Una historia maravillosa, con personas que hacen preguntas y encuentran respuestas inesperadas. La película tiene un equilibrio genial entre el surrealismo y un humor muy sutil, que mantiene tu sonrisa durante todo el metraje, al menos yo, me lo pasé fantásticamente.
La trama transcurre lenta y pausada, con una fotografía preciosa y una banda sonora que le sienta como anillo al dedo, donde las pequeñas cosas ganan importancia y adquieren sentidos distintos a los cotidianos.
Esta película me ha enseñado, o mejor, me ha recordado, que yo tambien quiero "crepusculear", en una época, en la que ya no disponemos de tiempo ni interés para observar el mundo con otros ojos.
Sencillamente genial.

No sé por donde empezar, ni siquiera se como me deje engañar para terminar de ver semejante engendro, no se han inventado aun calificativos para describir este horror.
Durante la película (por llamarla de alguna manera digna), he pasado por diferentes estados emocionales:
Risa histérica provocada por los actores de reparto que corren (es un decir...), como gallinas descabezadas en todas direcciones.
Vergüenza ajena, al comprobar como esta banda de aficionados se esfuerzan (es un decir...) en interpretar personajes que ni siquiera llegan a la categoría de estereotipos, es inenarrable.
Indignación. Al no poder evitar pensar que el dinero invertido (jajajaja) en esta "cosa", mejor se hubiese utilizado en recuperar al mejillón gallego.
Apestosa es decir poco, las actuaciones, los diálogos, la puesta en escena, la música de sala de espera son delirantes.
A quien se le ocurre recrear el desembarco...con una docena de actores...
el montaje de las escenas de acción es tan malo que puedes observar atónito como posan colocados en sus sitios antes de empezar a moverse...
La "chica" de la peli con morros de choni de barrio, es tan expresiva que he visto muñecas hinchables con mayor empatía. Recé muchas veces porque le cayese una bomba encima. No tuve suerte.
Me da la sensación de que todos los figurantes son miembros de algún grupo recreacionista en el que viven felices recreando sus épocas favoritas, tan malos que no sirven ni como relleno. Hablando de relleno, la mayoría estan gordos como "cebones", o llevan la ropa con dos tallas menos o les queda enorme como pijamas en último día de rebajas.
En serio, si te gustan las cintas bélicas, ¡¡no la veas!! puede que sientas instintos suicidas compulsivos.
Adiós mundo cruel. ¡¡pum!!