Más allá de la Luna

Más allá de la Luna, a pesar de los esfuerzos de Glen Keane, posiblemente tenga más aceptación en su país de origen que en el resto, y el que la vea entenderá por qué lo digo en cuanto llegue el cambio de ritmo. Cuenta la historia de una adolescente que está intentando afrontar la pérdida de su madre mientras, aparentemente, todo el mundo a su alrededor ha pasado página. Para ello, decide construir un cohete a la luna, donde su madre le contaba que vive una diosa inmortal que perdió a su amado.

Con esto, mitología china y paisajes Pixar podría haber hecho una obra de arte, Disney algo memorable e incluso Dreamworks habría salido del paso, pero este no es el caso. Para empezar, con esto de llevarse la acción a la luna se han ahorrado lo más grande de escenarios. Y el que la vea se dará cuenta de que en personajes, lo mismo. Por otra parte, la narrativa es más bien floja, en otras películas ha estado mejor contado y todo resulta muy previsible. Pero lo peor, en mi humilde opinión, es que las canciones son horrorosas. Y muchas. Probablemente en VO suenen mejor, o a lo mejor sólo funciona con su público objetivo -que entiendo que son niños-, pero la verdad es que al contrario que en la época buena de Disney con Howard y Ashman, aquí cada vez que se ponen a cantar dan ganas de pasar la película hacia delante.

Con todo, se deja ver, porque Keane es muy bueno con sus cosas de animación y consigue sacar algo del conjunto, pero que nadie espere gran cosa. Y el mensaje, como en todo últimamente, a martillo por si no eres dado a sutilezas.

La verdad que la animación del gran asiático esta teniendo un gran empujón con los servicios de streaming ya que gracias a ellos nos llegan mayor cantidad de películas. Durante estos últimos años hemos podido disfrutar de “La nueva generación” (2018), “La serpiente blanca” (2019) o el corto “One Small Step” (que puedes disfrutar de forma legal en su ficha en Filmaffinity), que fue nominado a los Óscar.

Es cierto que la película que nos incube no diría que es mejor que ninguno de los largometrajes a los que me he referido, pero si se puede apreciar que ha mejorado su animación, esto lo he apreciado tanto en la iluminación como que había mayor número de personajes en cada uno de los escenarios.

Tiene un detalle en el ámbito argumental que me ha gustado y que me ha recordado a películas como mi vecino Totoro o Más allá en el jardín, donde se mezcla historia de fantasía-realidad con la infancia y me ha parecido una genialidad la forma como lo presenta pero sería spoiler por lo que no puedo profundizar más.

La verdad que los personajes son encantadores y simpáticos, sobre todo el conejo que es un gran alivio cómico. El único resquicio sería la reina de la luna que su personalidad es un poco irritante por ser tan insistente con el tema del regalo pero se podría justificar porque ha tenido que esperar 3000 años para volver a ver a su amado.
El problema más grave de esta película y es la que estropea la experiencia son sus canciones, hay demasiadas y son excesivamente similares unas a las otras, no es un musical son solo diálogos con entonación.

Esta película ha intentado imitar a los clásicos Disney y se han quedado en una copia. Este año hay poca competencia por lo que no dudo que reciba una nominación en los premios de la academia. Pero no creo que se lleve el galardón o sea la mejor película del año ya que Pixar tiene una nota bajo la manga con ritmo de Jazz.

No hace falta decir que Glen Keane es un genio de la animación y con un estilo marcado en cada una de sus cintas, esta no podría ser la excepción.
La historia de fantasía con mensaje para los pequeños podría decirse que mas o menos es lo que vemos en algunas otras películas, pero lo que destaca de esta es el cuidado de la animación, el estilo marcado de Glen Keane dentro de lo comercial y la gran dirección de arte.
La recomiendo.

*Una apuesta arriesgada

Se ha de destacar que este guion escrito por Audrey Wells, es una carta de amor dirigida hacia su esposo e hijo, ya que este sería su libreto póstumo. A través de un profundo respeto al misticismo chino se construye esta historia animada, donde la familia (biológica o no) es lo fundamental.

Entre mezcla de estilos de animación y bajo el género musical, el mito de Chang’e cobra vida. La diosa en la Luna se muestra polifacética a lo largo de la película, esperando el regreso de su amado junto con la única compañía del conejo de Jade. La leyenda se cuenta en el inicio de la película y por tanto, nos encontramos ante una redefinición de la misma.

Fei Fei y su hermano Chin al llegar a la Luna, se encuentran con algo totalmente inesperado, que hará al espectador dar un respingo, ya que el enfoque dado a Chang’e es lo que me descoloca de esta película.

*Bajo ojos occidentales

Desde la llegada a la Luna, encuentro el problema grave del film, los escenarios y estética. Desde la presentación del reino de la Luna y la espectacular (y vergonzosa) actuación de la diosa lunar supe que el estilo elegido no era el más adecuado.

A pesar de haber sido realizada con cariño, los escenarios sin pulir y con un exceso de colorido, desconcentran completamente al espectador de Más allá de la Luna. Durante casi una hora, existe la sensación de ver escenarios del videojuego Fall Guys, donde personajes anodinos entorpecen la trama y donde la reina Chang’e mantiene un vestuario anacrónico respecto a este mundo de fantasía.

Este mal diseño condena Más allá de la Luna e invisibiliza la trama contada, echando por tierras los esfuerzos de mostrar su respeto hacia otra cultura. Todo aspecto puede resultar renegado a meras anécdotas si lo que la audiencia recordará será este ”insulto cultural”.

*Conclusión

Más allá de la Luna, es una película tan entrañable como lo es Gobi, uno de sus personajes. Y, a pesar de los fallos y ser, en mi opinión, una ejecución imperfecta, cumple con creces con los objetivos que se propone: entretener y conmover.

Quizás con otros escenarios y diseños de personajes podría haber llegado a ser más redonda a mis ojos, pero estoy seguro de que los más pequeños y no tan pequeños podrán disfrutarla con creces.

He de puntualizar que es una las posibles ganadoras del Oscar a mejor película animada para 2021, y por tanto es de visionado casi obligado para los más cinéfilos. Así que recordad, aunque la luna no sea llena, siempre puede ser hermosa si cambias los ojos con los que la ves.

Escrito por Max Reyes Hutinel

Acaba de aterrizar la nueva propuesta de animación de Netflix, siendo una colaboración entre realizadores americanos y chinos, estando el marco de la historia en el país de estos últimos. No tenía grandes expectativas en el producto, acercándome al mismo debido a las generosas críticas. No obstante, tampoco han sido nada entusiastas, al contrario que sucedió el año pasado con la maravillosa Klaus, que siempre defenderé que debió llevarse el Oscar a Mejor película de animación, entre otras cosas porque fue la mejor. Pero esa es otra historia.

La verdad es que también me llamó la atención que hubiese canciones en el film, siendo una práctica que solamente utiliza Disney, y cada vez menos, siendo una verdadera pena, ya que parte de la magia de sus mejores trabajos radica en esa particularidad. Una vez vista, se entiende todo, ya que es un fallido intento de emular las producciones de antaño de la casa del ratón, aunque con resultados que se quedan en tierra de nadie, a pesar del acierto de algunos elementos.

Y es que la película está demasiado preocupada en capturar la magia de dichos productos, renunciando a tener su propia identidad, en un resultado final al que se le ven las costuras y las intenciones desde el minuto uno. Un quiero y no puedo de los de toda la vida.

La animación está por encima de lo esperado, aprovechando a la perfección las características de un país como China, y utilizando un colorido que ofrece un espectáculo de luces impresionante, aunque el diseño de personajes es bastante convencional, recordando a otros trabajos ya vistos en producciones similares. Y sí, me refiero a Disney, una vez más.

Respecto a la trama, no deja de ser otra tópica historia de aceptación y superación que ya hemos visto todos, no aportando nada novedoso al panorama animado. Es cierto que tiene un estupendo arranque (que nos hace creer que el film será mejor de lo que acaba siendo) y un satisfactorio desenlace (aunque tampoco nada memorable), pero el nudo (es decir, casi todo el film) no está a la altura de las circunstancias, perdiendo la historia fuelle demasiado pronto, siendo un trabajo débil y con el que cuesta emocionarse, por mucho que se pretenda. Y es que cuando ya has visto la misma historia tropecientas veces, es prácticamente imposible conectar.

Los personajes resultan simpáticos, pero no inolvidables, recalcando a un calco del Olaf de Frozen, demostrando una vez más que la originalidad de la propuesta brilla por su ausencia. Tampoco ayuda que todos sepamos el final de la película casi desde el minuto uno, en un conjunto tan predecible como insustancial. Lo del blanqueamiento y pomposidad de la China del film mejor lo obviamos, porque parece que a mucha gente se le olvida que sigue siendo una dictadura.

En cuanto a las canciones, pocas dan en la diana, siendo las más destacables las que apuestan por un estilo pop y marchoso, mientras que, curiosamente, las emotivas acaban siendo las que quedan relegadas al olvido, al contrario que otras producciones de la competencia, con unas melodías imborrables y que ya son historia del cine. Al final acaba siendo un recurso que busca desesperadamente la complicidad con el espectador, aportando más bien poco a la cinta.

En conclusión, estamos ante una floja película de animación, que se deja ver y sirve para pasar el rato, pero que acaba siendo un producto más, el cual todos habremos olvidado más pronto que tarde. Netflix no ha dado en la diana en esta ocasión, con su apuesta por recuperar la magia Disney, cuando deberían haber apostado por ofrecer algo distinto y novedoso. Y es que Disney sólo hay una, aunque últimamente esté de capa caída. Otra vez será.

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