Sorprendentemente, Lindsay Lohan no es lo peor de la película. Desde luego que no es Elizabeth Taylor, ni en sus mejore sueños, y no llega ni a la suela del zapato de la diva, pero no es culpa suya que Taylor sólo hubiese una. La verdad es que, si se mira sin prejuicios por la extravagante persona de "enfant terrible" que cultivó Lohan a partir de 2007 aproximadamente, su trabajo no es malo. Tampoco es para darle un Oscar, pero no está mal. De hecho, Lohan ha entregado algunas interpretaciones de lo más simpáticas, correctas e incluso notables, como las de Ponte en mi lugar, Chicas malas o Bobby, dentro de su género.
El problema de Liz & Dick es que la narración es torpe, el aire de telefilme lo empaña todo y no se siente que esté haciendo justicia a esa volcánica y mítica pareja que formaron Liz Taylor y Richard Burton, una de las uniones sentimentales más legendarias de la historia de Hollywood, delante y detrás de la pantalla. No es una buena película, desde luego, y el guión es muy mejorable, pero tampoco es lo peor que uno se pueda echar a la cara, y no se trata de un visionado execrable, tampoco. Por lo menos entretiene. Qué menos, con sus 88 minutos de duración.