Denotar la increíble delicadeza al tratar el tema del amor lésbico entre dos mujeres que no habían tenido experiencia previa, en donde una de ellas estaba prometida con un hombre, y de repente se ve envuelta en una situación que, de una u otra forma, el intercambio que se produce entre ella y su compañera le agrada. Es respetuoso, juegan con metáforas, se sorprenden con representaciones de sus imaginarios (la piscina vacía, el baile en ella, declaraciones graffiteadas), y así, poco a poco se van sintiendo valoradas plenamente en una relación en donde ellas eligen ser libres, y no es imperativo el ejercer el rol de género que aprisiona la vida y autorrealización de la mujer.
Igualmente, muy oportuna, acertada y necesaria la narración de la ruptura con las familias y el profundo dolor que un acto así conlleva, en donde machacan a Lola en distintas ocasiones señalando que eso no es amor, que es asqueroso e incluso que es una enfermedad. Así, también se manifiesta la valentía de estas mujeres al romper con esquemas sólidos, y que las expulsa hacia un camino desconocido y de desamparo.
Importante también la figura de Paqui, la trabajadora social, esas profesionales que pocas veces se representan en el cine, y que son esenciales en la vida de muchas personas, y en esta ocasión, toda una suerte su presencia para la promoción del avance de estas dos mujeres que quieren emprender una vida libres de lazos que les oprimen.
Utiliza simbología muy sencilla. El constante uso del pájaro para simbolizar el deseo de libertad, quizá de forma bastante repetitiva, aunque también es cierto que el deseo de libertad es tan imperante que se puede aceptar la insistencia de dicho símbolo. El mar, que aparece en el sueño de Carmen y al final de la película, representa la renovación, el avance en una nueva dirección en sus vidas, protagonizadas por ellas.
Buena película: sencilla de ver y recomendable para pasar un buen rato y reflexionar sola o en compañía.