Es típico oír que "todos somos especiales en algo", realmente yo así lo creo, y dentro de la gran variedad que dibujamos sobre el planeta existe una faceta que nos distingue a todos; la capacidad de transmitir nuestros pensamientos, nuestras sensaciones, nuestros miedos y frustraciones, ... Hay gente con una asombrosa verborrea -que a veces hipnoticia y a veces cansa-, con la cual nos informan de toda clase de acontecimientos. También existe una parte en el mundo formada por personas más calladas, pero no por ello sin opinión, éstas disfrutan sobre todo del arte de escuchar. Otro grupo, bastante numeroso, son denominados como artistas, que se expresan de multitud de maneras físicas, psíquicas, melódicas,... y sobre uno de los representantes de este grupo nos habla la película.
Ya desde un primer momento se nos muestra un personaje lleno de complejos e inseguridades que no desaparecen con el paso de los años. Frustración, miedo, incomprensión, dolor acompañan a Pollock durante una existencia donde sus únicas vías de escape eran la pintura, el alcohol y un apoyo fundamental construído por su mujer.
Considero que realizar una biografía sobre un personaje siempre tiene el riesgo de lo subjetivo; no nos llegamos a conocer a nosotros mismos o en el mejor de los casos nos lleva toda una vida, como para que una persona ajena a nuestros pensamientos más profundos pueda decir por qué sucedió así y no de otra manera. Supongo que ésto tiene que ver con que la película se deslice superficialmente sobre la vida de Jackson Pollock y en segundo plano sobre su mujer, Lee Krasner. Nos muestra los efectos de la personalidad del pintor y no las causas, tema éste muy controvertido.
Lo más destacable, la actuación de los dos personajes principales, Ed Harris se mete profundamente dentro de la piel del pintor (es el director de esta película cuyo proceso de maduración se extendió durante diez años) y Marcia Gay Harden se encarga de mostrarnos el otro gran tema de la película; el amor que siente Lee por el pintor y su obra.

Hay tantas formas distintas, tantas maneras diferentes de amarse, tantas supongo, como personas en el mundo.
Unas te hacen sentir bien, otras duelen, otras excitan, las hay que desesperan, unas de las mejores son las cariñosas; pero también las hay que enganchan, que confunden, que nublan la vista, que te pierden, que te cambian, que las necesitas.
Piensa en tu día, desde que te levantaste hasta ahora que me estás leyendo, con cuanto amor te has cruzado?: propio, ajeno, fraternal, sexual, compasivo, dulce, de una mirada o tal vez de una sonrisa. Yo creo que está en todas partes y como los huevos, es necesario aunque la mayor parte de las veces, quizás todas ellas sea difícil de entender.

Por esto y por los toques surrealistas merece la pena ver esta película.
Para mi hombre sin corazón favorito.

A veces necesitamos sacar lo que llevamos dentro de alguna manera: escribiendo, cantando, hablando, pintando, cosiendo, corriendo, ... pero hay momentos en los que eso que te gusta tanto, eso que te libera; eres incapaz de hacerlo. Entonces, al dolor que te producen todas esas miserias encerradas en tu interior se le suma el hecho de no ser capaz de echarlas fuera, entonces ese dolor que sientes es lo único que quieres compartir con los que te rodean y ellos, al no tener culpa de nada, no entienden, no se ponen en tu lugar (realmente todos tenemos demasiado con nuestros propios miedos como para intentar compartir y luchar contra los ajenos). Entonces te sientes sola y sin posibilidades de exteriorizarlo. No es la mejor de las combinaciones desde luego.
Pero empiezas a luchar -quizás nunca dejaste de hacerlo- por recuperar con lo que disfrutas, por entenderte y hacerte entender y con el tiempo, despacito como las hormigas, todo se va tranquilizando (por decirlo de alguna manera)
A veces no es tan fácil el camino, a veces necesitamos ayudarnos de pequeñas trampas a nuestra mente para darle un descanso a nuestra cabeza y primero gradualmente y luego de repente la vida vuelve a tus manos.