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Voto de Antonio Morales:
10
Comedia En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
18 de marzo de 2015
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia deliciosa y corrosiva, producida para la Ealing, productora inglesa que durante los años cincuenta produjo un puñado de películas maravillosas como, “Ocho sentencias de muerte”, “Oro en barras”, “El hombre del traje blanco”, pero por encima de todas, en mi opinión, destaca esta película dirigida magistralmente por Alexander Mackendrick y producida por Michael Balcon, el mismo que había producido los primeros films ingleses de Alfred Hitchcock. En este film el sentido de la diversión es eminentemente caricaturesco a pesar de estar considerada como una película de humor negro y muy británico. Qué duda cabe que vista hoy se tiene una percepción distinta de lo que sintieron los espectadores en su estreno, pero hoy apreciamos una parodia del declive del imperio británico, una sátira mordaz, una metáfora sutil sobre las costumbres y la cultura inglesa.

La viejecita Louisse Wilberforce (Katie Johnson), es una anciana adorable que vive solamente acompañada de sus dos loros, sobradamente conocida en la comisaria de su barrio por contar frecuentemente al comisario sus fantásticas historias que son el deleite de los gendarmes. Un día aparece por casa de la anciana un siniestro personaje, el profesos Marcus (un genial Alec Guinness) que haciéndose pasar por miembro de un quinteto de cuerda, alquila a la angelical anciana una habitación donde ensayar sus conciertos de música clásica. En realidad se trata de la guarida de una banda de ladrones que van a perpetrar un robo a un furgón blindado con 60,000 £. Boccherini y su célebre minueto han pasado a la historia del cine, sonando en el gramófono mientras los cinco rufianes planean un golpe utilizando a la cándida anciana que les importuna con su amabilidad y sus tazas de té.

Es evidente la maestría del “casting” en la configuración física de los cinco esperpénticos ladrones, con escenas desternillantes que definen claramente su personalidad: Marcus (Guinness) es hipócrita y vehemente, de mirada ratonil y gestos expresionistas; Louis (Herbert Lom), es el más caricaturesco de todos en su indisimulada maldad, vestido como un gánster de Chicago, incapaz de mantener en la postura correcta el violín que le ha tocado en suerte; Lawson (Danny Green) simula ser contrabajista dada su corpulencia, la misma que le convierte en un gigantón entrañable y algo corto de luces; Harry Robinson (Peter Sellers) es el menudo y amable del grupo, el más cómico y convincente; el mayor Courtney (Cecil Parker) resulta en cambio el más asustadizo y el más incrédulo en cuanto al golpe.

Otro de los aciertos de “Ladykillers”, es que la violencia física nos es mostrada siempre de forma elíptica o fuera de campo, casi nunca es explícita. Tiene muchos elementos relacionados con la estética de la animación, como el sonido, los encuadres, el cineasta logra crear un fascinante ballet audiovisual mediante la combinación de “travelligs” y el uso cómico y dramático de los sonidos, el parloteo de los loros, los silbidos del tren, las cañerías del agua, el timbre de la puerta. Es un film en color que parece pensada para blanco y negro, la fotografía es de tonalidades grises moduladas a cargo del operador Otto Heller, manchadas de breves instantes de color en el reflejo de una luz rojiza, los alegres colores de los loros en disputa con el estado de ánimo que respira el film. Una obra maestra indiscutible e inolvidable.
Antonio Morales
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