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Echo

Drama Islandia en Navidad. Todo el mundo se prepara para las fiestas mientras una atmósfera especial, en la que se mezclan la emoción y el nerviosismo, se adueña del país. En medio del campo una granja abandonada es pasto de las llamas. En la escuela, un coro infantil entona villancicos. Los pollos desfilan por el carril de un matadero. En un museo, una mujer discute al teléfono con su exmarido. En el cuarto de estar de una casa, una muchacha ... [+]
Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
20 de octubre de 2019
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llega un momento, tras los primeros quince minutos de Echo, que te das cuenta de que no vas a pasar en ningún momento al nudo y al desenlace. Allí está toda la película; encuadre, de cámara fija, tras encuadre. Pero curiosamente cada uno de los cortos, algunos no llegan al minuto, van sumando conductas y comportamientos durante unas fechas navideñas que, salvando diferencias puntuales del costumbrismo islandés, podrían ser las de cualquiera: colegiales, granjeras, trabajadores de pompas fúnebres, yonquis, operarios de limpieza, familias de corte clásico, nuevas familias, residencias de mayores... y así hasta 58.

Dice el realizador Rúnar Rúnarsson que un creador debe hacer, lo que en cada momento le dicta el corazón. Que no hay una sola manera de contar las cosas y que a él le pareció, a pesar de los malos augurios de algunos que recelaban de la posible financiación, que es más importante la obra del artista que los resultados crematísticos o inmediatos.
Y no me cabe duda de que el mensaje, al menos a mi, me alcanza igual; siento más próximos a los islandeses tras esta singular propuesta y mi propia existencia acabará siendo también un buen mazo de estampas en que tendrán categoría de preferentes muchas de las que, a lo largo de mi historia, han coincidido con Pascuas y Años Nuevos y Viejos: servicio militar, hospitales, muertes recientes, felices nacimientos, nieves y belenes, viajes, vacaciones, afectos y desamores... Y el océano de la vida sigue inquieto, eterno, inacabable; cada uno de nosotros, aunque nos creamos algo o alguien, solo somos una gota.
Sinhué
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8 de agosto de 2020
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film abre con una imagen fija de un lavadero de autos con los rodillos detenidos. Con el fondo de una música pausada y sugerente, éstos comienzan a desplegarse y rotar, primero uno, luego el siguiente y así sucesivamente. Vemos ingresar lentamente un vehículo. Toda la escena recuerda a un ballet. La cámara fija en un único plano y una belleza llamativa extraída de una acción que podríamos pasar por banal e intrascendente en nuestra vida diaria. El resto del film seguirá esa línea estética y conceptual. Breves escenas, siempre a cámara fija y con un maravilloso cuidado fílmico que nos permitirán asomarnos a la sociedad islandesa actual, con sus conflictos y sus logros, sus tradiciones y rutinas. Pero mucho más que eso, Rúnarsson parece querer abarcar la vida humana y de la única forma posible, a retazos. Las mini-historias no necesitarán presentador, parecerán arrancadas de la vida misma. Con actuaciones deslumbrantes en mínimos roles nos encontraremos con decenas de pequeños fragmentos de vidas humanas mostradas casi aleatoriamente pero con una unidad poética encomiable. Sin aparentes vínculos entre si, todas ellas (más de 50) nos llegarán de algún modo, pues en todas nos reconoceremos. Finalmente Islandia, perdida en un océano infinito, parecerá obrar de metáfora de toda la humanidad. Rúnarsson reivindica el cine como arte con mayúscula.
augrap
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29 de octubre de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La he visto en la Seminci 2019 de Valladolid y no me parece que haber obtenido la espiga de Oro. Para mí estaba entre una terna en la que no contaba con ella, pero los premios son así.
Sin duda, es una apuesta arriesgad, eso de contar 56 escenas independientes en tan poco tiempo.
el resultado, un mosaico original retrato de momentos de Islandia (extrapolables a otros países), pero no hay nexo de unión, salvo que se desarrollan en Navidad.
Le falta fuerza, pues no hay tiempo para desarrollar cada historia y unas te enganchan pero otras no.
Si la vieses sin saber de que va lo normal es que te decepcione.
floro
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11 de abril de 2024
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Es Islandia pero podría ser cualquier otro país occidental en semejante nivel de riqueza o incluso menos. Momentos de las fiestas de Navidad y Año Nuevo con reacciones cotidianas, espléndidamente filmadas.
Hay un montón de tramas solo incoadas, pero el espectador puede terminarlas o no. En conjunto es un mosaico que demuestra la natural semejanza de sentimientos y emociones. Todo con una fotografía precisa, clara, a veces deslumbrante.
La mejor escena, para mí: la del perro ante el estallido de petardos y cohetes. Como si pensara: ¡qué absurdos son los seres humanos!
yoparam
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