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España España · sevilla
Voto de Jlamotta:
8
Acción. Thriller La lealtad de James Bond (Daniel Craig), el mejor agente de los servicios secretos británicos, por su superiora M (Judi Dench) se verá puesta a prueba cuando episodios del pasado de ella vuelven para atormentarla. Al mismo tiempo, el MI6 sufre un ataque, y 007 tendrá que localizar y destruir el grave peligro que representa el villano Silva (Javier Bardem). Para conseguirlo contará con la ayuda de la agente Eve (Naomie Harris). (FILMAFFINITY) [+]
30 de octubre de 2012
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Aunque mucho sea tomado, mucho queda. Y aunque no tenemos ahora el vigor que antaño movía los cielos y la tierra, lo que somos, somos; un espíritu ecuánime de corazones heroicos, debilitados por el tiempo y el destino, pero fuerte en voluntad para combatir, buscar, encontrar y no ceder". Este famoso poema de Lord Alfred Tennyson, ilustre poeta inglés de la época victoriana, recitado por M en una poderosa escena del nuevo largometraje de James Bond, resume a las mil maravillas el espíritu de esta entrega:combativo, crepuscular, generacional y dramático. Porque si de algo trata esta nueva aventura del agente con licencia para matar es sobre el ocaso que lleva consigo un duro y triste relevo generacional. El paso del tiempo es inexorable en todos los ámbitos de la vida, máxime en un entorno donde un buen estado físico marca la diferencia entre estar vivo o muerto. Las incontrolables ansias de jubilar lo ya usado (sea viejo o no) por algo completamente nuevo (sea útil o no) amenaza directamente la vida de James Bond y M, cuyos tiempos de gloria parecen estar ya muy lejanos. Pero, ¿es la sustitución de la experiencia por las nuevas tecnologías o los jóvenes la solución a todos nuestros problemas? En mi opinión, no. Los guionistas Neal Purvis, Robert Wade y John Logan juguetean durante toda la película con la competencia y el enfrentamiento entre lo tradicional y lo moderno que, paradójicamente, es la esencia imprescindible que origina el desarrollo. La sustitución del elemento en decadencia, cercano a la muerte, por el que emerge con fuerza da lugar al progreso, pero sería un error elogiar a este último en detrimento del sustituido ya que su existencia atesora una base recíproca del que ambos se alimentan. En algún momento, lo nuevo será viejo y sufrirá ese mismo proceso desde una perspectiva diferente, lo que constituye la ley de la negación de la negación, clave en la evolución del propio ser humano. En este caso, el inteligente libreto bien exprimido por San Mendes, se decanta por una fructífera mezcla de ambas, tanto de tecnología como de lo puramente físico, futuro y pasado unidos a la fuerza en un caótico presente. Mendes, capacitado donde los haya para manejar los aspectos dramáticos de un personaje (ahí están American Beauty, Road to Perdition o Revolutionary Road para confirmarlo) aprovecha esta coyuntura para ahondar en ello y aportar su visión al ocaso y reinvención del héroe. Alejado de lo que hiciera Nolan en su The Dark Knight Rises con Batman/Bruce Wayne pero con cierta similitud en el fondo (que no en forma), el director de Jarhead apuesta por insertar la redención física y profesional del célebre agente durante todo el metraje, huyendo de la fragmentación episódica que llevara a cabo el autor de Following en la tercera parte de las aventuras del hombre murciélago. De esta forma se asegura una mayor construcción dramática de su protagonista sin ralentizar la trama y nos permite ser testigos de primera mano de esa lucha interior de Bond por volver a ser Bond, James Bond.

Las intenciones regenerativas del film se dejan claras desde el primer minuto, con esa distorsionada y borrosa aparición de nuestro héroe partiendo de las sombras, claro reflejo de un pasado turbio y doloroso que anticipa un presente y futuro cuanto menos inciertos e imprevisibles. Asistimos al nacimiento de un nuevo Bond (para lo bueno y para lo malo), más sensible a fuerza de padecer en su última relación sentimental, vulnerable psicológicamente y con una máscara de autodefensa de quita y pon que le es ciertamente difícil manejar. Las arduas cuestiones morales a las que M se enfrenta no le ayudan precisamente, siendo obligado a elegir constantemente entre la verdad y la verdad de M, autoengañándose para evitar el dolor que una posible traición podría provocarle. Por lo tanto, Mendes nos plantea en Skyfall un dramático duelo/unión entre los personajes brillantemente interpretados por Daniel Craig y Judi Dench, casi a modo de tragedia madre/hijo, anteponiendo el diálogo y un cuidado tratamiento narrativo a la acción. Apuesta por dibujarlos como personas y no como símbolos, algo poco o nada habitual en la serie basada en las novelas de Ian Fleming, donde las mujeres, el dinero, el juego o los asesinatos apenas dejaban espacio para explorar el perfil psicológico de sus protagonistas (sin ser esto una crítica, ya que casi todas las películas llevadas a cabo a partir de sus obras son ejemplos de entretenimiento de primer nivel). Sin embargo, cuando Mendes se anima a alterar las revoluciones del relato, demuestra que puede construir espectaculares escenas de acción. Valga como evidencia la sensacional y grandiosa secuencia de inicio con una trepidante persecución y un original uso de los trenes y las excavadoras. Nada que envidiar al vertiginoso comienzo de la que, bajo mi punto de vista, sigue siendo la mejor película de la saga:Casino Royale. Me llama la atención el diseño de los combates cuerpo a cuerpo, no tan modo Bourne como si eran Casino Royale y Quantum of Solace. Parece que MGM quiere recuperar las raíces de Bond, acusado estos últimos años de tomar demasiado en consideración el estilo seco y directo de las peleas de la excelente saga del agente Bourne y se decanta por el ensalzamiento del físico respecto a los objetos, promoviendo una clase de combate más arcaico, pero ni mucho menos por ello menos atractivo y chocante.

Mendes saca partido a la agitada vida personal y profesional de M poniendo encima de la mesa un enemigo invisible, sin rostro conocido hasta bien entrado el segundo acto, atraído por el afán de venganza. El peligro es la sombra, el humo, el aire, el ambiente...representado en una guerra cibernética que alude indirectamente al conocido miedo de los países del primer mundo a una guerra bacteriológica o con armas nucleares, algo totalmente indefendible. Echando un vistazo a la historia, es un temor remoto pero posible y, desde luego, apocalíptico.


Sigo en spoiler sin ser spoiler
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jlamotta
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