Instinto

Cuando vi esta película esperaba mucho más, creo que a pesar de su buen reparto todo quedó en un intento fallido y que la mayor parte del guión es una mezcla de varios éxitos del cine. Es como tomar platos precocinados. le falta profundidad y novedad.

El bueno de Anthony es uno de esos actores que, aun teniendo decenas de películas distintas hechas, siempre estará marcado por un personaje mítico. En este caso no hace falta ni nombrarlo. Claramente se han querido aprovechar de esa sombra, y le han construido un papel que da pie a que nos acordemos mucho de ese famoso caníbal que pintaba dibujos.
Pero, quitando eso, esta historia en general no es nada del otro mundo. Tan solo la presencia de los actores principales levanta un poquito el interés en un argumento no demasiado elaborado y que se puede clasificar como mediocre (en el límite entre lo bueno y lo malo).
El ritmo es lento, le sobra duración y tiene demasiados diálogos y poca emoción.
Ni siquiera la intriga por saber que le pasó al viejo (que tampoco es el protagonista principal, diría yo, aunque Cuba Gooding no salga en la portada), es lo suficientemente atractiva como para que el film destaque en nada.
Incluso la partitura de Danny Elfman parece estar hecha sin demasiado entusiasmo. Es muy olvidable esta banda sonora.
Con todos estos defectos y su factura de telefilm con buenos actores, al menos es estrictamente entretenida por la mínima. No está hecha para ser vista muchas veces, eso sí.
Aunque hay que reconocer que Hopkins, en momentos muy concretos (y breves), brilla como el gran actor que siempre ha sido.
Y para terminar, una curiosidad. En no pocas ocasiones me he acordado de "Gorilas en la niebla", y ahí tenemos al loco ese mencionando a Sigourney Weaver. No creo que sea casualidad.

Cualidad inherente a todo rey Midas que se precie, hay luz cuando, en la pantalla, se ve a Anthony Hopkins. El resto del tiempo, casi todo es tan oscuro como el pecho de un primate.
Es de suponer que a Jon Turteltaub, responsable último de INSTINTO, se le pasó por la cabeza lo de aleccionar a un mundo necesitado. Y así, agarrado de sir Anthony y de Cuba Gooding Jr., por aquellos días un reciente ganador del óscar, se vino a hablar de ilusiones y de venganzas, cuidados y evoluciones olvidando, acaso, que, como la del ciprés, son largas como ellas solas las sombras de Jane Goodall y de Dian Fossey.
Para pasar el rato, obviando lágrimas y a Maura Tierney, alguien cuyo desempeño se parece mucho más al de ese feo monstruo de Alien que al de Sigourney Weaver.

Una interesante cinta que pretende ser una mezcla de varias películas de éxito pasadas pero empeorando a todas ellas claramente, a pesar de lo cual no deja de resultar entretenida y nos invita a amenizarnos la vida durante hora y media. ¿Y a qué nos huele esta historia? Pues nos huele a un intento de parecerse al papel estrella de Anthony Hopkins con su "Silencio de los corderos", aunque este Ethan Powell no tiene el carisma ni la mala ostia contenida de aquel Hannibal Lecter, y queda reducido a una especie de Hombre Mono relleno de muy mala leche y peor café, dado al pasotismo al cuadrado y asqueado por la burricie al cubo del prójimo. Nos huele a "Gorilas en la Niebla" por su descarada copia con la Sigourney Weaver que fotografiaba y se empapaba bajo la lluvia durante su mimetismo y simbiosis con los simios y nos huele a películas de enfermedad neurológica degenerativa con buenas intenciones de charla y medicación rehabilitadora de por medio como bien hacía Robin Williams con Robert de Niro en "Despertares". Quizá sea un poco atrevido y hasta en parte poco merecido decir que incluso huele por momentos a las todopoderosas "Alguien voló sobre el nido del cuco" y "Cadena perpetua", aunque en este último caso el ambiente carcelario bien valdría un trago de "Tango y Cash" diluido en buenismo a la moralina.

Lo mejor para disfrutar esta película es por lo tanto alejarse cuanto antes de todas las posibles y odiosas comparaciones con títulos pasados que nos puedan venir a la cabeza y verla desde su propia perspectiva de película sencilla con trama simple y guion efectivo. Luce con correctas actuaciones, aunque Cuba Gooding Jr nos empastela demasiado con su constante discurso tan pomposo como sospechosamente falsario y nos hace subir el azúcar por encima de lo recomendable hasta el punto de que se agradece el afeitado en corto que le practica el hombre mono para bajarle a él los humos y a nosotros la bilirrubina de su retintín recalcitrante. Me gusta el papel de Hopkins, pero insisto en que Hannibal Lecter le puso el listón demasiado alto y eso lo acaba pagando por su inevitable tendencia a la comparación.

Creo que la película luce mejor y funciona realmente en las escenas dentro del psiquiátrico penitenciario cuando la mirada se reparte entre la multitud y donde policías, presos y médicos comparten espacio, diálogo y violencia. Las charlas terapéuticas se digieren con solvencia pero su tendencia al colegueo y amiguismo en determinados momentos les resta credibilidad y poderío. Quieren ser sesudas y profundamente filosóficas pero naufragan en sus pretensiones y acaban rayando realmente a un nivel algo más bajo de lo que su director probablemente esperaba. Al final la película nos quiere meter con calzador todo aquello relacionado con los peligros de la civilización, el viaje hacia el oasis de la conexión con la naturaleza y la falsa ilusión de creernos en posesión del verdadero control sobre nuestras propias vidas. ¿Lo logra? Yo creo que sí, pero de aquélla manera...

Es en definitiva una película que se deja ver y se siente bien en pantalla, aún con ciertas limitaciones narrativas, pero que desprende cierto tufo a buenismo y ecologismo barato, lo que llega a empalagar en algún que otro momento. Por cierto, no me acaba de quedar del todo claro pero ¿los gorilas que aparecen en la película son de verdad o son tíos disfrazados de cartón piedra?

Con un reparto de lujo para este tipo de películas y una historia que intenta apostar por algo diferente, se espera que salga algo serio y recordado, pero, a pesar de las buenas intenciones, se pierde el camino del buen cine y entra en la sobremesa, en el cine de echar la siesta, y la verdad que es una pena que acabe siendo vulgar, porque partía de la primera línea, al final se puede decir que ni siquiera el actor que puede con todo, A. Hopkins, mantiene el peso del "Instinto" a sus espaldas o a su "lomo plateado"