The Alibi: La coartada

Un tipo, (Steve Coogan) presuntamente cínico y tal, (a mi parecer, un perfecto imbécil soplagaitas con el que es imposible empatizar), lleva una empresa dedicada a proveer de rebuscadas coartadas a gente infiel. Debido a los manejos de un cliente acaba convertido en sospechoso de asesinato, entrando en juego un variado grupo de excéntricos personajes que pululan por la película sin que nos enteremos muy bien de que van y nos importe un comino su devenir. Carente de la mas mínima gota de gracia, en un argumento que a priori se prestaba a ello, solo merece la pena echarla un vistazo por el atractivo elenco de señoras que aparecen: Rebecca Romijn-Stamos, Selma Blair y Deborah Kara Unger.

Un argumento inverosímil aunque de entrada promete. Unos personajes bien hallados pero interpretados por unos protagonistas poco convincentes. Y un guión innecesariamente enredado, que tiene como única línea directriz la de ir montando las piezas para un gran desenlace al que todos los personajes son convocado. Finalmente se le va de las manos el montaje a los directores y nadie -público incluido- entiende qué pasa excepto el personaje que encarna Steve Coogan.

Tengo guardadas algunas películas que me han gustado, esta es una de ellas. La vi hace algunos años y me pareció agradable, aunque había olvidado algunas escenas.

Es entretenida, bien planteada y resuelta. Superior a la mayoría de cine que se produce hoy día. Diez años más tarde de su realización entretiene y no ha envejecido. Que no es poco.

Un siete.

'La coartada' empieza bien, un próspero negocio proporcionando excusas creíbles para verse con el/la amante discretamente. Luego vas y te rompes una cadera y todo el mundo descubre que estabas pasándotelo teta en Botswana cazando elefantes y tirándote a una alemana que podría ser tu hija. No importa la coartada que te busques y cómo te escondas, que como dice el refrán, tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.

Como decía, la peli empieza bien y promete. A uno de los protegidos por la empresa se le va la mano y acaba con un fiambre de por medio ¿Estamos ante un 'Very bad things'? No creo, como esa sólo hay una.

A partir de aquí se entremezclan dos tramas: la del asesino por accidente y su padre, que quieren eliminar cualquier pista que los involucre, y una segunda historia de una recompensa por cazar al antiguo compañero de negocios turbios del jefe de la empresa y una especie de vaquero con chaqueta empecinado en cobrar dicha recompensa. La historia se desinfla.

¿Resultado de esa mezcla? Una película cuyo largo desenlace se plantea como ingenioso pero que deja mal sabor de boca por lo artificioso e infantil, a la vez que enredoso.

Película lanzada directamente a DVD que tiene como principal baza la belleza de algunas de sus mujeres. Por ejemplo, esta Selma Blair no es que sea especialmente guapa, pero sí tiene atractivo. En cambio si lo es bastante la modelo y actriz de origen holandés Rebecca Romijn-Stamos, "desconocida" principalmente por su papel de Mística en la saga "X-Men". Y digo desconocida porque como va de azul no hay manera de reconocerla. Ellos en cambio me temo que no están a su nivel. Concretamente a Steve Coogan, el protagonista, le viene grande el papel. Está tan apagado que no sólo no me creo su improvisado romance, por favor que soso, sino que hasta casi el final sospechaba que su Ray Elliot era gay. Que se puede esperar si además ella le saca una cabeza de altura a él.

Dejando al margen a la guapa y elegante Rebecca, que casi lo único que hace aquí es lucir palmito, tenemos, no obstante, un sorprendente trabajo. Si nos reponemos de lo inmoral que resulta la empresa esta suministradora de coartadas para hombres y mujeres, que como el mismo Ray dice, son igualitarios, faltaría más, disfrutaremos de una especie de thriller con tintes de comedia con mucho ritmo, enredos y un argumento muy trabajado. La situación se complica cada vez más convirtiéndose "The Alibi" en un carrusel en el que entran y salen personajes interesantes. De hecho la primera hora me gustó. Sin embargo llega un momento en el que se vuelve caótica. El largo desenlace está lleno de casualidades imposibles, una pamplina que te deja cara de tonto. Lástima.