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El cuervo blanco

Drama Rusia, 1961. Rudolf Nureyev, el bailarín de ballet más grande de todos los tiempos, viaja por primera vez fuera de la Unión Soviética como miembro de la prestigiosa Kirov Ballet Company. Aunque el KGB sigue de cerca sus pasos y a pesar del gran peligro que conllevaba entonces la deserción, Nureyev huirá tomando una decisión que podría cambiar el curso de su vida para siempre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
16 de mayo de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando aparte la manía que tienen los directores de contar las historias sin respetar el orden cronológico de los hechos, que no será por querer ser originales porque ya es algo habitual en todas las películas, lo original sería  contar las cosas como ocurrieron desde el principio al final, entiendo que lo hacen para buscar la intriga del presente al no mostrar lo que ocurrió en el pasado, pero ya cansa.

Ralph Fiennes, que por cierto borda su pequeño papel, cuenta la vida del bailarín en tres planos, el del presente, el de sus inicios en el ballet profesional de Lenningrado y cuando era un niño.

El Nureyev presente no resulta muy bien parado, una persona con complejos de provinciano y en ocasiones bastante maleducado, con el que empatizas nada,  pero también un artista cuyo objetivo en la vida es ser el mejor bailarín y que trabaja incansable para serlo y también un hombre con ansia de saber y de ver mundo nada que ver con el encasillamiento de la sociedad comunista de la Guerra Fría.

Describe muy bien la reacción de los compañeros de este viaje y contiene unas escenas finales emocionantes y bien contadas.

Es una buena historia, bien interpretada, para amantes del ballet, de las biografías y de la intriga política   
Maria de las Mercedes
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27 de abril de 2019
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bailarín profesional ucraniano Oleg Ivenko encarna al legendario artista de la Unión Soviética Rudolf Nureyev, retratando convincentemente la vida del que fue uno de los bailarines de ballet más importantes del mundo. Nacido en un tren transiberiano, la película por medio de unos flashbacks nos retrata su miserable infancia en la ciudad soviética de Ufá, pasando por su madurez como estudiante de danza en Leningrado, hasta su llegada a principios de la década de los 60 a París, una ciudad clave de la cultura occidental.
Es cuando viaja por primera vez fuera de la Unión Soviética como miembro de la prestigiosa Kirov Ballet Company, cuando decide huir tomando una decisión que cambiará el curso de su vida para siempre. Aunque el KGB sigue de cerca sus pasos y a pesar del gran peligro que conllevaba entonces la deserción, su meta era la libertad y poder bailar.
El título original The White Crown (Outlier, Cuervo blanco) hace referencia a "Personas muy diferentes a otras personas" o sea genios. 
El reparto lo completan Adèle Exarchopoulos (La vida de Adèle, El Fiel), Louis Hoffman (“Dark”"Land of mine") y Sergei Polunin (Asesinato en el Orient Express, Gorrión Rojo). Además Ralph Fiennes interpreta el papel de Alexander Pushkin, el maestro de ballet más respetado de San Petersburgo hablando un ruso fluido.
El dos veces nominado al Oscar Ralph Fiennes dirige esta tercera película basada en el libro escrito por Julie Kavanagh (“Rudolf Nureyev: The Life”) y cuya adaptación corre a cargo de David Hare (El lector).
La película se centra en su vida hasta que solicitó asilo en Francia, no cuenta su vida posterior de éxitos en los mejores ballets del mundo como bailarin y coreografo, ni su muerte a los 54 años por culpa del sida. 
Un film muy interesante que incluso puede verse sin necesidad de pensar que es un biopic, por su elegante tratamiento cinematográfico.
Destino Arrakis.com
videorecord
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5 de abril de 2019
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ralph Fiennes (dos veces nominado a un Óscar por La lista de Schindler y El paciente inglés) firma este largometraje e interpreta al célebre maestro de ballet Alexander Ivanovich Pushkin. Bajo su dirección se encuentra Oleg Ivenko, el bailarín profesional ruso que encarna a Rudolf Nureyev. Su vida la guioniza David Hare (Las horas), quien adapta para la gran pantalla el libro biográfico escrito por la periodista Julie Kavanagh.

Rudolf Nureyev fue considerado, por muchos críticos, uno de los mejores del siglo XX. Y quizás muchos lo recuerden por sus apariciones en The Muppet Show.

La historia sobre el precio físico y moral a pagar para alcanzar el éxito ya la hemos visto más veces. Pero, en este film, la diferencia radica en el uso de flashbacks y flashforwards con los que se aporta más tensión dramática. Y gracias a este “caos”, la trama cautiva al espectador.

Fiennes también busca el énfasis en ejemplificar el deseo de Rudolf por buscar un significado a su vida a través del arte y de la historia. En ocasiones, esta decisión resulta muy recargada, aunque ayuda a poner el foco en el personaje principal. A su alrededor, el guion hacer orbitar al resto del elenco, mientras observan y analizan el crecimiento del protagonista.

Esa transformación de Nureyev se clarifica, no solamente a través de lo artístico de las coreografías, sino con el aumento de su genio y sensualidad. En este aspecto, Hare no olvida sacar a la luz la promiscuidad del mundo en el que se desenvolvía, quizás para justificar así su muerte a los 53 años a causa de sida, pese a que el film termine mucho antes de eso.

Y, aunque no estemos de acuerdo con esta decisión (ya que estamos seguros que el talento superaba las heridas que forjaron al danzarín), el director solventa las cantidades de testosterona con la cantidad de performances que aparecen a lo largo de la cinta.

A Oleg le acompañan otros expertos como Sergei Polunin, que interpreta a Yuri Soloviev. Este actor, a quien vimos en Asesinato en el Orient Express, fue el bailarín más joven que logró el estatus de principal en el Royal Ballet de Londres y cuyo documental biográfico (Dancer) salió a la luz hace un par años.

Así que ahora conocemos mejor al cuervo blanco (así lo llamaban) y las razones por las que pidió asilo político en Francia.

www.contraste.info
Revista Contraste
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3 de mayo de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo una gran admiración por Ralph Fiennes como actor, lo cual me previene de cara a otro tipo de incursiones, como estas que lleva a cabo en calidad de realizador.

No obstante quiero dejar constancia de que me parece que es sabio a la hora de rodearse de un buen equipo y que su objetivo de escrutar el alma artística de los personajes que retrata lo cumple con suficientes creces como para considerarle un correcto realizado con momentos realmente vibrantes.

En este caso, trata de acercarse, desde un absoluto amor al arte, a la compleja psicología un tanto bipolar de un genio como el bailarín ruso Rudolf Nuréyev y es precisamente en ese cometido en el que sobresale la película, dejando la parte del ballet como preceptivamente distante.

Se apoya en un dramaturgo, director y guionista, David Hare, muy capaz de esbozar un relato de ida y vuelta, sobre una historia universalmente conocida, que ha basado en el libro ‘‘Rudolf Nureyev: The Life‘ [2007] de la también bailarina, Julie Kavanagh, en torno a tres etapas sustanciales en la vida del bailarín ruso antes de consagrar su fama en Occidente y que han sido respaldadas incluso por la propia Fundación Nureyev.

Por otra parte, aunque suelo aborrecer los flashback, he quedado grandemente satisfecho con su inteligente utilización escueta, visual y enriquecedora, gracias, también a un gran montaje de Barney Pilling. La fotografía de Mike Eley me resulta cálida y perfectamente adecuada -también en las secuencias rodadas en blanco y negro- al propósito realista que se persigue en las distintas ambientaciones requeridas, tan dispares, París y Rusia, en aquellos tiempos.

Con una correcta puesta en escena y una buena interpretación coral en la que destaca sobremanera el propio Fiennes en el papel de Aleksandr Pushkin, su maestro de ballet. Oleg Ivenko, bailarín profesional y no actor, cumple a la perfección en todas las secuencias de la vida del protagonista, con su compleja psicología, excepto en las que se trata de imitar su danza, algo perfectamente comprensible dado que transmitir, bailando o filmando, el magnetismo de Nuréyev, es algo tan estéril como imposible.

Demasiado académica me parece, sin embargo, toda la secuencia de la liberación en el aeropuerto, quizás porque que resulta desmedida la pretensión de abarcar, en 127 minutos, un relato que comprende sustanciales aspectos políticos, artísticos e incluso propios de un thriller policiaco. Por no hablar del conseguido arrojo de alternar, por ejemplo, el Ballet de la Ópera de Paris con el musical erótico del Crazy Horse.

Mención aparte merece una formidable banda sonora, muy creativa en su parte original y magnífica en la parte incorporada. Acérquense, si gustan, al listado que les adjunto, para salir de dudas.

En fin, como cuenta Fiennes en la entrevista que editó ayer Metrópoli/El Mundo, él siempre tiene la sensación, repasando los vídeos de Nuréyev, de que el genio de la danza es “como un gato mirándote de reojo que, de repente, se pone a flirtear”.

Ralph Fiennes, dirigiendo y actuando, sabe hacernos llegar cómo un maestro -de los de antes- puede hacer en favor del genio del alumno que él jamás pudo ser [7 sobre 10]

El quicio de la mancebía [EQM]
https://elquiciodelamancebia.wordpress.com/2019/05/04/el-bailarin-r-unido-2018-de-ralph-fiennes
elquicio
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24 de febrero de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues lo que viene a ser la película en sí, no me ha entusiasmado. Hay buenas interpretaciones, pero en ocasiones resulta algo lenta.

Mezcla momentos presentes, momentos de sus inicios en la escuela de baile y momentos de su niñez. El problema es que esa mezcla resulta un tutto revoluto que distrae. Hay ocasiones en las que cuesta distinguir si están en el pasado o en el presente. Y los recuerdos de su infancia no parecen tener mucha conexión con el momento en el que aparecen, salvo el último.

Luego está el personaje, que, sinceramente, me ha parecido odioso: era ególatra, déspota, maleducado, soberbio. Y tampoco es que la película ayude a entenderle. Para mí sigue siendo un tipo de talento, pero insoportable.
Sheila Cardeña
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