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Bellísima

Drama En los estudios de Cinecittà, el director Alessandro Blasetti está haciendo un casting para seleccionar a la niña que actuará en su nueva película. Entre las madres que han llevado a sus hijas está Maddalena Cecconi, una mujer de barrio que sueña con ver a su hija en el Olimpo de las grandes estrellas. Contra la voluntad de su marido, Maddalena no repara en medios para conseguir su objetivo: inscribe a María en un curso de baile y ... [+]
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
8 de noviembre de 2010
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La especie humana parece empeñada en no conocer nada de sí misma y generación tras generación, siglo tras siglo, sigue repitiendo los mismos errores que siempre causarán los mismos sufrimientos y desgracias, porque toda acción produce una reacción… y siempre que golpees con el martillo sin observar bien el clavo, el moretón en el dedo es cosa asegurada.

Hay una actitud humana que ha causado muchas amarguras: Querer que nuestros hijos sean lo que nosotros ansiamos que sean. Pretender determinar su destino, su profesión; buscar que ellos logren lo que nosotros quisimos lograr y no pudimos, y que lleguen a donde nunca llegamos. Se puede tener buenas intenciones como las de la Maddalena de “BELLÍSIMA”: “No quiero que mi hija sea una desgraciada como yo. Quiero que sea alguien”. O se puede querer que el hijo siga mi camino porque así tendrá el éxito asegurado, o así preservará la tradición o la empresa familiar. Sé de un artista que dejó de hablarle a su hijo durante muchos años, porque éste no quiso ser cantante de rancheras como él. Y sé de otro padre que, desde la adolescencia, renegó de su hijo mayor porque no aceptó ser el sacerdote que él no pudo ser. ¡El amor jamás es imposición!

Cesare Zavattini el insigne escritor de “El limpiabotas“, “Ladrón de bicicletas” y “Umberto D”, entre muchas importantes obras del neorrealismo italiano, escribe ahora una historia de cine dentro del cine, en la que, un estudio cinematográfico que espera rodar un filme dirigido por Alessandro Blasetti, prepara un casting en busca de una joven estrella entre 6 y 8 años de edad. Entre las madres ansiosas de hacer triunfar a su hija, llega a Cinecittá Maddalena Cecconi con su hija Maria. La madre realizará toda una odisea para lograr que su niña sea la elegida e incluso caerá en una que otra liviandad para asegurarse de que así sea.

Asignado el filme a Luchino Visconti, uno de los precursores del Neorrealismo, la historia, a mi manera de ver, pierde encanto porque, sabida la gran destreza actoral de Anna Magnani y su soltura para compenetrarse de tú a tú con los actores más humildes, ésta hace del filme lo que le da la gana, y con excesiva espontaneidad, crea unos diálogos improvisados que se vuelven recargados y donde pesa esa histeria femenina que se torna insoportable. Creo que una mayor mesura y una mayor participación del aire reflexivo e intimista, hubiera dado lugar a una obra imperecedera porque el tema daba para ello.

Con todo, queda un filme que ejemplariza sobre un sendero que los padres de familia no deberían seguir jamás. Pero, prescíndase de la idea de que el cine es un sendero infame, como quizás podría deducirse del desenlace de esta historia. El cine es una profesión tan digna o indigna como sea aquel que decide ejercerla.
Luis Guillermo Cardona
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16 de noviembre de 2007
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
El neorrealismo italiano sedujo al mundo porque lo desgajó de aquellas disparatadas fantasías hollywoodenses, y golpeó a los pobres habitantes de este planeta absurdo con la llaga sangrante de sus deseos imposibles, con su soledad y sus sinsabores. Escarmentó nuestra subsistencia tan llena de sueños. Tuvo sus reyes indiscutibles: De Sica, Rossellini, Fellini, Visconti, y más tardíamente Zurlini, Rossi, Germi, etc. Y tras ese mundo de sencillez y miedo, de iras mil, con preludios deprimentes y escenas culminantes, y ese blanco y negro de un tiempo amargo, tan lleno de golpes bajos, una reina única se apoderó de nuestra emotividad, excitó nuestro primitivismo sin retóricas americanófilas: ¡fue Anna Magnani! Lírica y peligrosa, nunca titubeó en su resuelta asimilación del deprimente mundo que nos tocó vivir. Fue carnal y férrea, maternal y desafiante. Y midió la sencilla virtud humana con la audacia de los hijos del pueblo frente a una época despiadada (ya lo puso John Ford en boca del Fonda en sus "Uvas de la ira": "Allí donde esté el pueblo, me encontraré yo" ¡Y por los hados que la Magnani lo estuvo!) Visconti la convirtió en "Bellísima", y la impagable "Mamma Roma", como armazón dramático del film, estuvo insuperable. Ver este film, no es sólo vivirlo, es saborear el mejor testimonio, jamás filmado, del amor absoluto en manos de un ser que nos desborda: y para muestra un plateado botón: ¡el enfrentamiento final con su marido, frente al grotesco universo vecinal de una agridulce Italia de posguerra! Seguirá luego su patético adiós a esa "famositis" enfermiza, como un aviso a las gentes de a pie y generaciones futuras... ¡Bellísima eres tu, Anna Magnani! ¡En italiano, por supuesto!
pablo garcia del pino
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11 de abril de 2008
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Magna, Magnani! ¿Qué hubiese sido del neorrealismo italiano sin ella? Ella era la realidad, el pueblo, la “porca miseria”, los sueños de andar por casa, las pocas liras ahorradas a un sueldo que no llega a fin de mes. Ella fue la “Roma cittá Aperta” entre otras Romas entrañables e imprescindibles. Ella fue Italia, lo mismo que Verdi, Tintoretto ó Rosellini…

Visconti pone las ideas. Esas madres vociferando “Bellísima” en pleno casting de niñas prodigio tipo Shirley Temple. Pero Ana Magnani pone el cuerpo, el temperamento, la casta y el carácter. Y no necesita a nadie. Ella se basta y sobra para llenar la pantalla ¿Quién es Walter Chiari? ¿El marido? ¿El amigo que no amante? No lo se. Ni me importa. Pero Ana…¡Ay Ana! Esta si es una Ana, con los siete, con los setenta y siete y con los que ella quiera. Es nuestra Ana de los mil dias…. ¡Forza Italia!.

¿Neorrealismo? Quizás si. Descafeinado y un tanto tardío. Pero válido como exponente de una Italia de sueños y supervivencias que en cierta medida recuerda a la España de aquellos mismos años con sus barrios obreros y sus historias de escalera que aquí retrató Buero Vallejo. Con sus imprescindibles porteras y sus insustituibles comadreos. Y por encima de todo, un realismo que intenta dejar de serlo no ya en la persona de la madre sino en la de la hija. De ella es el futuro. ¿Porqué no llenar de esperanza ese futuro?

Y tal vez como la vida misma, la película es una mezcla de comedia y drama donde la sonrisa la pone la ingenuidad de un amor materno capaz de ser entregado sin límites y las heridas se abren en una sala de proyección desde la que se escuchan los más duros comentarios sobre el ser al que más se quiere. Esa mezcla de realidades, unas y otras, nos conmueve, se apodera de nosotros y suavemente nos mata con su canción…
FATHER CAPRIO
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31 de marzo de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas más reconocidas de Visconti, historia dónde una aguerrida madre (idónea Magnani) intenta a toda costa que el cineasta Alessandro Blassetti seleccione a su niña para la filmación de una película.
Entre el tardoneorrealismo y el drama íntimo femenino, Visconti obtiene una película de suficiente profundidad dramática, equilibrada afectación emocional, necesaria convicción melodramática y marcado arrojo sociocostumbrista. Una obra, que si bien no es un film redondo, sí se trata de un producto magnífico, sólido y adscribible a la categoría de clásico que auna ternura, humor y patetismo con un huracán llamado Magnani solapándolo todo.
kafka
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18 de septiembre de 2008
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No voy a repetir lo que otros han dicho. Solamente decir que ver esta película es como añadirle vida a tu vida. Es algo que no me ha pasado con ninguna otra película, y he visto muchas.

Me fascina esa calidad de vida de la protagonista, que, sin tener nunca un chavo ni donde caerse muerta, disfruta de cosas como:

a) El cine de verano que hay en el solar de la parte trasera de su casa. En las noches tórridas del ferragosto italiano, la Magnani se sale al patio con la silla y hala, a ver la peli.

b) Todos esos solares sin edificar donde los niños pueden jugar a sus anchas.

c) Esas comidas en el chiringuito de la suegra, que es cutre que se cae, pero está bajo un emparrado precioso, junto a un río. Uno siente la brisa y el olor del limoncello a los postres.

d) Esa facilidad para entrar en las casas de la gente a ponerles inyecciones sin ninguna titulación, ni formación, ni nada, y encima bromeando y riendo con los pacientes sin que nadie le pida cuentas.

En resumen, esta película refleja un mundo en el que las mejores cosas de la vida son gratis o cuestan muy poco. Pensad en todo el dinero y/o fatigas que tendría que gastar la Magnani para disfrutar de todo eso en la actualidad.

Maravillosa. Ah, la música de esta película también es muy interesante.
toblerone
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