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Despertares

Drama A finales de los años sesenta, el doctor Malcolm Sayer (Robin Williams), un neurólogo neoyorquino, decide utilizar un medicamento nuevo para tratar a sus pacientes de encefalitis letárgica, enfermedad que priva de las facultades motoras a las personas que la padecen hasta reducirlas a un estado vegetativo. Poco a poco empezará a manifestarse cierta mejoría en los pacientes, especialmente en Leonard Lowe (Robert de Niro). (FILMAFFINITY)
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Críticas 90
Críticas ordenadas por utilidad
9 de agosto de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante y correcta cinta, aunque algo desaprovechada, en el que se nos narra un caso real. En 1926 y, debido a una epidemia de encefalitis letárgica, muchos de los pacientes que sobrevivieron a ella, quedaron sumidos en estado vegetativo. El doctor Sayer, un neurólogo recién incorporado al hospital donde vegetan algunos de estos pacientes, desde hace más de 30 años, comenzará a estudiar a estos pacientes y realizará descubrimientos sorprendentes.
Robert de Niro, interpreta a uno de estos pacientes en una magistral actuación. Robin Williams, interpreta al médico, en una de sus mejores actuaciones, en un papel sobrio y austero, lejos de sus histriónicas interpretaciones.
Estos dos actores, sostienen toda la película, porque la directora, aunque consigue un delicado equilibrio entre el drama y unas gotas de humor, que hacen que el film navegue hábilmente por los escollos en que películas de estas características suelen tropezar, como el exceso de sensiblería, no puede evitar caer en las enseñanzas filosóficas que, supuestamente, estos enfermos pueden ofrecer a los espectadores...(sigo en spoiler).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Izeta
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1 de enero de 2021
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despertares es muy probablemente la mejor película de Penny Marshall, pese a las virtudes de la simpatiquísima Big y otras como Ellas dan el golpe o La mujer del predicador.
De hecho, es una muy buena película, una historia maravillosa sobre cómo es importante que hasta los pacientes más graves y con patologías aparentemente incurables e incapacitantes jamás deben perder su dignidad y condición humanas, y sobre cómo a veces los facultativos que los tratan sanan también de sus propias heridas gracias a la interacción con sus pacientes. La película no sólo rezuma buenas intenciones, sino también emoción, gracias a una habilidad narrativa que consigue el propósito marcado: ofrecer una de las más sensibles y mejores películas sobre la medicina y su impacto en pacientes y personal sanitario. Más de actualidad el tema... imposible.
Sin embargo, bien podría haberse confundido con un burdo telefilme lacrimógeno de sobremesa si no fuera por, como decimos, la elegancia de la narración y la puesta en escena de Marshall y, sobre todo, por la interpretación de sus dos actores principales. Tanto Robin Williams como Robert De Niro han sido dos intérpretes con cierta tendencia a los excesos, en ocasiones, el primero por sus exagerados personajes cómicos y el segundo porque es tanta la intensidad que pone siempre en sus personajes que a vece se pasa un poco. Sin embargo, con esta interpretación queda más que claro que Williams no sólo fue el actor cómico más querido y conocido del mundo (junto con Jim Carrey, quizás), sino también un intérprete dramático de altura, con un talento descomunal para todos los géneros. El protagonista de Toro salvaje, por su parte, directamente se sale del mapa con un personaje en el que era muy fácil sobreactuar, pero que De Niro clava en cada mirada, cada gesto, cada espasmo, cada línea de diálogo y, sobre todo, en su desbordante humanidad. Un trabajo sencillamente memorable.
Notable y llena de emoción.

Lo mejor: Su emotividad y unos extraordinarios Robin Williams y Robert De Niro (ver su última escena juntos, con la ouija).
Lo peor: Quizás podría haber sido algo más corta, y en ocasiones abusa un poco de la lágrima fácil.
Sibila de Delfos
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10 de julio de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi único propósito al redactar esta crítica, es contagiarlos o impulsarlos a ver esta increible película si aun no lo han hecho. ¿Porque digo increible? Realmente la actuación que hizo Robert De Niro encarnando al protagonista de la historia es apabullante, desde todo punto de vista es una lección de actuación! Este film es totalmente imprescindible! Por favor, veanla porque no habrá un solo segundo en el cual dejen de admirarla. Robin Williams lo complementa en su papel de Médico psiquiatra de una manera exacta, sin recargar el personaje, sin sobreactuaciones.., luego de una hora de transcurrida la historia, empezamos a creer inconscientemente que De Niro es verdaderamente un enfermo internado en un Psiquiátrico y que Williams ha sido Médico durante toda su vida! Es una fabrica de emociones, llena de momentos tristes, felices, graciosos, etc. Otro papelón mas para la academia al no otorgarle el Oscar protagónico a De Niro por este trabajo sublime. Insisto, sublime.., a la misma altura de su obra en el Padrino II y Toro Salvaje. Por favor.., tomense dos horas de su vida y veanla, disfrutenla, es de esas pocas películas que uno al terminar de verlas, da gracias de haber tenido la oportunidad de hacerlo.
Lisandro
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18 de abril de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desconocida para gran parte del público, Robert de Niro realiza una de de las mejores interpretaciones de su vida.
La pongo el 10 porque no acaba como cabría esperar en un film hollywoodiense, porque llore la primera vez que la ví, y porque describe muy bien el problema de la investigación farmaceutica.
MaeseMark
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29 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era el 12 de Agosto de 2014 y mi amiga, en la cafetería donde nos reuníamos para desayunar, hojeaba la prensa; yo, sentado enfrente, a la inversa, naturalmente, sólo alcancé a leer: “se apaga la estrella de Robin Williams”; y aun no estando de acuerdo, que las estrellas no se apagan, sino que se iluminan, no tuve consuelo, porque, a pesar de que a todos nosotros nos dan y nos quitan la vida, siempre hay por quien sufrir y a quien amar y, por supuesto, quien no debería morir.
Oliver Sacks, profesor de neurología y médico del sujeto que sufre y lucha, publicó en 1973 un libro en el que recogía la historia de no pocos individuos que, en los dorados años 20 del siglo pasado, sobrevivieron a un brote feroz de encefalitis letárgica. Tres lustros más tarde, Penny Marshall, que acababa de devolver a su casa a Tom Hanks usando de la máquina de Zoltar, hizo DESPERTARES, la peli homónima. Y nos hizo, a la vez, ir de pesca, como antes había hecho con Tom Hanks, y nos hizo poner rumbo a un sueño de cristal. Y nos enseñó que el espíritu humano es más poderoso que cualquier droga, y que es eso, el espíritu, al fin y al cabo, lo que debemos alimentar: con trabajo, ocio, amistad y familia, que son las cosas importantes. Las que teníamos olvidadas. Las más sencillas. Las que nos llevan a la conclusión de que, porque siempre hay por quien sufrir y a quien amar y quien no debería morir, las estrellas no se apagan, sino que se iluminan. Para que algún día, claro, cada uno, como Robin Williams antes que el resto, pueda, cruzando ese mar, partir como un rayo hacia la suya.
PROT
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