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España España · Madrid
Críticas de Ixitenes
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
9
19 de mayo de 2007
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando entro en el cine para ver esta película tengo la duda de si veré una perfecta realización en todo lo que supone un placer puramente estético pero a la que ponerle bastantes reparos en lo que tiene que ver con su guión (en la línea de Hero y La casa de las dagas voladoras) o si a la magnificencia de colores, paisajes, vestuario y coreografía se le añadiría la profundidad y sensibilidad que demostraba en otras películas suyas.
Segundo caso. Gran alegría la mía.

Yimou no sólo mantiene su inconfundible talento estético (aunque no es su película más sobresaliebte en este terreno) sino que se atreve con una historia ciertamente complicada en la su habilidad plástica no bastaría para salir del paso en caso de fracasar la trama. Pero la trama funciona, y no es de extrañar teniendo en cuenta los puntos de apoyo que utiliza. La maldición de la flor dorada comienza con un apreciable eco de Fedra y en más de un momento, pero especialmente en una de las escenas cercanas al desenlace, resuena el Edipo Rey; pero sobre ambas el fantasma de Antígona recorre la película de punta a punta, dotándola de un contenido y una forma trágica que el cine parece haber olvidado desde hace bastante tiempo.

Veo la excepcional interpretación de Gong Li (no tan bien acompañada por las de otros miembros del reparto como sería deseable) y admiro la inteligencia y la precisión con que Yimou conduce esta tragedia hasta un primer falso clímax en beneficio de un segundo clímax demoledor. La preparación y repetición de los símbolos a lo largo de la película es impecable, y sólo el irregular nivel de las interpretaciones y la excesiva longitud de las peleas -que me arriesgo a asegurar que estaban omitidas en la obra original- impiden que sea una película excepcional.

Hace 25 siglos Sófocles escribió a una Antígona impulsiva y enamorada de la vida que enfrenta su individualidad al orden establecido con la rebeldía propia de la juventud; reflexionaba sobre dónde se encontraba el equilibrio entre el estado (la colectividad) y la libertad individual. Yimou la vuelve a dibujar desde el precepto de que ese equilibrio está incuestionablemente roto en contra del individuo, dotándola de consciencia y paciencia y sobre todo -y creo que aquí está el gran acierto de esta película- dándola de manera explícita la dimensión social que tiene ya el espíritu de la tragedia griega.

Salgo del cine tras ver un plano final simplemente sensacional, y reconozco por primera vez -es cierto, no lo pensé durante la película- el acierto que esconde un título que recomiendo sin ninguna duda.
De vuelta a mi rutina me pregunto dónde andará mi pañuelo blanco bordado con una flor dorada, lo que supone tenerlo y llevarlo, lo que supone tenerlo y no llevarlo.
Ixitenes
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