengo un cariño especial y al fin recordé por qué, fue porque admiré las películas que aquel profesor me recomendó, porque admiré aquel profesor que nombró aquellas películas sólo para mí. Porque puedo decir que fui la única que mostró interés por esa recomendación de un desconocido, la única que las vio, pero mi profesor nunca lo supo, nunca se lo comenté, fue mi secreto. Recuerdo que meses después me contó que tenía una habitación llena de películas clásicas, cientos de ellas... a veces no sabes con quien te vas a encontrar, no te imaginas en ese preciso instante que quien tienes delante te va a marcar para siempre, que no lo vas a olvidar nunca. Yo tengo dos cintas de video y un collage que me recuerdan un personaje que seguramente ayudó a crear quien soy ahora, me descubrió a Medem, me convertí en su mejor alumna (por habilidad, no por intención) y miró miles de veces aquel año la pared del fondo de la clase. Cada persona que lea esto, será cómplice de una historia jamás contada.
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Era el año 1998, lo recuerdo porque en los últimos días de verano se estrenó "Los amantes del círculo polar", aunque no la vi hasta varios años después. Era el primer día de clase, al menos el primer día con aquel profesor. Él llevaba una camiseta de Corto Maltés, un maletín rígido, distinto, y estaba nervioso, más de lo normal, hacía largas pausas en su discurso y no nos miraba a nosotros, miraba a la pared del fondo, como buscando un punto de apoyo ante tanta mirada de búho vigilante. Eso me permitió fijarme en sus ojos, eran grises, bueno, un color no definido, pero muy llamativos. No recuerdo las explicaciones básicas que seguramente nos dio aquel día, pero sí recuerdo una idea que tuvo. Nos explicó que ese mismo domingo fue al cine, a ver ese estreno, que le gustó mucho, que Medem era un gran director español y que esa semana iban a retransmitir dos películas suyas en La 2, creo que fue el primer programa de versión española. Colgó en la pared una hoja donde ponía el día, las películas, el director, a disposición de quien quisiera verlas.
Por mi característica curiosidad, no podía dejar pasar aquella oportunidad, compré dos cintas vhs para grabar las películas, así podría verlas cuando quisiera. Recuerdo haber pasado días tras mi hermano para que se acordara de cambiar la cinta cuando comenzara la segunda película. Cuando por fin pude verlas fue una gran experiencia, descubrí algo nuevo, ese tratamiento que tiene Medem en sus metrajes, entre mágico, onírico e irreal.
Se convirtieron en mis dos preciados vídeos, incluso les personalicé las carátulas, siguen conmigo, aunque ya haga muchos años que no pueda reproducirlos, desde la última muerte tecnológica. Les tengo un cariño especial y al fin recordé por qué, fue porque admiré las películas que aquel profesor me recomendó, porque admiré aquel profesor que nombró aquellas películas sólo para mí. Porque puedo decir que fui la única que mostró interés por esa recomendación de un desconocido, la única que las vio, pero mi profesor nunca lo supo, nunca se lo comenté, fue mi secreto. Recuerdo que meses después me contó que tenía una habitación llena de películas clásicas, cientos de ellas... a veces no sabes con quien te vas a encontrar, no te imaginas en ese preciso instante que quien tienes delante te va a marcar para siempre, que no lo vas a olvidar nunca. Yo tengo dos cintas de video y un collage que me recuerdan un personaje que seguramente ayudó a crear quien soy ahora, me descubrió a Medem, me convertí en su mejor alumna (por habilidad, no por intención) y miró miles de veces aquel año la pared del fondo de la clase. Cada persona que lea esto, será cómplice de una historia jamás contada.
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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Recuerdo perfectamente la escena que más me gustó de esta película, porque la película tampoco la he olvidado, aunque voy a verla de nuevo, seguro que pasados más de diez años la veré con otros ojos, o tal vez surjan las mismas sensaciones. Voy a rescatar sueños, días de secretos. Voy a recatar la sonrisa de Nancho Novo, a Silke comiéndose a los hombres. Rescataré a Carmelo Gómez y su demencial personaje, y a Emma Suárez y su dulzura encubierta. Rescataré la escena en la que los cuatro han cruzado sus cuerpos, todos se dan cuenta, pero desayunan juntos entre sonrisas nerviosas. Y veré de nuevo los ojos de Carmelo en el café, mi plano preferido.
Algunos días después:
Ya he vuelto a reencontrarme con la roja tierra que rodea las viñas, la que le da un cuerpo especial y distinto al vino.
Ángel medio vivo, en parte en otro plano cósmico, conviviendo con el doble pensamiento, gran conversador, conociendo sus posibilidades, todas abiertas en dos direcciones. Viene a terminar con la cochinilla, o tal vez a mover el universo de lugar para que todo quede más encajado. Un ente cercano a la divinidad que se mueve entre la tentación del bien y la estabilidad del mal. Toscos y rudos personajes frente a dulces y tenues matices. El rojo de la tierra y el azul del cielo son los lugares escogidos para hablar con dobles muertos y con únicos viajeros. Todos seríamos distintos de haber crecido allí.
Recuerdo que no me pareció bien el final, hace 10 años, no entendía por qué era Silke la que esperaba al otro lado de la puerta. Hoy lo he visto con otros ojos, aunque sigan siendo del mismo color. La decisión de Ángel es permanecer con las dos. A la más guapa, la más buena y la más lista la protegerá en sus recuerdos para siempre, aunque ella piense que se queda sola. Al a que está tan perdida como él la llevará de la mano en un nuevo viaje.
Aquí hay un trayecto que marcó mi percepción, nunca olvidaré la sonrisa de Nancho Novo, en esa cocina, en la que se puede percibir hasta el aroma del café.
Esta es mi primera explicación a un 10 para Julio, algo que creí que nunca encontraría. Qué poco importa a veces la película y cuánto lo que representa con el paso del tiempo... a veces esas recomendaciones que se hacen de casualidad, sin grandes pretensiones, son las que yo nunca olvido, siempre podré evocar el recuerdo a través de las películas más dispares. Cuidado con vuestras armas.
Porque dentro del café, todos tenemos los ojos marrones.
Algunos días después:
Ya he vuelto a reencontrarme con la roja tierra que rodea las viñas, la que le da un cuerpo especial y distinto al vino.
Ángel medio vivo, en parte en otro plano cósmico, conviviendo con el doble pensamiento, gran conversador, conociendo sus posibilidades, todas abiertas en dos direcciones. Viene a terminar con la cochinilla, o tal vez a mover el universo de lugar para que todo quede más encajado. Un ente cercano a la divinidad que se mueve entre la tentación del bien y la estabilidad del mal. Toscos y rudos personajes frente a dulces y tenues matices. El rojo de la tierra y el azul del cielo son los lugares escogidos para hablar con dobles muertos y con únicos viajeros. Todos seríamos distintos de haber crecido allí.
Recuerdo que no me pareció bien el final, hace 10 años, no entendía por qué era Silke la que esperaba al otro lado de la puerta. Hoy lo he visto con otros ojos, aunque sigan siendo del mismo color. La decisión de Ángel es permanecer con las dos. A la más guapa, la más buena y la más lista la protegerá en sus recuerdos para siempre, aunque ella piense que se queda sola. Al a que está tan perdida como él la llevará de la mano en un nuevo viaje.
Aquí hay un trayecto que marcó mi percepción, nunca olvidaré la sonrisa de Nancho Novo, en esa cocina, en la que se puede percibir hasta el aroma del café.
Esta es mi primera explicación a un 10 para Julio, algo que creí que nunca encontraría. Qué poco importa a veces la película y cuánto lo que representa con el paso del tiempo... a veces esas recomendaciones que se hacen de casualidad, sin grandes pretensiones, son las que yo nunca olvido, siempre podré evocar el recuerdo a través de las películas más dispares. Cuidado con vuestras armas.
Porque dentro del café, todos tenemos los ojos marrones.