Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Antonio Morales:
8
Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
9 de octubre de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he sido mucho más admirador del Blake Edwards de los dramas o los thrillers al de las comedias, en las que por otra parte la industria le encasilló apresuradamente. Debo ser de los pocos que no ensalzan esas comedias tan famosas como “El guateque” o “La pantera rosa”, entre otras, aunque no desmerecen, sólo me quedaría con “Desayuno con diamantes”, por Audrey, "Moon river" y su delicioso romanticismo. “Días de vino y rosas” me parece su mejor película, causó una fuerte impresión a mucha gente y hoy en día es un punzante clásico del cine dramático. El origen de la película fue un telefilm realizado cinco años antes por John Frankenheimer con Clift Robertson como protagonista. Nadie podía esperar que un habitual director de comedias y el mayor comediante de ese tiempo que era Jack Lemmon, pudieran hacer una obra tan amarga y emotiva como ésta.

Una fábula de corte moralista que debe su eficacia en gran medida al esmerado trabajo de sus actores y a la fotografía en claroscuro de blanco y negro, donde dominan los primeros planos extenuantes sobre unos personajes en situación límite, muy adecuado al drama sórdido y patético en ocasiones que rezuma el film. Curiosamente la película comienza como una comedia estilizada y lúdica, se nos presenta el personaje central Joe Clay (Lemmon), como un hombre afable y sumiso, empleado en relaciones públicas que conocerá mediante el clásico equívoco a una secretaria, Kirsten (la bellísima Lee Remick), formando una familia de clase media.

Pero la aparente comedia deriva rápidamente hacia un drama autodestructivo de un realismo social apabullante, mediante el alcohol, las necesidades afectivas, los sueños rotos y los fracasos profesionales derivados de una competencia insensata y poco civilizada. La película está poblada de escenas impactantes y terroríficas cercanas a la locura de una atroz dependencia insalvable, una notable reflexión sobre la adicción a un vicio tolerado a nivel social, capaz de degradar la convivencia y humillar a los que lo sufren. Más que un film sobre el alcoholismo, es un film sobre dos personas que beben casi siempre excesivamente. Eso ayuda a dar al film un tono adulto, alternativamente ligero y sombrío, que es su mejor propuesta. Destacar la música siempre delicada y maravillosa del maestro Henry Mancini, habitual en el cine de Edwards.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow