El abogado del crimen

La narración es zigzagueante y a menudo errática. Multitud de brindis a la galería, especialmente en las numerosas salidas eróticas. De postre, filosofía barata, no más profunda que una conversación de borrachos en la barra del bar. Los actores hacen lo que pueden con unos personajes de escayola. No acabo de entender los elogios de la crítica "oficial". La fotografía resulta, en mi opinión, lo más aceptable. En el plano de lo subjetivo, confieso que me aburrió bastante, los ratos en que no me entraba la risa floja.

En "El consejero", la congregación de estrellas al servicio de Scott es, inversamente proporcional al interés que despierta el film en el espectador. Y es que, para ser totalmente sinceros, tarde noventa minutos en saber de que iba realmente la película, y noventa y seis en olvidarlo.
Uno de los máximos responsables del despropósito que es la cinta es su guionista, Cormac McCarthy. Este ha convertido, el texto de "El consejero", en una especie de concurso para ver que personaje dice la cita más brillante o la anécdota más molona. Vamos, que el guion no puede ser más pretencioso de lo que es. Y dentro de esa pretenciosidad de cartón piedra, los que salen más perjudicados son los espectadores, perdidos en un océano de sinsentidos. ¿Quién le habrá dicho a McCarthy que sabe escribir guiones de cine?...
Entretanto, el reincidente Ridley Scott sigue sumando películas olvidables a su malgastada filmografía. Y es que, en cuanto lo sacas de la ciencia ficción, se pierde. "El consejero" más parece un larguísimo anuncio de moda que una película medio decente. A las cinco estrellas que se han dejado caer por la cinta, se las ve haciendo tremendos esfuerzos para hacer creíbles a personajes y a situaciones que no se los creería ni el tonto del pueblo.
Definitivamente, no merece mucho la pena "El consejero". Algo que por otra parte ya me temía; y eso es lo que más me preocupa, teniendo en cuenta de quien viene.

Como bueyes se han tenido que sentir los actores y actrices haciendo esta pelicula. Han tirado del carro con ganas con sus actuaciones, pero el carro era demasiado pesado incluso para todos estos grandisimos profesionales del cine. Ni la experimentada aguijada de Ridley Scott ha podido con la carga del carro.

Admito que me he quedado muy sorprendida con el aluvión de malas críticas y con la bajísima nota que aparece, de momento, en la página. Es verdad que yo tampoco he salido muy satisfecha del cine, pero lo mío es a parte.

Ridley Scott es el primero, sin embargo, que esta vez no decepciona. Últimamente, me acuerdo más de sus errores que de sus éxitos, así que, en comparación, al Ridley de «El consejero» le he encontrado sobrio, serio, estético y elegante a pesar de las amputaciones y el Ferrari amarillo, escena ésta última que me provocó sonoras carcajadas en plena sala de cine por la situación y la forma de contarla de Bardem. Respecto al reparto, también destacable, el más grandes es Fassbender, un actor lleno de talento, de colosal presencia escénica, y con un momento cama y sábanas blancas, a todas luces innecesario, que te toca muy adentro. Cameron Diaz, la guepardo humana, la cazadora implacable, tiene un look muy impactante pero su personaje, a poco que lo pensemos, resulta un recurso banal a un tema tan complejo como el tráfico de drogas. Javier Bardem y Brad Pitt muy correctos, y a la otra que queda prefiero no nombrarla. Ahora entendemos con toda claridad la palabra «enchufe».

¿Cuál es el problema, entonces? Pues supongo que el guión, escrito por Cormac McCarthy. Los diálogos son la base primordial de «El consejero», quedando la acción, la historia e incluso los personajes construidos y reconstruidos a vuela pluma, con opacidad, sin entrar en detalles personales que, según el guionista, no tienen importancia. No puedo asegurar que esto sea malo por sí mismo, pero lo que sí es evidente es que las conversaciones de McCarthy carecen de sinceridad y fluidez narrativa dentro de la trama, sólo preocupada en hacer grandilocuentes discursos que con menos y más concisas palabras hubieran sido mejores. Llama mucho, demasiado, la atención que hasta los camareros de una cantina mexicana te suelten una reflexión sobre la muerte, con todos mis respetos a los camareros de cantinas mexicanas; ni qué decir tiene que los narcos son todos filósofos, por supuesto. La idea sobre los actos y las consecuencias me parece acertada, pero no así el entramado de intereses criminales, que llega a un punto que no hay quien lo explique, y el retrato pobre y desde luego desaprovechado del narcotráfico en México. Con una temática tan potente, se podría, y se debería, hacer algo con más ímpetu y sentido.

Hubiera estado dispuesta a aprobarla, más por su imagen rara y misteriosa que por su fondo, pero el final, algo abrupto y en la línea de oscura verborrea que aparece en toda la película, me invita a castigarla, no sin cierta pena. Quizá requiera de un segundo visionado.

Considero esta película un verdadero despropósito.
Carece de todo lo elemental de una película para que sea un mínimoatractiva.
Al salir del cine pensé que Que Ridley Scott en una tarde de barbacoa con sus amigos (los actores de esta película) pensaron ... Hacemos una película todos juntos? y uno de ellos debió sugerir: Algún guion interesante planea por Hollywood? y Ridley debió contestar: "Es igual, ya iremos improvisando sobre la marcha, solo con vuestra presencia el público la irá a ver, aunque carezca de argumento".
En resumen: es un estafa de película, me parece de muy mal gusto que en los tiempos que corren y lo que cuesta económicamente ir al cine, se proyecten películas que cuando sales de ellas te parece un agravio y una ofensa para la inteligencia del espectador. Pésima.