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Los ojos dejan huellas

Cine negro. Thriller. Drama Martín, un abogado frustrado que se dedica a vender perfumes, se reencuentra con Roberto, un antiguo y brillante compañero de estudios, y queda prendado de su mujer. Una noche Roberto le pide ayuda a Martín, porque cree que ha matado a un hombre que rondaba a su amante. (FILMAFFINITY)
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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
2 de agosto de 2015
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué italiano más imponente. Ese rostro cuadrado y esos ojos claros son irresistibles, y si además se añade a su persona un aire misterioso y un esmoquin tan bien puesto, lo más seguro es que perdamos cualquier apuesta que Martín Jordán nos proponga. «Los ojos dejan huellas», citan en la película, y es la mirada de Raf Vallone la que deja su rastro.

Suele gustarme el cine negro a la española y encontrarme con esta obra de Sáenz de Heredia no me ha decepcionado. Hay mucho que reivindicar en el cine de los cincuenta y, en realidad, en todo el cine español hasta los setenta. «Los ojos dejan huellas» resulta un muy atractivo thriller de engaños, mentiras y pasiones protagonizado por un impresionante Raf Vallone en un papel para el recuerdo. Su Martín Jordán traspasa las fronteras del guión escrito y trenzado perfectamente por Carlos Blanco y logra tener vida propia y sólida como hombre noir. Siempre he dicho, y me reitero, que no es necesario ser bueno para ser un gran personaje, y Martín Jordán es un ejemplo de esa sofisticada amoralidad que se alimenta de un pasado de derrotas y un presente sin esperanzas. Resentido, callado, serio y soberbio, detrás de su ancha y cínica sonrisa parece esconderse siempre un monstruo que no debemos despertar. Un personaje oscuro que se presenta, y quizá también lo sea, como solo una víctima más del mundo a quien le afilan los dientes para que se convierta en verdugo de otros. Es difícil de saber, pero la incógnita le hace igualmente fascinante.

Una, en mi opinión, excesivamente inexpresiva Elena Varzi es la mujer cuasi fatal que irrumpirá en los planes de Martín con consecuencias que por supuesto no desvelaré. Eso sí: esta señora Berta es un poco boba, no vamos a decir lo contrario, con su perfil de abnegada y arrastrada esposa. Es verdad que la relación entre ella y Martín podría haberse planteado de otra forma más sencilla aunque realmente es de los pocos pero que le puedo poner a la historia. Emma Penella está más guapa que nunca y quiero quejarme públicamente de esa manía estúpida de doblarle al principio de su carrera; su voz es precisamente uno de sus encantos y menos mal que al final terminaron por comprenderlo. Los toques de humor funcionan y lo diálogos son maravillosos así que afina los oídos.

Audaz y clásica, «Los ojos dejan huellas» es una pequeña gran obra. No apartes la mirada.
Kaori
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2 de agosto de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine cien por cien cine negro y cien por cien cine español. En lo primero no hay duda con un caso retorcido y un malvado bastante frío y astuto pero en lo segundo tampoco. De hecho, "Los ojos dejan huellas" no se priva de algunas escenas más próximas al musical y sobre todo, de la comedia, de la mano de Fernando Fernán Gómez. Pero es que además está el fútbol, con sus banderines del Real Madrid y los resultados en una pizarra, sus tablaos flamencos, el Pasapoga, la copa de brandy, los toros, el parque del Retiro y los bares con sus anuncios de gambas a la plancha o patatas fritas. Es decir, castiza hasta la médula al mismo tiempo que norteamericana por la concepción del género.

Sea como fuere tenemos una especie de asesinato, pues está claro que va a haber un muerto, dentro de una trama tan bien urdida que me temía que José Luis Sáenz de Heredia no fuera capaz de resolver la situación con elegancia. Resulta que el crimen no deja la más mínima huella de la que la policía tirar, excepto los ojos del culpable. Es decir, la mirada que delata la mentira y el homicidio, lo cual siendo mucho, no es bastante para un juez. Sin embargo, sabe salir del aprieto con una final coherente y nada aparatoso, si bien antes ha incurrido en un par de errores a mi juicio; un inicio algo brusco y una parte central en la que se fuerza la convivencia entre X e Y. No obstante, vale la pena.
Reaccionario
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22 de mayo de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
110/14(20/05/18) Más que interesante thriller co-producción hispano-italiana (por esto lo del protagonismo para los transalpinos Raf Vallone y su entonces esposa Elena Varzi) dirigida por dirigida por José Luis Sáenz de Heredia, una obra con claras influencias del cine negro, donde la amoralidad impregna cada fotograma, esto teniendo que sortear el guión la censura franquista imperante, ello con el recurso hábil de elipsis y sobreentendidos que dejan una clara sub-lectura de ambigüedad por la que encuentra una rendija por la que desarrollar un relato con infidelidades, corrupción moral, suicidios, asesinatos, mujeres fatales, un crisol de situaciones valientes de mostrar para la época. Aunque el filtro de la censura benévolo con la cinta quizás tuvo que ver con que el director era muy cercano al régimen, siendo pariente de José Antonio Primo de Rivera, de hecho Heredia dirigió “Raza”, filme cuyo guión escribió a partir de un texto de Francisco Franco y el documental “Franco, ese hombre”, documental que intentó no dirigir pero fue prácticamente obligado por el Caudillo, franquista comprometido, ocupó varios cargos oficiales durante el régimen del general Franco, entre ellos el de director de la Escuela Oficial de Cine.
El notable guión es de Carlos Blanco (“Locura de amor” y “Los peces rojos”), este curiosamente fue teniente de artillería durante la Guerra Civil pero en el bando perdedor de los republicanos. Aunque en los títulos de crédito puede leerse que está basada en una comedia dramática, la adaptación desequilibra entre comedia y drama, y aunque hay situaciones humorísticas (protagonizadas mayormente por el rol encarnado por Fernando Fernán-Gómez), el film deriva hacia el fatalismo “noir” que prevaleció en el cine negro americano de los cuarenta, con claros elementos a este sub-género, como su atmósfera turbia, su mencionada amoralidad, la mencionada femme fatale, el fatalismo que envuelve a los personajes, su complejidad, sus actos movidos por la perversión, la manipulación y los bajos instintos. Posee una evolución la película que te atrapa en sus tóxicas redes, con situaciones que van increscendo en su dramatismo, en su inquietud provocada por el comportamiento críptico de los personajes, pero a mi modesto entender su final me resulta impostado, quizá por imperativo de la censura, pero me queda apresurado y poco coherente con lo visto hasta entonces. El título proviene de una frase de la co-protagonista interpretada por Varzi, “Aunque no haya pruebas materiales, los ojos siempre dejan huellas”.

El protagonista es un perdedor, "Martin" (Raf Vallone), abogado frustrado que vende perfumes, se reúne con "Robi" (Julio Peña), una noche por casualidad se encuentra con un ex compañero de clase, este hecho fortuito deriva en que conoce a su bella esposa (Elena Varzi), lo que provocará entrar en una peligrosa espiral.

El guión juega con inteligencia sus bazas, desconcertando una y otra vez, con giros retorcidos que llaman la atención, proyectando un estudio de personajes muy humanos en sus debilidades humanas, desde el perdedor arrogante encarnado por Vallone, el “bon vivant” millonario actuado por Julio Peña, o la bella esposa interpretada por Elena Varzi, todas personas heridas por su orgullo, donde la mentira campa a sus anchas, donde no se sabe bien quien manipula a quien, donde las bajas pasiones son una patología, donde las falsas apariencias son rutina, donde la traición es un ente confuso. Relato donde la fina línea que separa el bien del mal resulta difusa, donde los buenos y villanos son un ente invisible.

Raf Vallone (doblado por Eduardo Fajardo) en su rol de Martin Jordán recuerda cual clon a Burt Lancaster, demuestra un tremendo carisma, arrollador en su poderío actoral, derrocha amoralidad, sutilidad, envidia, autosuficiencia, ello en un papel de un arco de desarrollo muy bien llevado del frustrado resentido que se encuentra con el bala perdida de Roberto, a ese rostro de felicidad cuando está con Berta, expone mucho en su mirada, en sus tensos silencios, en su irónica sonrisa, manteniendo una exquisita química con Elena Varzi, no en vano se casaron ese mismo año y lo estuvieron hasta la muerte de este en 2002; Elena Varzi (doblada por Mercedes Mireya) como la abnegada esposa que perdona los “pecadillos” de su esposo compone a una mujer fatal preciosa, que desprende elegancia y sofisticación, algo fría para mi gusto, pero al menos lo compensa con la mencionada compenetración con Vallone. Me faltan elementos para entender porque ese amor desmedido de ella por su marido, cuando este es un adultero sabido, ella no refleja ser una mujer sometida que se deje mangonear, me chirría esto; Julio Peña como el vividor Roberto Ayala, retrata cual epítome a una alta sociedad burguesa decadente, degradada, mentirosa, que se aprovecha de todo el que puede, y el actor le dota de picardía, simpatía, y ese punto de altanería condescendiente de la alta burguesía; Emma Penella da un buen rendimiento en sus viscerales y radiantes apariciones; Félix Defauce exhibe su carácter de brillante actor como el Comisario Ozalla; Y el motivo por el que me he acercado a esta película es Fernando Fernán Gómez (un ciclo que le estoy dedicando), en este caso en un rol bastante secundario, en este caso tiene la tarea de ser el alivio cómico con sus cometarios, y sobre todo con el divertido recurso de las cintas grabadas que manda a su jefe. Como siempre incluso en su poco espacio deja huella con su vis humorística.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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6 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un abogado frustrado cree haber cometido el crimen perfecto en la persona de un antiguo compañero de estudios. Pero la viuda de éste le seducirá a fin de desenmascararle.

Film policíaco escrito por Carlos Blanco y dirigido por José Luis Sáenz de Heredia, que poco tiene que envidiar al cine negro norteamericano de entonces. La mirada turbia de Raf Vallone, la mujer objeto de deseo encarnada por Elena Varzi y el humor de Fernando Fernán Gómez como policía que investiga el caso, caracterizan el desarrollo de la trama, basada en un juego de apariencias y mentiras llamado a la fatalidad. Espléndidas interpretaciones de todo el reparto.



"Lo vieron trece."
CINECLUB
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9 de marzo de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película de José Luis Sáenz de Heredia, que tiene como fuerte base el guión de Carlos Blanco, un guión lleno de dispares elementos que la hacen muy atractivo y hasta distinguido.
Distinguido por cuanto es trabajado y muy completo en cuanto a situaciones.
Todo, en líneas generales, resulta no obstante difícil de creer, por lo que, aunque verosímil, resulta a veces poco creíble, pero lo cierto es que poco importa por cuanto la cinta hace disfrutar de veras gracias a un conseguido ritmo y la buena dirección e interpretaciones.
Quizás resulte un tanto envarado en ocasiones Raf Vallone, doblado por Eduardo Fajardo, si mi oído no me engañó cuando la vi, pero el resto está en su papel, con lucimiento para Emma Penella, toda una mujer, y las gracietas de Fernando Fernán Gómez, que aceptó este pequeño papel cuando ya era una estrella.
El final, sorprendente por su clímax y desde luego, poco habitual en el cine.

http://filmsencajatonta.blogspot.com.es
Constancio
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