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En un mundo mejor

Drama Anton es un médico que divide su tiempo entre una idílica ciudad danesa y un campo de refugiados en África, donde ejerce su profesión. Anton y su esposa, padres de dos hijos, están separados y se plantean el divorcio. Elias, el mayor de sus hijos, entabla una estrecha amistad con Christian, un chico que acaba abandonar Londres para establecerse con su padre en Dinamarca. Sin embargo, Christian involucra a Elias en una peligrosa revancha ... [+]
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Críticas 126
Críticas ordenadas por utilidad
30 de marzo de 2011
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digna, muy digna.

Sin quererlo ni beberlo nos encontramos con una película basada en la historia de unos personajes con algunos traumas o problemas de diversa índole. Cada personaje acabará afrontando cada uno de ellos de una manera distinta...

Tenemos a un chico (Elias) con problemas en el colegio, cuyos padres están medio separados (y el padre trabajando en un campamento en África).

Tenemos a otro chico (Christian) al que recientemente le murió la madre de un cáncer, y que mantiene una relación distante con el padre.

Ambos chicos se juntan en el colegio, y lo que era una amistad surgida de la necesidad se convierte en algo que son incapaces de controlar, y que puede afectar a las personas que los rodean.

Visto así la verdad es que tiene pinta de melodrama, y de los gordos. Sin embargo hay algo que consigue que no se aprecie como tal. Sin duda alguna las interpretaciones cobran vital importancia en la película, destacando sobremanera la labor de William Jøhnk Nielsen como el chaval Christian, realizando una labor espectacular.

Los otros personajes también rallan a muy nivel, siendo uno de los pilares básicos. Es por ello que el aburrimiento no hace acto de presencia, lo que en este tipo de películas es la muerte, sería inaguantable.

En el spoiler más para no destripar nada.

Como resumen decir que es una buena película, bastante interesante y justamente premiada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Mostro
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3 de abril de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que una de las cualidades que mejor nos define como personas es nuestra capacidad de afrontar los problemas que la vida nos depara y la longitud de cada lado del triángulo que forman los vértices entre lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. A Susanne Bier le interesa mucho la fragilidad, las dudas, la incertidumbre con que los 2 padres de la película tratan de corregir y encauzar los conflictos de sus hijos. El personaje de Mikael Persbrandt es la típica persona que se deja arrastrar por la corriente y espera a que los problemas se pudran. Hombre cobarde imbuido de un idealismo romántico y un buenismo digno de mejor causa, escurre el bulto y huye de sus problemas personales, abandonado su matrimonio fracasado, dejando a su suerte el acoso escolar al que es sometido su hijo refugiándose en África durante 6 meses al año, ayudando a enfermos como medio de expiación de sus pecados. Por otro lado está Ulrich Thomsen que aunque intenta ejercer su responsabilidad como progenitor se encuentra impotente y superado por un hijo demasiado inteligente y demasiado resentido por un dolor maligno.

Precisamente ese dolor, en forma de violencia, es el otro tema central de la película. Y aquí es cuando toca hablar de religión. Tanto el budismo como al cristianismo gustan de dar recetas infalibles y añado yo, infantiles para combatirlo. El budismo trata de minimizarlo entendiendo que es inevitable y ubicuo; el cristianismo entiende que es una redención y apuesta por poner la otra mejilla, culmen de la caridad. Sin embargo, resulta que los biólogos han descubierto el origen de la violencia. Según parece cuando un individuo sufre dolor, la victima reacciona transfiriendo ese dolor a otra persona con el fin de liberar su angustia personal independientemente de su culpa. Cuando sentimos que hemos sufrido una injusticia, aumenta nuestro nivel de cortisol (estrés) y necesitamos liberarlo ya sea con violencia verbal o física. Los individuos que responden haciendo daño a otros, se sienten mucho más liberados que los que sufren los abusos en silencio, aparte de los problemas fisiológicos y psicológicos que conlleva tragarse las injusticias. En otras palabras que si nos pegan, tenemos que pegar, si nos insultan debemos insultar y si nos hacen daño debemos desfogarnos, lo ideal sería con nuestro enemigo, aunque muchas veces eso no es posible con lo cual buscamos un sustituto, un suplente, alguien más débil para proyectar nuestra agresión, pues de no hacerlo, es muy probable que incubemos una úlcera de estómago. Esto explica porque los maltratados se suelen convertir en maltratadores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JOSE ANGEL
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17 de abril de 2011
17 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro el mensaje que quiere transmitir Susanne Bier con su última película "En un mundo mejor". La violencia es algo inútil y contraproducente. En torno a él construye un relato de tintes dramáticos ubicado en dos lugares distintos. Dinamarca como actual espejo del mundo occidental y un campamento africano que Bier usa como contrapunto para que esas dudas que asaltan a uno de los protagonistas, Anton, traspasen la pantalla y lleguen también al espectador. En ellos se desenvuelve un grupo de personajes atormentados por un pasado que parece empujarlos a un presente marcado por la violencia y la venganza. Ambos aspectos sobrevuelan el relato de principio a fin y corresponde a cada espectador sacar sus propias conclusiones. Y creo que eso es precisamente lo interesante de este film. El hacer recapacitar a cada uno de nosotros sobre un asunto que impregna la sociedad de hoy en día. Puede parecer que el mensaje deriva hacia conceptos doctrinarios. De hecho, creo que estamos ante una película que gustará a las personas que profesen la fé cristiana. Incluso el pasaje biblíco de "poner la otra mejilla" diríamos que está plasmado muy gráficamente en un par de escenas. Y aunque tampoco la religión parece mover las reacciones de los personajes ni está presente de manera específica en la historia, si no que estos parecen reaccionar por convicciones personales, sí que es verdad que el mensaje final está cerca del perdón y el amor al prójimo. Y aunque quizás un final menos feliz hubiera acabado de redondear más la película, "En un mundo mejor" se presenta como un digna película, de visión agradable y mejor reflexión.

Lo mejor: el personaje de Anton.

Lo peor: algún aspecto del guión que chirría un poco (la historia del cuchillo, por ejemplo).
AMQE
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9 de febrero de 2015
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por un lado la justicia, por otro lado la injusticia, la violencia planea el escenario apareciendo y desapareciendo según la actitud de cada uno y por supuesto, el gran acierto de la película, la moral levanta el dedo para pedir la palabra. Dejaré de lado el título en castellano, vayamos al danés nada menos, de tal manera que "Hævnen" (venganza) da un golpe en la mesa portentoso y se pregunta muchas cosas. De hecho, la evidente densidad de su planteamiento es lo que más me atrae, porque está resuelta con sencillez, como si torear en tantos frentes fuera fácil.

Y hace pensar, porque delante nuestro, en la pantalla, pasan muchas cosas, pero lo más importante es lo que de repente empieza a suceder dentro del espectador. No generalizaré, hay mucho descontento. (lo habitual cuando el cine pretende reflexionar, cuando busca agitar almas, conciencias, aquello que somos y nos hace humanos) Así que no generalizo: a mí en concreto, dentro mío, algo se ha removido viendo "Hævnen", de Dinamarca, y del S.XXI...

Si una película te hace pensar en algo que va más allá de las imágenes que nos enseña, a causa de esas imágenes evidentemente, es porque esa película es más que buena. A mí me dan igual los premios que obtuvo "Hævnen", de hecho he llegado aquí como siempre con el cine del actual siglo, tarde y porque me empujan. Pues bien, la calidad de esta película danesa se cimenta en unos hechos que hieren, primero porque afectan a unos niños que todos fuimos y segundo porque también afectan a los adultos que somos. Y sobre todo porque todos queremos hacer bien las cosas y mejorar con el tiempo, dar buen ejemplo y, maldita sea, eso nunca es fácil.

Hay escollos, nadie dijo que esto de la existencia iba a ser una fiesta. Y todo lo malo puede suceder de repente en el primer (primerísimo) mundo de la Europa del norte como en un campamento del África negra. La incomprensión hacia el ser humano, la incomunicación con los menores, la utilidad de las buenas formas... Caramba!!! Está en juego la moral de la que hablaban tanto aquellos griegos de túnica blanca!!! Y seguiremos hablando de ello porque es condición humana.... A mí me ha parecido un peliculón, nada más que eso, no le quitaría ni le pondría nada.
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Luisito
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27 de abril de 2011
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film está muy bien vendido y explotado. Amor. ONGs. Violencia. Niños del Primer Mundo. Moralidad. Acción. Drama social. Niños del Tercer Mundo. Trama sentimental. Actualidad (Seguro que quedan más, pueden seguir ustedes). Los ingredientes están bien (nada que objetar) y el modo de empleo tampoco es el problema. Pues bien, este está en vestir con ellos un guión con trama enteramente de telefilm (la película se las da de cine, pero es televisión con más presupuesto de lo normal).

Empieza muy interesante, se nos comparan sociedades, se nos plantean duelos morales y sociales y se nos planta un problema de violencia en plena civilización. También nos añade una trama sentimental de la pareja protagonista y de amistad ente los dos niños que nos acercan más a esos personajes para identificarnos con ellos (con esto la película seguía arrancando bien, aunque estamos a su comienzo, los giros de telefilm empezarán a la media hora).

Recalcaré, las intenciones están muy bien, pero todo se turbia con lo ya dicho, la estructura de telefilm, que destroza la credibilidad de lo que cuenta dándole una errónea emoción (que ya de por sí la tenía) y ofreciéndonos finalmente una propuesta que ofende. Tenía muchas armas para poder ser un film personal, valiente y social, pero solo consigue satisfacer el último de estos tres adjetivos (y más o menos porque el tema de la violencia ya estaba en la calle).

Por favor, Susanne Bier, coge los mismo ingredientes, los mismos (y estupendos) actores, el mismo equipo (aunque corrigiendo ciertas cosas técnicas o de cámara como ese "dedo largo" con el zoom), pero haz una película con un guión natural que no parezca molde para televisión, entonces volveré a una sala de cine para ver tu trabajo, hasta entonces seguramente no me apetezca volver a pagar una entrada de cine por ver televisión.

Antena3 tiene ya claro donde haría el último corte publicitario en su programación de los sábados por la tarde; en el imperdonable momento/gritos de "¡Crhistian! ¡Crhistian!" del el clímax final en lo alto de la torre.
El malvado Carabel
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