Bañar todos los días a la personas que amas, cuidarlo cada vez que le dan una golpiza, cocinarle aun cuando estas mas enfermo que él, aguantarle sus celos, sus shows y sus pataletas, y aun así mirarlo todas las noches mientras duerme y ser feliz asiéndolo. Esto sí es amor. Ver a Lai y a Po es ver amor, tal vez no el más correcto, ni el más sano, bueno, es más bien una relación dependiente y dañina pero sigue siendo amor a pesar de esto, porque Lai ama a Po, y Po ama a Lai, ama su nobleza, sus favores, sus cuidados, su ser y todo lo que es.

No soy muy fan de Wong Kar- wai, o al menos antes no lo era, después de ver la preciosa e infravalorada “My Blueberry Nights” me dispuse a conocer la filmografía de este renombrado director y vi 2046, buena aunque algo cansina y aburrida sobre todo hacia su final, y deseando amar, que con respeto al resto de aficionados a este director, no me gusto en absoluto, pero ayer tuve la oportunidad de ver una de las películas más crudamente románticas y bellas de todas, esa enfermiza pero natural relación entre estos dos hombres. Ese amor tan fraternal que sentía el cocinero hacia Lai, que en algún momento se cuestiono era algo más que una amistad, un personaje esencial que retrata los deseos de Lai, sus ganas de ser feliz de nuevo, de amar y de ser amado. Y su final tan real, románticamente anti romántico y esperanzador, en el que queda abierta una maravillosa, apasionante y poderosa historia de amor, de posibilidades y de momentos que ya en el pasado siguen marcando la vida de todo ser humano y la esperanza de volverlos a vivir.