Es probable que muchos de vosotros recordéis la famosa, genial e irreverente comedia televisiva de los años 80 "The young ones", "Los jóvenes". Pues bien, en su premisa argumental y en muchos de sus detalles me ha recordado tan desternillante serie, aunque ésta, a diferencia de la ochentera, no tiene ni la mitad de gracia. Como mucho entretiene y se deja ver, gracias a su corto metraje (muy de agradecer), a un par de chistes o situaciones realmente graciosas y a un puñado más capaces de esbozarme una sonrisa, más por la idea que por su desarrollo. Y es que la película está llena de buenas ideas, pero como que no han pasado de la clásica borrachera (o fumada) de varios amigos; no dudo que los guionistas se hayan divertido, incluso a los actores se les nota que se lo pasaron pipa rodando, no en vano actores principales, guionistas y directores son los mismos, pero no logran transmitir esa algarabía como pretenden. Y viendo las críticas (y hasta un premio del público en un festival), tanto profesionales como amateurs, me regreso a Raticulín o a mi tumba de vampiro, pues vuelvo a comprobar que en gustos humorísticos no soy de este mundo. Un cinco y por su intención.

Bueno, pues no, el "humor" zafio, vulgar y soez raramente funciona, y éste no es uno de esos casos raros. Y el título de mi comentario (inexistentes dioses me libren de llamarlo crítica) refleja perfectamente el nivel de los gags de este engendro. La verdad es que esta vez he sido vilmente engañado por FilmAffinity, ya que vi una puntuación media de 5'9 y críticas "expertas" poniéndola por las nubes y pensé que al menos me reiría un rato, pero a lo más que llega es a arrancarme un par de sonrisas en las más de dos fatigosas horas que dura. Si los americanos -y en concreto el señor Feig- creen que una gorda haciendo de espía patosa y patética, ayudada por una colega fea que parece loro (y no tanto por su físico, sino por su verborrea anodina) tiene gracia, que se busquen un buen psicoanalista. Una cosa es reírse "con" y otra muy distinta reírse "de". Conste que me encanta el humor irreverente e irrespetuoso, creyendo que con todo -o casi todo- nos podemos y hasta debemos reír, pero dos horas largas de tacos y chistes vulgares y sin gracia, más propios de un niño o de un retrasado que de un adulto con sentido del humor, son más de lo que yo puedo soportar. Y conste que la terminé por no tener nada mejor que hacer en ese momento, y le doy un 4 generosísimo por los personajes de Jude Law y Jason Statham riéndose de sí mismos, además del personaje de Aldo (lo siento, no recuerdo el nombre del actor) que tiene bastante chispa. Lo demás para la basura, incluyendo a una más que sobrevalorada Melissa MCCarthy (nunca le he visto ni le veré la gracia a esta tía).

No me daba muy buena espina esta película, a pesar de que la pareja adulta protagonista ha hecho trabajos que me han gustado bastante, pero es que últimamente encontrar una buena comedia es poco menos que un milagro, y más en el cine español o argentino (del yanqui mejor ni hablar). Me siento en la butaca de casa, me dispongo a dejar prejuicios de lado e intentar pasar un rato agradable y la película empieza con unos créditos francamente simpáticos a la par que originales y muy ad hoc con la temática a tratar. La primera escena me deja algo intrigado, el inicio resulta bastante tópico, el clásico divorciado con problemas con su pareja, con la que tiene una hija en común, una niña un poco repelente pero que poco a poco se va ganando mi simpatía, en buena parte por el salero y la buena interpretación de Guadalupe Manent. La llegada de Vicki (muy bien Maribel Verdú) y su posterior encuentro/choque con la niña son, para mí, el momento álgido de la película, creando situaciones bastante cómicas, pero mi felicidad dura poco, la cosa se va edulcorando por momentos, cargando de moralina y, lo que es peor, de todos los tópicos habidos y por haber en este tipo de comedias familiares; aquí el factor sorpresa desaparece por completo y el film se vuelve más previsible que una caricatura del Correcaminos, en cada momento sabes perfectamente lo que va a ocurrir a continuación.
No es una mala película a pesar de eso, creo que puedes pasar un buen rato viéndola y disfrutar de sus actores y de un tramo francamente gracioso, siendo soportable el resto con todos sus tópicos típicos.

¿Queréis ver una película de acción, mafias varias y asesinatos a punta pala super original? Entonces no veáis John Wick. Ahora bien, si no os importa ver algo que habéis visto cientos de veces, narrado de forma bastante parecida, pero realizado impecablemente, con un buen elenco que incluye varios secundarios de peso, como Ian McShane o Willem Dafoe, una contundente y acertada banda sonora y una fotografía más que aceptable, entonces ésta es una buena elección para pasar un par de horitas bien invertidas (algo menos, lo que ayuda a que sea un buen film). Tampoco busquéis verosimilitud con esta mezcla de Matrix con la saga Venganza protagonizada por Liam Neeson y la violencia de Tarantino, pues no hay ninguna, como en todas las películas de super (ex) agentes, soldados o asesinos despiadados y vengadores.
Y el título de la crítica viene a cuento porque en la película sale una "empresa" que se dedica a limpiar las escabechinas de John Wick y otros, dejándote la casa como los chorros del oro, idea que no dudo habrán sacado de la película "Tú asesina, que nosotras limpiamos la sangre", financiada por Tarantino y muy de su estilo.

Como atenuante a mi favor voy a decir que confundí esta película con la homónima protagonizada en 2011 por George Clooney, puesto que ésta huele a truño a una legua de distancia; vamos, que si lo llego a saber no pierdo el tiempo con semejante bazofia. También debo aclarar que nada tengo en contra de la factoría Disney, que antaño nos deleitó con fantásticas obras de dibujos animados (el término "animación" aún no estaba inventado) y hogaño todavía nos ofrece obras bastante dignas como la versión 2010 de "Alicia en el país de las maravillas. Pero es que esto es algo infumable, lo cojas por donde lo cojas. Los hijitos de los villanos son patéticos, sus papás son bocetos a mano alzada y temblorosa de lo que algún día fueron, y los buenos dan asco de lo dulces, acaramelados y previsibles que son. Por si fuera poco, los numeritos musicales no hacen más que lastrar aún más las casi dos horas de sopor; coreografías vistas mil veces mil, con la gracia en el culo y el culo de vacaciones muy lejos. ¡Ah! Pero pensaréis que, al menos, los efectos especiales valen la pena. Pues hasta en eso desilusiona. Me esperaba mucho más que decorados de cartón piedra y efectos más propios de mi sobrino de 10 años con un Pentium IV, sobretodo teniendo en cuenta que estamos en 2015 y si algo le sobra a Disney es pasta. En resumen, espero que a nadie se le ocurra pagar por ver tamaño bodrio, verlo gratis o descargarlo de la Red ya es una pérdida de tiempo.