Evaluando en base a lo que vemos en pantalla podemos calificar una película como mala, correcta, buena, muy buena o imprescindible. Luego, más allá, tenemos aquellas películas que al margen de su más que contrastada calidad son referentes. Iconos. Guías maestras que han servido para elaborar un sinfín de ficciones en lo sucesivo. Ahí es donde entrarían títulos como "Ciudadano Kane", "Lo Que El Viento Se Llevó", "Casablanca" o "El Tesoro de Sierra Madre".

Al igual que sucede con otras obras de igual pedigrí "El Tesoro..." no se encuadra fácilmente dentro de los márgenes de un género concreto. Es cierto que puede rastrearse algún rastro noir en los primeros compases de la película, con ese Bogart paseando su miseria por las calles de Tampico, entre cantinas de mala muerte y moteles infestados de alacranes y cucarachas. También hay algo de western con sabor mexicano, preludio de obras posteriores como "Grupo Salvaje" o "Los Profesionales" en la segunda mitad de la misma. Y por supuesto transmite la sensación de viaje trepidante, de hallazgo, que debe tener toda buena película de aventuras. Pero es más que eso.

"El Tesoro de Sierra Madre" es, ante todo, una mirada sobre la condición humana: La volatilidad de las relaciones, la camaradería, la codicia, la desesperación.

Cuentan que Humphrey Bogart estuvo especialmente intratable durante el rodaje. Se puede entender el porqué: El, que era una estrella consagrada (Ya tenía en su haber, por citar solo algunas, "Casablanca", "Tener y no tener" o "El sueño eterno") compartía protagonismo en igualdad de condiciones con Tim Holt (un currante de los westerns de serie B) y Walter Huston, a la sazón padre del director y un sólido actor de carácter, de los que lleva la vida escrita en la cara. Un peligrosísimo robaescenas que eclipsa por momentos a sus compañeros de reparto.

Mucho me temo que voy a ser la nota disonante: He echado un vistazo a las reseñas y veo que menudean los sobresalientes y el entusiasmo por la película entre los usuarios de filmaffinity es notable.

Quizás no esté siendo justo, claro: Uno, por edad, no ha visto las películas de Hitchcock por orden cronológico a medida que iban saliendo. Pude permitirme ver antes Vertigo, Con la muerte en los talones, La ventana indiscreta... Claro, cuando uno se sumerge en la gloriosa explosión de technicolor de su década de los 50's no puede evitar que cintas como esta (O Falso culpable, más tarde) se me antojen un poco más planas tanto desde el punto de vista formal (la árida puesta en escena) como del mismo concepto de la película, con tramas definitivamente más lineales.

Comparten Yo confieso y Falso culpable fijación por la figura del mártir: Este por mano del desdichado azar, aquel por la fidelidad profesada a sus votos monásticos.

Sin embargo, la película no ahonda mucho en el potencial de la historia y se contenta con ofrecer un relato extremadamente sobrio de los hechos. Resulta curioso ver a alguien como Montgomery Clift, siempre envuelto en un halo de enigma y oscuridad, encarnar un personaje tan bidimensional como el padre Logan. Sospecho que parte de la fuerza de la película reside en las tribulaciones internas del sacerdote durante el proceso, pero esto no queda fielmente trasladado en pantalla.

La película presenta un primer cuarto interesante, aquel que explota la tensión entre Logan, el confesado y su esposa. Pero da unos volantazos que le hacen perder ritmo de manera alarmante: La parte del relato de Anne Baxter, de un descriptivo de folletín radiofónico, da la impresión de durar media hora, el momento drama judicial...

A ver, que nadie me malinterprete: Yo confieso podría ser la mejor película de otro director. Tiene a Montgomery Clift en plenitud de poderes, a Anne Baxter, a Karl Malden. Pero con Hitchcock (igual que con Ford, Lang, Hawks) el estándar de calidad es tan, tan alto (nos ha malcriado tanto) que películas que en otros nos parecerían notables nos dejan un poco fríos.

Llegué a esta película a través de Tarantino y su "Once Upon a Time in Hollywood". Si damos por cierto que Rick Dalton se inspira en buena medida en Edd Byrnes (actor de similar trayectoria, a caballo entre los seriales de los 50's y el spaghetti western) "Secreta Invasión" vendría a ser algo así como sus "14 puños de McClusky", esto es: Una peli sesentera de comandos con marcado regusto serie B y mucho encanto.

Cuenta la leyenda que Corman trazó las líneas maestras del guión de cabeza, en la consulta de su dentista. Para hacer más amena la espera echó mano de una revista que hablaba de Dubrovnik y su ciudad antigua amurallada. Como a Corman le aterraba la idea de ir al dentista, empezó a dejar volar la imaginación evocando una historia de comandos, una resistencia croata y un castillo en el que parecían haberse atrincherado todos los nazis del mundo.

El resultado es una película a la que se le notan las costuras del bajo presupuesto, pero nunca a costa de perder el ritmo. La premisa (comando de maleantes de diverso pelaje reclutados a la fuerza para una misión de incierto resultado) es un precedente claro de lo que Robert Aldrich ofrecería, corregido y aumentado, en la clásica 'Doce del Patíbulo" .

Como toda buena peli de comandos, un alto porcentaje de su efectividad depende del carisma de sus componentes y de la química que tengan entre ellos. Y en ese apartado cumple más que de sobra.

Capitaneados por un Stewart Granger cuyos días de gloria como rey de las películas de safaris quedaban ya lejos (aunque todavía sin llegar a las cotas de decadencia a las que se vió abocado tras arruinarse en Marbella) el comando es completado por el citado Edd Byrnes en plan teddy boy peleón, Mickey Rooney -Sin duda el fichaje de más nivel de la cinta- encarnando a un terrorista del IRA, Henry Silva en modo psicópata silencioso, Raf Vallone rezumando carisma con acentazo italiano y un cínico William Campbell (un corredor de fondo de la Serie B y la tele de los 50 y los 60) que para mí pasa por ser de lo mejor de la película e inexplicablemente ni aparecía en el cartel.

Se le puede reprochar un poco el ir a marchas forzadas, pero en productos así se agradece la brevedad (Nada peor que la Serie B de dimensiones babilónicas)

En definitiva, una infravalorada cinta de comandos. El hermano mayor -y pobre- de esfuerzos posteriores como la citada "Doce del Patíbulo" o el "Desafío de las Águilas".

Había leído referencias muy positivas acerca de esta película: Infravaloradísima cinta de culto, papel definitivo de Robert Mitchum, trepidante foto-fija del submundo del crimen...

Las valoraciones tan entusiastas encierran ese peligro: Hacen que uno abrigue ciertas expectativas. Y no sé si se me ha escapado algo pero yo no he conseguido verle nada especial a esta película. Nada que justifique esas valoraciones que he visto a lo largo del tiempo, al menos.

El problema quizás resida en las mentadas expectativas, uno casi esperaba una epopeya sobre infiltrados y soplones al estilo de 'El Príncipe de la Ciudad' (Sidney Lumet, 1981) y me he encontrado más bien un neo-noir setentero de gama media, con ese gusto por lo verista y las largas secuencias de conducción (Que me recordaron a 'Bullitt', luego supe que el director es el mismo) Adolece también de esa extraña economía narrativa de muchas cintas de finales de los 60s-principios de los 70s que dilata situaciones que podrían atajarse de manera mucho más efectiva (Todos querían ser 'auteurs', supongo. Uno en el fondo es un reaccionario amante del sistema de estudios)

Es curiosa la falta de término medio que he encontrado a la hora de ponderar esta película: Algunos la califican como de western algo plano e infantil; otros como la primera obra de Ford que muestra esa tendencia algo más "negra" que desarrollaría a pleno rendimiento en trabajos posteriores como "Centauros del desierto" o el "Hombre que mató a Liberty Valance" (el debate que se hizo en su día en 'Que grande es el cine' tras pasar la película abundaba mucho en esa idea)

Para mí, sin embargo, no es ni una cosa ni la otra.

Creo que el primer error de concepto es ver esta película como un western: Carece del necesario componente sórdido de villanos, pistoleros, tiroteos y saloons. Es más bien -como se ha apuntado en otra crítica por aquí- una serie de viñetas líricas, de una belleza casi onírica en ocasiones. Una fábula de la frontera sobre la camaradería de las armas, los códigos de conducta, el paso del tiempo, el honor y el amor.

Ese espíritu de comunidad, muy irlandés en ocasiones, veo que la acerca más a obras como "El hombre tranquilo": Ese buen humor que recorre la película, la socarronería de Wayne, las bravatas, las canciones, el peso de los secundarios... Es cierto que también se vislumbra la idea del paso del tiempo y el peso del pasado pero nunca bajo una luz que oscurezca demasiado el tono general, casi de cuento, de la película.

Por ponerle un pero: Para mí la película experimenta una cierta bajada de intensidad tras el regreso de la expedición a Fort Starks y adquiere un tempo diferente.

En definitiva, un trabajo sobresaliente de Ford. Rebosante de lirismo y con uno de los trabajos de fotografía más espectaculares que se pueden encontrar en el cine de Ford. Jamás mostró Monument Valley así de nuevo.