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Críticas de ONEE33
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
9
20 de agosto de 2023
384 de 459 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude observar la película antes de su estreno oficial debido a la presentación de la misma en el Festival de Cine de la PUCP, en Lima, Perú. Tenía que aprovechar, puesto que todo lo que había leído y escuchado de la misma al respecto de su participación en Cannes necesariamente despertó mi curiosidad. Y, sinceramente, no me arrepiento de las casi tres horas de metraje de Triet, en las cuales, de forma pausada pero milimétrica, va diseccionando cinematográficamente no solo lo estricamente relativo a un posible asesinato o suicidio, sino toda la compleja dinámica de pareja dada entre un par de escritores (un francés, Samuel, y una alemana, Sandra). Ellos, en un intento de dejar atrás frustraciones del pasado, deciden mudarse con su hijo invidente (Daniel) y el perro guía de este a un chalet ublicado en los Alpes Franceses, específicamente en el pueblo originario de Samuel.

El punto "0" de la película acaece cuando Daniel, quien había salido a pasear con su perro, retorna a casa y encuentra a su padre fallecido en medio de la entrada. Él, previamente, se encontraba en la azotea de la casa efectuándo reparaciones con música a alto volumen. Sandra( notable Sandra Huller) despierta de la aparente siesta que estaba tomando por los gritos de auxilio de su hijo y observa el cuerpo de su marido sobre la nieve. Todo parecería indicar que un accidente explicaría su caída y posterior muerte. Sin embargo, una serie de hechos básicos, comentados al inicio del film, desmontan esta posibilidad: la ubicación del cuerpo, tres manchas de sangre distanciadas del lugar de la caída, la forma y tamaño de la ventana en la que habría tenido lugar el accidente, así como la existencia de un traumatismo encefalocraneano cuya profundidad se muestran discordante con el daño potencial que podría ocasionar una caída de tres pisos son algunas de las pruebas que ponen en tela de juicio la hipótesis de accidente: o bien Samuel se suicidó, o bien fue asesinado por Sandra, quien era la única persona junto con él al momento de su muerte. Es por este motivo que Sandra es procesada penalmente por la justicia francesa, con la finalidad de determinar cuál fue su rol en los sucesos.

Es sobre este telón de fondo que Triet empieza la milimétrica elaboración del caso. Tal como se va evidenciando, la intención detrás de tantas horas de grabación no es sencillamente mostrar si Sandra es culpable o no de asesinato. La película no persigue construir situaciones que den un vuelco de 180 grados al respecto de determinar la muerte de Samuel. No hay plot twists- al menos no en el mismo sentido que en películas como las de Nolan o Park Chan Wook-. El juicio, por el contrario, es el pretexto narrativo con el cual el filme indaga alrededor de la relación entre la pareja de escritores: sus miedos, sus frustraciones y sus conflictos. Los resentimientos, las marcas del pasado que no han podido ser eliminadas, las heridas abiertas sin suturar, las hendiduras no afrontadas, todo ello finalmente se materializa en el juzgado, mediante una estructura cuasi-teatral que recuerda bastante a otros dramas judiciales, al estilo de 12 Angry Men.

Así, las revelaciones que se van dando durante el juicio, además de aclarar mejor el contexto familiar y de pareja en el que se enmarcó la muerte de Samuel, van desocultando facetas de la personalidad de ambos progenitores que eran desconocidas por el hijo de estos. Este es un punto clave del metraje: presenta cómo incluso los individuos más cercanos a nosotros, con quienes compartimos vida, alimento, cobijo, afecto (existencia familiar, en resumido) realmente pueden esconder facetas discordantes con la imagen que ostentamos sobre ellos. Lo descrito por Erving Goffman en el marco del interaccionismo simbólico se manifiesta de una manera sombría y fría , como la nieve en la que el cuerpo de Samuel reposó tras su muerte: Triet demuestra, con la puesta en escena que magníficamente dirige, cierta cara oculta y turbia inscrita en aquellos seres con quienes compartimos nuestra cotidianidad y nuestro afecto. El hecho de tener conocimiento pleno de las facetas más retorcidas y desequilbradas de algún ser querido, finalmente, puede volver imposible el lazo de afecto que se había construido alrededor de esa persona. Ya no vuelve ser lo mismo.

Así, frente a una situación sumamente ambigua y extraña, es la "fantasía" la cual adviene al rescate, la cual desempeña una labor fundamental a la hora de suturar los huecos profundos de una situación incomprensible hasta cierto punto. En un momento, el espectador siente como Triet disuelve fílmicamente la brecha que separa la realidad de la ficción literaria: ¿realmente las obras de Sandra son estrictamente ficcionales? ¿o es que acaso, lacanianamente hablando, la verdad (su verdad) tiene la estructura de una ficción? Las constantes alusiones a los textos de la escritora durante el juicio deben comprenderse como intentos jurídico de dotar de determinación a una circunstancia de la cual solo se puede elaborar conjeturas.

Anatomía de una caída muestra, con suma calidad, el proceso de desmantelamiento de una relación, de una familia, de un proyecto que no pudo sedimentarse por los egos, los resentimientos, las ofensas. Las fotos familiares, que aparecen rutinariamente en la exposición del film, comienzan a verse o bien como falsedades, o bien como momentos de un pasado feliz, el cual no llegó a prever qué pasaría el presente. Magistral. Una lección de cine memorable y que, esperemos, quede para la historia.
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ONEE33
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9
7 de julio de 2015
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de veces en la actualidad, cuando uno va al cine, visiona una película, ciertas escenas le llegan a conmover, a agradar superficialmente hablando y cuando llega el final, uno sale de la sala hablando: ¿Te gusto?
A lo que uno responde: Si por supuesto... Entre otras cosas, una película comercial actual solo se contempla para olvidarla, dejarla de lado después de terminada la función, ya que no abunda los sentimientos, el corazón humano y punto.
Pero...¿Este es el caso de Inside-out? A pesar de ser promocionada como tal, déjeme decirle que usted saldrá con un recuerdo casi imborrable de su corazón, Risas, lágrimas, emociones desplegadas por doquier en una cinta que a pesar de ser mayoritariamente comercializada para niños, llega a sobrepasar ese aspecto, llegando a niveles que solo un adulto podría entender.La complejidad de la mente, de los sentimientos y de la persona son explicados en el ser de Riley, una pre-adolescente que se muda de ciudad y cuya psicología es narrada con suma originalidad , delicadeza ,entre otras cosas en esta OBRA MAESTRA.
Así es... con mayúsculas. Película para jamás olvidar.
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ONEE33
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9
21 de junio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentí cierta curiosidad por verla desde que me entere, por medio de esta increíble página, que esta película fue galardonada con la Palma de Oro en Cannes, pero jamás pensé el hecho de que estaría ante un film, que en cierta medida, roza lo majestuoso de la cotidianidad. Áspera y cruda crítica a una sociedad que aliena a sus individuos , que despoja a aquellos que son "inservibles" (tal es el caso de Rosetta) y los hunde en la desesperacion de querer ser parte del resto. Estamos ante una Émilie Dequenne notable, cada gesto que realiza en la cámara es completamente natural, la angustia por conseguir un trabajo y tener una vida normal es el punto principal del trama, llegando a tal puro de usar la traición con tal de conseguir aquello. El hecho de lidiar con una madre alcohólica, con un hogar propenso a desmoronarse si no fuese por ella y ,sobretodo, el hecho de querer dejar de ser una "nadie" es un factor excepcional en el transcurso del trama. No hay tiempo para el amor, para la diversión , para cada gesto de estas naturalezas ; solo hay tiempo para salir de la abrumadora situación en la que está Rosseta, valiéndose de cualquier acción para llegar a ser alguien. Es un crudo retrato acerca de la supervivencia , del abandono social y de la tristeza y la terrible melancolía de ser nada.
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ONEE33
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9
23 de noviembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escrita y dirigida por Damián Szifrón, consta de seis cortometrajes sobre el odio, la violencia y la venganza; y lo absurdos que humanamente somos por estas pasiones.

Uno de ellos (a) es un chiste con un buen guión; pero poco trascendente.

Dos de ellos (b, c) son situaciones ricas no muy bien explotadas como obras narrativas, por cierto efectismo en la resolución de las tramas.

Otros dos (d, e) son revelaciones crudas de la lucha desigual del individuo contra la estructura sociopolítica en un caso y contra el destino en el otro, dentro del contexto del statu quo social; reflejando ambos el miasma cotidiano de las instituciones. Ricos en significados pero con momentos planos. Tienen que ser vistos.

Y uno, magistral. Es un relato simple que acarrea metáforas de la batalla humana en varios frentes: el de la persona con su ego, el de la lucha de clases, el de la dignidad amenazada, el de la misma lucha contra el absurdo... Humor, violencia y tragedia se desprenden indistinguibles y están cohesionados con el hilo conductor de manera casi natural. Y a pesar de su complejidad significativa es ligero y sinfónico. Ese solo cortometraje justifica la contemplación de toda la película.

Imperdible para todo aquel que se sepa solazar con la buena narrativa.

Carlos Bellatín Ramos
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ONEE33
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9
16 de noviembre de 2021
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Veo muchas críticas que se quejan de cierto abuso por parte de Nemes de planos secuencias "mal dirigidos", del desenfoque constante de la cámara y el direccionamiento de las tomas a la nuca, la gorra, la espalda y las orejas de Saúl (Géza Rohrig). Sin ánimo de dar la contra sin alguna argumentación previa, lo cierto es que lo anterior se delinea como uno de los mayores aciertos del director: y es que nublada es en sí misma la mirada del protagonista, quien yace subsumido en un infierno terrenal, como si el desenfoque de la cámara evidenciara los intentos de Saúl intentos de evadir la horrible cotidianidad de la sangre, la muerte y la tortura. El plano se desenfoca cuando el protagonista principal se topa con elementos que llaman su atención, lo interpelan o demandan una reacción de él. Es así como, en una rutina ordinaria como miembro de un Sonderkommando, su mirada se fija en un niño que sobrevive inicialmente a la cámara de gas y es posteriormente asesinado por un médico al servicio de los nazis. Lejos de que este hecho implique una "vuelta a la normalidad" en la cotidianidad de Saúl, este observa en el cuerpo del niño fallecido una posibilidad de redención, de refugio espiritual, de reivindicación de todas aquellas personas asesinadas cuyos cuerpos fueron mutilados y/o desaparecidos por la maquinaria del holocausto. Es a partir de tal motivación que decide, bajo todos los medios posibles e incluso interponiendo su vida y la de sus compañeros en varias situaciones, tratar de salvar el cuerpo de quien concibe como su hijo y darle una digna sepultura acorde a su religión.

Es esplendoroso, por ejemplo, cómo la película representa la trama de significados asociados a la materialidad del cuerpo humano: un cadáver sobrepasa su mera consideración biológica y encarna el deseo de trascendencia del ser humano. Así, a pesar de que la conciencia se haya ido, el cuerpo físico actúa como una reminiscencia de la persona y de todo lo que esta representa y representó (a).

Poco parece importarle a Saúl la posibilidad de una rebelión contra los nazis (b), quizás el acto de redención mismo de darle una muerte digna a un cadáver recogido entre cientos posibles sea algo mucho más valioso. El final (c) lejos de ser ininteligible, lo cierto es que ofrece un conjunto de posibilidades de interpretación semánticamente justificadas, evento final que queda a cada juicio y a emoción de cada quien.
Es una película lenta, por momentos confusa, por momentos emocionante, pero fríamente apabullante. Aún así, no hay pierde en su visionado: es un material reflexivo, pesado y con cierta profundidad digna de ser contemplada.
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