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Voto de Chris Jiménez:
6
Intriga. Thriller La estrategia del juego del ajedrez permite a un psicópata criminal actuar a modo de vampiro sobre mujeres jóvenes que osan dormir solas. Un campeón de la especialidad colaborará con la policía, en su condición de sospechoso y conocedor de las reglas del juego, para la captura del asesino. (FILMAFFINITY)
1 de octubre de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchos asesinos en serie, muchísimos, y sus métodos van desde los más calculados y sádicos hasta los más brutales y salvajes.
En el cine hemos visto matar en base a los siete pecados capitales, a combatir las opresiones paternofiliales del pasado o al simple placer de matar. Pues hay quienes matan en base al ajedrez, transformando el crimen en un metódico juego de movimientos.

El ajedrez se puede aplicar a la misma vida, que no es sino una partida en la cual hay que realizar movimientos cuidadosos, y si uno de esos movimientos resulta ser erróneo todo se acabará, ya no habrá vuelta atrás y la partida se habrá perdido. Eso bien lo sabe Peter Sanderson, uno de los campeones de ajedrez más jóvenes y talentosos que existen, alguien que disfruta de éxito y fama aunque su vida personal no sea precisamente perfecta, con una esposa fallecida años atrás en un accidente de coche y una niña pequeña a la que apenas presta atención.
Residiendo en el hotel de una localidad costera donde participa en un torneo, Peter es acechado de repente por un psicópata que iniciará con él un peligroso juego, en el que una chica al azar será asesinada dejándole en la escena del crimen un mensaje que deberá descifrar; en la investigación tomarán parte los agentes Shedman y Wagner, que no se fían un pelo de Peter, y la psicóloga Kathy, que acabará por enamorarse de él, aunque sea difícil acceder a sus emociones. Las víctimas se acumulan, el caso se vuelve cada vez más intrincado y entre Peter y el asesino parece haber una extraña conexión que será la clave para resolver su identidad...

A comienzos de los años '90, el "psychothriller" (películas sobre asesinos en serie) había experimentado una especie de resurrección gracias a la premiada "El Silencio de los Corderos", de Jonathan Demme, cuya fuerte influencia se dejó sentir durante toda la década; rápidamente, inteligentes asesinos y psicópatas poblaron innumerables películas de suspense, algunas con más acierto que otras, donde encontramos ejemplos sensacionales ("Seven", "Cure"), correctos ("Kalifornia", "Copycat", "Trauma") y también mediocres ("El Coleccionista de Amantes", "Puzzle Mortal", "El Coleccionista de Huesos").
"Jaque al Asesino", realizada durante el auge del renovador "psychothriller", podría catalogarse dentro de los ejemplos correctos, si bien nunca gozó de una buena publicidad ni logró la atención del público, ni mucho menos por parte de la crítica, que la condenó al ostracismo. Esta coproducción franco-américo-germana de decente presupuesto contaba con un interesante guión del futuro director de "Crime Spree", Brad Mirman, que situaba la acción en el mundo del ajedrez, y con el suizo Carl Schenkel, responsable de cosas como "A Espaldas de la Ley" y la versión televisiva de "Asesinato en el Orient Express", tras la cámara.

Hay que rendirse ante lo evidente: "Jaque al Asesino" no es uno de esos "thrillers" memorables, pero sin duda posee sus buenas cualidades, lo suficiente como para no dejarlo en la ignorancia. Schenkel es un cineasta que sabe manejar el suspense, que sabe atrapar al espectador, con oficio, con nervio, aprovechando lo mejor del guión de Mirman, que elabora una trama donde se combinan el "thriller" de "El Silencio de los Corderos" con el erotismo de "Instinto Básico", toques de puro "giallo" que remiten al cine de Argento y un curioso parecido con la novela "La Tabla de Flandes", de Pérez-Reverte, donde el juego criminal también se daba entre tablas de ajedrez.
La historia de Mirman esconde trampas desde ese magnífico prólogo, quizás lo mejor de todo el film, que se van resolviendo velozmente y sin mucha dificultad, pero su mayor fallo es sucumbir a situaciones demasiado típicas del género, a veces incluso autoparódicas, mostrar a personajes que no se apartan de los estereotipos (Andy, el policía joven y chulo; Kathy, la psicóloga que se enamora del supuesto sospechoso, en las antípodas de Clarice Starling; la alcaldesa corrupta...) y ofrecer al espectador un final tan confuso como precipitado.

La imagen del doble es lo más interesante, el "yo" tenebroso que se esconde en Sanderson. Como "En la Cuerda Floja", aquí la figura del malo apenas existe; figura indiferente, simple artefacto o negativo de ese ajedrecista encerrado en sí mismo, cuya vida se dispone fríamente, al igual que en el tablero de ajedrez, un jugador poco a poco vuelto a su espejo y a la verdad de su sola violencia, un "otro yo" que se convierte en imagen especular, fantasma de una inversión de roles entre víctima y asesino.
Protagonista interpretado por un correcto Christopher Lambert que no iba a tardar mucho en ser testigo de su decadencia, a raíz de aparecer en mediocres films como la segunda entrega de "Los Inmortales" o "Fortaleza Infernal". Genial Tom Skerritt como el policía veterano y unos flojísimos Adam Baldwin y Diane Lane (él, un arquetipo detestable y enervante; ella, una actriz difícil de creer, que deja vacío a su personaje).

Lo dicho, un "thriller" bien dirigido, bien montado y de ritmo vibrante que de haber tenido un guión mejor posiblemente sería incluido entre las mejores películas de suspense de los '90.
Por desgracia eso no pasó. Su mayor virtud es que entretiene de principio a fin pese a sus lagunas e incoherencias.
Chris Jiménez
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