Me fascina muchísimo como Bill Murray es un actor como la copa de un pino, eso es indiscutible; lo que me sorprende aún más gratamente es que los actores secundarios parece como si se hubieran conjurado con Ramis, Murray y MacDowell para hacer de esta cinta algo memorable.
Después de ver esta joyita desde el 2012 (un descubrimiento tan extasiante como cuando oí por primera vez The Bard's Song de Blind Guardian o cuando tenía 15 y Sam y Frodo las pasaban canutas), pasó a ser una obra más de ese elenco mío particular de películas, canciones, libros, videojuegos, etc.
Sí, ese elenco propio y particular que vas guardando en tu mente y que ya te marcan de por vida, como ese primer beso, ese primer curro "de verdad", o de no interesarte para nada el fútbol y estar en medio de una fiesta colectiva y ser totalmente partícipe, olvidando por completo porqué discutí con mi hermano o que estoy de promotor vendiendo productos realmente superfluos.
Ahí reside la magia de las grandes obras de arte, sea cual sea el campo: ellas te evaden cuando el mundo se te vuelve hostil, te entretiene cuando tienes un tedio insoportable, te hace pasar un rato inolvidable cuando lo haces acompañado de los amigos, la pareja o la familia... y sobretodo, te da una lección moral, y más aún, utilizas dicha obra para representar un poco tu propia realidad y decir orgullosamente: esta obra marcó mi vida.
Todos los años espero con ansias el 2 de febrero, pues me he impuesto esta autodisciplina para ver esta película únicamente una vez al año, pues de no ser así la vería compulsivamente y acabaría quemándola... y sí, cada 2 de febrero, así desde el 2012, se me ha vuelto una fecha muy especial: alguna que otra carcajada, muchas más sonrisas de complicidad y alguna que otra emocionada lagrimilla, que en mi caso particular, que una película pueda hacer eso... tela...
En fin, lo siento si he hecho una crítica demasiado egocentrista y sé que soy un personaje anónimo y sin interés para los medios, pero si hay al menos una sola persona que se sienta identificado como yo, habrá merecido la perorata (además, todas y las abundantes bondades de este film ya están suficientemente reflejadas, tampoco quería ser redundante).
Y quiero terminar con el típico chistecito que hacen los hombres heterosexuales a otros hombres a los cuales les admiran con profusión, y sí, y cuanto más hetero se sea y más afeminado se diga, mejor, así que...
¡Bill, hazme un hijo tuyo!

Después de que el cine haya atravesado las diferentes fases y evoluciones lógicas, ya solamente falta cruzar la última frontera. Y no, no consiste en guiones cada vez más deplorables y unos efectos especiales para quedarte "con el culo torcío", como diría Joaquín Reyes (y no me meto con lo del 3D, que eso ya es tema de otro costal). Sí amigos, ha llegado la deconstrucción.
Podemos ver varios ejemplos de películas cochambrosas a más no poder, pero no exentas de grandes ínfulas; por poner un ejemplo, Eragon. Me fascina mucho como gente que son profesionales, que viven de esto y poseen muy buenas nóminas (quizás no tanto como los que están en la cúspide), pero aún así nóminas muy notables; pudieron llegar a pensar que Eragon sería una alternativa "seria" a ESDLA, y digo alternativa, porque como pensaran que fuera de una manera "frontal", pero venga va, vamos a conceder el beneficio de la duda. El caso es que esta película pasará a ser olvidada de manera muy merecida.
El segundo caso es el cine B: el cine B tiene sus normas, sus reglas... sus mínimos, en definitiva. No aspiran a nada, pero saben cuál es su lugar en el mundo, saben que es un producto de muy poca calidad y para ciertos cinéfios vean ahí su auténtica calidad... ¿calidad? Quise decir que es una "virtud" que algunos buscan precisamente esa pobreza cinematográfica, normalmente para uso lúdico, tales como puede ser un desfase en un día ocioso con los amigos o incluso, una manera de decir a tu pareja que va a haber tema.
Pero Nguyen va aún más allá... Pretensiones, cero. Mínimos, cero. Crear algo que nadie se habría atrevido a hacer, sí (puede que haya otras películas como ésta, pero no soy tan ducho rastreando este tipo de... "películas"). El ejemplo voy a intentar hacerlo de manera que se entienda (no soy ni crítico ni me he licenciado en algo, pero me considero aficionado del cine y algunas cosas he aprendido).
En la sociedad actual me parece haber oído que se está gestando un nuevo movimiento filosófico, que puede que tenga que ver con la deconstrucción; el dominio absoluto de la forma donde el fondo y el mensaje desaparece; y la originalidad, cualquier cosa, la que sea, si no se ha visto antes, se puede considerar como una obra. Ya hemos visto libros de 500 páginas totalmente en blanco; "platos" que pueden consistir en destapar una enorme tapa y que salga una nube de agradables olores a albahaca (o vainilla o lo que sea); y lienzos... y trajes que dan mucho de qué pensar.
Es fácil saber hacia donde conduzco la crítica, ¿no? El señor Nguyen, y seguramente puede que haya otros como él, hayan decidido saltarse todas, TODAS las normas. Nadie puede volver a parir el cine, y la inmensa mayoría se esfuerza en hacerlo más grande, y otros se dedican a utilizar el cine con una única intención de lucrarse, a cuanto más, mejor. Pero Nguyen ha hecho algo diferente, ha cogido a la Diosa del Cine, que tantas cosas hermosas ha parido (y otras no tan hermosas), y ha decidido mancillarla para matarla y darla un final grotesco e indigno. Como en una buena película turbia y durísima donde se suceden violaciones y las mayores perversiones posibles, en vez de utilizar personajes, él utiliza el propio género. Él es el primero en hacerlo, por lo que debe reconocer por derecho propio que ha iniciado una nueva etapa en el cine, la de su fenecimiento. Y en estos tiempos que corren, las ideas originales se cotizan muy al alza.
No obstante, el señor Nguyen está solo en esta guerra; va solo, se enfrenta a las cabezas nucleares de Hollywood y el va provisto de un tirachinas. Fenecerá sin honor y sin ni pena ni gloria, que en este universo particular consiste en ser recordado o no. Nadie hablará de el, solo los canales de una gran extravagancia, que va inversamente proporcional a su difusión, hablarán de este señor.
Si algún día el cine llega a morir, recordarán a Nguyen como El pionero, y su obra será difundida en los canales serios. Hasta entonces ahí permanecen las cabezas nucleares, mientras en la base los generales se debaten cómo han de ser las nuevas tendencias... aunque, a mi gusto, de 10 años hacia atrás, sobretodo en los 90 y quizás principios del 2000... los generales que gobernaban la base me gustaban más.