Vientos del páramo

No es que sea mala, es de serie B. Esas película que no llegaban a 1 hora de duración y creo que en aquella época, aún hacían pase doble de cine, primero una película "barata" y luego la gran película. Un 2x1 que hacía incentivar a la gente a ir al cine, aún en tiempo de la gran depresión.

John Wayne, ya deja de tener el rostro joven y con algo de papada, algo característico en su físico que todos recordamos. Supongo que ya estaría curtido en películas del oeste, porque creo que ya llevaba años en el mundo del cine y casi siempre del mismo estilo.

Aquí una historia algo tonta... de como 2 jóvenes que son listos, se dejan engañar y compran una diligencia a un pueblo donde hay 2 habitantes. Pero aún así, creen que harán negocio y empiezan (cosa más tonta aún). Pero bueno, aprovechan oportunidades y aquí tenemos la película, con un romance por en medio, claro está.

Se nota que algunos actores son muy desechables, es decir, que no están curtidos como actores o no son muy bueno, directamente.

Directo, atractivo, misterioso, magnético y dinámico mediometraje en formato western, en el que dos cowboys con poca experiencia en el mundo laboral, compran una de la diligencia, para intentar generar su propio negocio.

Mack V. Wright, apuesta por una incursión en un relato de intereses e intrigas personales con poderosas dosis de suspense, ilusión y emoción.

Cuenta con un tratamiento serio y estilizado de la imagen, con el que logran desarrollar una trama atractiva y emocionante.

La selección del reparto está a la altura del relato y cada uno de los diferentes personajes, presenta claros aspectos definitorios, que hacen comprender e intuir el desarrollo de algunas situaciones.

Me quedo con el ritmo frenético de las secuencias de acción y con ese toque desenfadado del conjunto.

Por su temática, estilo visual y por la presencia de algunos intérpretes habituales del cine clásico, como: John Wayne, me atrevo a decir que es una de esos productos entrañables, que ningún seguidor del western, se querría perder.

Vientos del páramo, no deja espacio para el aburrimiento y queda como un frenético mediometraje en formato western para el disfrute de un mandón y testarudo, John Wayne.

La cinta es de las de una hora de duración que solían encajarse de tres en tres para completar una sesión de tarde, o bien acompañando como relleno a otra más importante. El metraje ya nos advierte de la modestia de sus pretensiones.
El argumento también, pues es más simple que el mecanismo de un sonajero. La reconversión profesional de dos jóvenes jinetes del Pony Express, John Blair (Wayne) y Larry Adams (Cerf), a empresarios de una línea de diligencias con los consabidos engaños y ataques de la competencia, así como el imprescindible romance amoroso.
Entre los secundarios aparece el Doctor Forsaith que atiende solícito la fiebre de una niña que llega en la caravana, los dolores de estómago de los empleados del tendido telegráfico que trata con unos polvos que parecen de suero por haber bebido aguas envenenadas y, por último el balazo que ha recibido Larry en el abdomen defendiendo la diligencia y que supondrá su rehabilitación profesional como cirujano.
Sin embargo, lo más importante y lo que justifica los puntos de nuestra calificación, es la estupenda carrera de diligencias desde Buchanan City hasta Sacramento, tiradas por cuatro caballos alineados de dos en dos. Recuerda mucho la espectacular carrera de cuádrigas que varias décadas después contemplaremos en el circo romano entre Ben-Hur y Messala, de la que parece un anticipo, aquí con los caballos dispuestos en una única línea. Magnífico espectáculo en el que, como de costumbre, se juegan el tipo los especialistas.